Por José Antonio Luna
Segunda parte
DARÍO VÍCTIMA DE LOS POLITICOS
Alfonso Reyes después de describir el ambiente literario y la frustrada espera por la deseada visita de Rubén a la ciudad de México; aporta información desconocida hasta antes de la muerte de Darío. Los detractores del panida optaron por minimizar estos incidentes motivados por los dos grandes asuntos del momento: el antinorteamericanismo y la revolución mexicana que tuvo repercusión continental y especialmente en Centroamérica.
Augura Reyes, que, con el paso del tiempo los entretelones de esta trama para evitar que Rubén Darío llegara a la ciudad de México saldrían a luz y se conocería todas las dificultades que tuvo el poeta en su viaje y el manipuleo político impulsado por Managua y Washington para que el padre del modernismo no estimulará con su presencia a los universitarios que reclamaban el cese de la injerencia de Estados Unidos en la política mexicana y nicaragüense.
¿Cómo se verá dentro de un siglo, de dos, o de tres, la vida irritada de los pueblos de América, donde las cuestiones literarias se vuelven fácilmente asuntos de política interna, y éstos sin cesar se convierten en problemas internacionales? ¿No es el mismo Rubén Darío quien acostumbraba a decir que en América no hay más que poetas y generales? se pregunta el regiomontano en su crónica donde plantea el giro de asunto de derecho internacional que se le dio a la evasiva de permitir que Darío visita a la ciudad de México, aunque fuera sin representación oficial.
Cuando Darío llegó de Paris a Veracruz, ya estaba Santiago Argüello en México. Ambos personajes habían sido nombrados por el gobierno de José Madriz, delegados a la celebración del centenario de la independencia mexicana. Pero a finales de agosto, unas semanas antes de la celebración; el gobierno de José Madriz fue derrocado y el nuevo gobierno Conservador de José Dolores Estrada los dejó en el limbo. Y la dictadura porfirista para no incomodar a Washington les negó la legalidad como representantes nicaragüenses al centenario. El presidente Madriz llegaría a México a comienzos de la revolución en calidad de exiliado y moriría en la capital mexicana en 1911.
EL DESAGRAVIO DE LA INTELECTUALIDAD ESTADOUNIDENSE
Cuenta Alfonso Reyes que, Santiago Argüello se las arregló para quedarse en la ciudad de México y participar en las fiestas del centenario representando a Bolivia. En cuanto a Rubén Darío quien había partido de regreso a Cuba y después a Francia, explica Reyes: “Darío había de recibir más tarde un desagravio en los Estados Unidos. La Sociedad Hispánica de New York, la liga de Autores de América, la Academia Americana de Artes y Letras lo saludaron con entusiasmo”.
“A una emocionante interpretación de la vida y la cultura latinas-le decían-habéis unido las inspiraciones de nuestros poetas Whitman y Poe y añadían con intencionada gentileza:
-Sois, señor, un apóstol de la buena voluntad y de un explorador avanzado en los caminos de la concordia internacional”.
Esta aclamación a Darío por parte de la intelectualidad de Estados Unidos evidencia que el poeta nicaragüense había no solo triunfado en Latinoamérica y Europa, sino también en Estados Unidos, donde después de su muerte seria traducido por personajes como Charles B. McMichael, (Short stories from the Spanish), el nicaragüense Salomón de la Selva y otros autores que comenzaron a citarlo en sus obras como el poeta de América Latina a la par de Walt Whitman y Edgar Allan Poe.
CRAVIOTO Y EL CURA INPERTINENTE
En el capítulo V de su Rubén Darío en México, El poeta Reyes destaca un incidente curioso y a la vez revelador de la actitud de Darío ante algunos detractores.
Escribió Reyes que “Alfonso Cravioto en nombre del Ateneo, fue hasta Veracruz a llevarle, nuestro saludo-a Darío- y pudo acompañarle en su viaje de Xalapa al puerto”.
En el mismo carruaje donde viajaba Rubén y Cravioto se agregó otro pasajero, un clérigo, que era “aficionado a las cosas literarias”, quien al ver que Darío iba hacia Veracruz “rogó” a Cravioto le presentara al poeta.
Así lo hizo Cravioto y el sacerdote, después de rehusar la “copita” a que lo convidó Darío se sentó a su lado y comenzó la charla literaria.
Sigue narrando Reyes, que en un momento de la charla el sacerdote le dijo a Darío: “De un poeta en otro, y desde el Rio Bravo hasta el Cabo de Hornos, hubieran de dar alguna vez en don Julio Flórez. Como Darío hiciera una muequecilla dudosa, dijo el buen sacerdote:
-Si ya lo sé, a usted no le convence Flórez, porque Flórez no es de su escuela…
Riposta Darío: – “Yo no tengo escuela, no sea usted pendejo”.
Dice Reyes: “ahuyentado, el buen sacerdote-a quien ya podemos mirar como una señal de nuestros tiempos, como un verdadero símbolo-corre a refugiarse al último asiento del vagón”. Reyes cierra el capítulo con esta afirmación de Darío en sus palabras preliminares de Prosas profanas:
“Mi literatura es mía en mí”.
Esta narración tan peculiar sobre el diálogo de un sacerdote y Darío en un carruaje, cuando el poeta va desolado, de regreso a Veracruz sin haber conocido a México, ilustra el poco conocimiento que se tenía de la obra literaria de Darío y del modernismo.
EL POETA NUNCA OLVIDÓ A XALAPA*
Aunque no lo destaca Alfonso Reyes, uno de los personajes que ayudaron a sobrevivir a Rubén Darío su larga estadía en Cuba-dos meses-y su regreso a Europa, fue su padre el general Bernardo Reyes, “que me envió por cable, de Paris, un giro suficiente” dice Darío en su autobiografía.
El poeta dedica todo un capítulo, el LXV de su autobiografía a este episodio tormentoso que le jugaron los políticos. Reyes lo transcribe completo en su ensayo.
Yo presentaré la parte de los detalles narrados por Darío sobre su visita a Xalapa, porque son reveladores de la importancia que se le dio en México, aunque su arribo a la capital mexicana no resultó como se había previsto por los anfitriones.
Dice Darío sobre su viaje de Veracruz a Xalapa:
“…Visité la ciudad de Xalapa, que generosamente me recibió en triunfo. Y el pueblo de Teocelo, donde las niñas criollas e indígenas regaban flores y decían ingenuas y compensadoras salutaciones. Hubo vítores y música. La municipalidad dió mi nombre a la mejor calle. Yo guardo, en lo preferido de mis recuerdos afectuosos, el nombre de ese pueblo querido. Cuando partía el tren, una indita me ofreció un ramo de lirios y un puro azteca. “Señor, yo no tengo que ofrecerle más que esto”; y me dio una gran piña perfumada y dorada. En Veracruz se celebró en mi honor una velada. En donde hablaron fogosos oradores y se cantaron himnos. Y mientras esto sucedía, en la capital, al sabe que no se me dejaba llegar a la gran ciudad, los estudiantes en masa, e hirviente suma de pueblo, recorrían las calles en manifestación imponente contra los Estados Unidos. Por la primera vez, después de treinta y tres años de dominio absoluto, se apedreó la casa del viejo cesáreo que había imperado. Y allí se vio, se puede decir, el primer relámpago de la revolución que trajera el destronamiento”.
GOBIERNO MEXICANO AVERGONZADO
El desprecio del gobierno mexicano-mejor dicho, del porfiriato- a Rubén Darío, tuvo su repercusión y el gobierno de Francisco I. Madero inmediatamente después de tomar el poder en 1911 emitió un decreto indemnizando al poeta.
Según el decreto emitido el 4 de noviembre de 1911 firmado por José López Portillo y Rojas, padre del expresidente José López Portillo, el gobierno mexicano concedía 500 francos mensuales al poeta, durante todo un año fiscal, “para que continue estudiando en Europa como hace la enseñanza literaria en los países de origen latino y escriba una obra como resultado de ese estudio.”
Alfonso Reyes, conoció el documento oficial del gobierno mexicano por una copia de este que le envió Darío desde Paris.
Definitivamente que Rubén Darío no tuvo tiempo para escribir la obra que le encargó el gobierno mexicano ya que para 1915 ya estaba enfermo y moriría a comienzos de 1916.
A todas luces este pago a Darío, fue una muestra de que el poeta era un bienvenido en México.
Alfonso Reyes también tuvo acceso a una carta que la Academia América de Artes y Letras le dirigió a Rubén Darío en 1915, cuando el poeta comenzaba su gira por la paz desde Europa y que finalizaría en Nicaragua con su muerte.
Dice el texto de esta hermosa carta:
New York, Marzo 25, 1915.
Distinguido señor:
La Academia Americana de Artes y Letras os ofrece, en vuestra calidad de visitante de los Estados Unidos, sus salutaciones respetuosas y su bienvenida cordial.
Sois el heredero de una civilización histórica, cuyo tesoro artístico y literario habéis acreditado, gracias á vuestra obra exquisita y superior, dotándolo con todas las fuerzas de misterio y exaltación de este nuevo mundo en que habéis nacido. Familiarizado con todas las cosas nuevas de Europa, habéis descubierto el espíritu renaciente del viejo mundo y lo habéis interpretado para el nuevo- Pero algo más habéis realizado, algo que os unes particularmente a nosotros, á los hombres del Norte. Mientras, por una parte, alcanzabais la más emocionante interpretación de la vida y la cultura latinas, por otra sorprendíais en dos de nuestros poetas-Poe y Whitman- aquellas genuinas inspiraciones que enriquecieron vuestro arte con las más desembarazadas formas del metro y del ritmo, fundiendo así en una las aspiraciones de las dos razas típicas que dominan nuestro continente occidental. Soís, pues, á un tiempo mismo, un apóstol de la buena voluntad y un centinela avanzado en los caminos de la concordia internacional.
Nos felicitamos de vuestra permanencia entre nosotros, y os deseamos un feliz regreso á vuestra patria adoptiva.
Por la Junta directiva:
William M. Sloane-Canciller
Robert Underwood Johnson-secretario perpetuo
William Crary Brownell-miembro de la Junta
Fin
JALuna
Tampa, Florida, Agosto 2022.
*Xalapa o Jalapa