Profesor Efraín Garza
“Malicia y envidia”
Tan compleja y diversa resulta la vida
que enreda en desafiantes hilachas,
laberíntica madeja sin sentimientos,
del mutilado protagonismo terrenal
en la búsqueda olvidada de la conformidad.
Falacias, calumnias en laboriosa filigrana
en una lógica oxidada, sin fundamento
sosteniendo lo insostenible, incongruencia
alabando el esperpéntico ambiente
colmado de grotescos títeres de liviandad.
Infiltrados en un elíptico mundo
imperfecto y repleto de malicia y envidia,
se presenta lo absurdo y sus vicios,
fatal paradoja postergada del insomnio
bajo un cielo de estrellas eclipsadas.
Malicia, ignominia de logradas injurias
dirigen la mira a equívoco rumbo
malevolencia que dispersa lanzas mortales,
artificioso destino de la maldad bordada
de letales serpientes y punzantes espinas.
Máscaras brumosas, carentes de expresión
de madera, de vidrio, hierro y barro,
ensañadas, sin escrúpulos, encolerizadas
en un valle de lamentaciones y rebeldes llanos,
con irónicas facciones veladas por la envidia.
“El ingenuo de la llanura”
Ya desesperó la espera, la rémora de subsistencia,
en un atasco en la llanura, explanada de especulación,
ya volaron los días y los años imposibles de aligerar,
en la pampa, en la sabana, rígidas y monótonas
de un tiempo y un espacio, pradera de expectativas.
Ya vuelve el pasado al presente, segundo tras segundo,
arrasando las esperanzas descoloridas en las estepas,
como flores perecederas fuera del compás blanco y llano
de silencios y de notas con hermética sordina, que vagas,
vacías e inaudibles se fugan del perfecto pentagrama.
Ya prometió ignorar, no recordar indicios convencionales,
cadenas atadas de adjetivos y vocablos huecos sin sentido,
mal sonantes que derriban, que destrozan la ingenuidad,
con adverbios estridentes de malevolencia y perversión,
el ingenuo de la llanura que no creía en la falsedad.
Ya descansa sosegado bajo un naranjo repleto
de azahares blancos, níveos, limpios, puros
contrastando tristemente en la penumbra del ocaso
de los póstumos rayos solares en la triste altiplanicie,
el ingenuo de la llanura que no creía en la falsedad.
Ya todo concluyó, y así ciertamente, seguirá la humanidad
en el sempiterno peregrinaje entre encrucijadas
de enredaderas de madreselvas, alhelíes y hiedras,
de la planicie despedazada, del páramo abandonado,
de la infructuosa llanura de la falsedad humana.
“Solista inexpresable”
Profuso barullo, tanto bullicio
sin sonidos del silencio,
falta de calma a la serenidad,
saturación de eco inexpresable.
Un violín ignorado
despojado de cuerdas,
do, re, mi.
Al romper la armonía,
ni un murmullo, un suspiro,
la lectura en silencio
no se expresa en voz alta.
Un saxofón extraviado
en el baúl del pasado,
do, re, mi, fa, sol.
Perdido, malversado
por tratar de expresar
la censura detestable
en un mundo trastornado.
Un piano olvidado
en la esquina sin teclas,
do, re, mi, fa, sol, la, si.
Ya no digas, no expreses
lo que nadie presta oídos
no opines, no hables
ya nadie lo entiende.
… lo que vive, lo que siente
el arpa, la lira, la guitarra sin cuerdas,
si, la, sol, fa, mi, re, do.
“Lo impredecible”
Un instante imprevisto, una visión inesperada,
enlazados destellos cerebrales confabulados,
nebulosas remotas que se van visualizando,
encadenando casualmente lo dilucidado.
Adventicio milagro creacional, sucede
en plano de fugaces secuencias iniciales,
como bocetos enlazados y vistazos fortuitos,
cambiantes por lo impredecible, lo casual.
Retrato íntimo como voz de guitarra que no habla,
pero sí nos envuelve en su aprisionada melodía,
en una realidad presente de lo impredecible
se impone a lo ni tan remotamente esperado.
Y aparece ante ti, un instante oscilante, sí
que viene a ti, una visión momentánea, en fin,
percepciones de imágenes soñadas y veladas
ahora asoman, aparecen, se yerguen ante ti.
Estampa grabada en tu perspicaz mente,
como espejismo instintivo y repentino,
que merodea vagamente en tu memoria,
y se arraiga fijamente en tu inconsciente.