Por: Arthur Rimbaud
Mientras que los salivazos rojos de la metralla
silban todo el día por el infinito del cielo azul;
que escarlata o verdes, cerca del rey que los burla,
los batallones en masa caen en el fuego;
mientras que una locura espantosa, pulveriza
y hace de cien mil hombres una pila humeante;
– ¡Pobres muertos! En el verano, en la hierba, en tu alegría,
!Naturaleza! oh tú que hiciste a estos hombres santamente…
-Es un Dios, el que ríe en los manteles adamascados
de los altares, en el incienso, en los grandes cálices de oro
que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.
y se despierta, cuando las madres, reunidas en la angustia,
y llorando bajo sus viejas cofias negras,
!le dan una perra gorda liada en su pañuelo!
Poesía completa de Arthur Rimbaud
Edicomunicación S.A, España 1994
Traducción: Alberto Manzano