Por José Antonio Luna

Hasta enero de 1967, el conocimiento del contenido de la Revista América, fundada por Rubén Darío (Metapa, 18 de enero de 1867-León, 6 de febrero de 1916) y Ricardo Jaimes Freyre(Tacna, Perú, 12 de mayo de 1868-Buenos Aires, 24 de abril de 1933), era escasa ; solamente se tenía de referencia la mención de la publicación por el poeta nicaragüense en su autobiografía: “fundé una revista literaria en unión de un joven poeta tan leído como exquisito, de origen boliviano, Ricardo Jaimes Freyre, actualmente vecino de Tucumán…
Con Ricardo nos entrábamos por simbolismos y decadencias francesas, por cosas d’annunzianas, por prerrafaelismos ingleses y otras novedades de entonces, sin olvidar nuestros ancestrales Hitas y Berceos, y demás castizos tutores. Fundamos, pues, la Revista de América, órgano de nuestra naciente revolución intelectual, y que tuvo, como era de esperarse, vida precaria, por la escasez de nuestros fondos, la falta de suscripciones y, sobre todo, porque a los pocos números, un administrador italiano … se escapó llevándose los pocos dineros que habíamos podido recoger. Y así acabó nuestra entusiasta tentativa. (Autobiografía de Rubén Darío, cap. 42).
De efímera vida- como todas las revistas que fundó Rubén- de la revista América solamente salieron tres números y por décadas encontrar éstas era el incentivo de académicos e investigadores de la vida y obra de Rubén Darío que revisaban biblioteca y hemerotecas de Argentina y otros países con la esperanza de encontrar algún número del magazín.
Fue hasta un año antes del centenario dariano que el profesor Boyd G. Carter, tuvo noticias desde Argentina de que un intelectual chileno tenía los números de la Revista. El profesor Carter en un extenso reportaje narra como durante casi una década recorrió países de Latinoamérica y bibliotecas de Estados Unidos en busca de algún ejemplar de la Revista de Darío y Freyre.
Con motivo del centenario del nacimiento de Rubén Darío a realizarse en enero de 1967, Carter preparó un extenso texto sobre su búsqueda de La Revista América. Hizo copias de su relato y de las tres revistas para que en el acto del centenario fueran entregadas al gobierno de Nicaragua y expuestas al público.
El ensayo del profesor Carter, ante los darianos del mundo en el centenario, en enero de 1967 comienza así:
“En la Autobiografía y en otros libros nos entera Rubén Darío de su actuación como periodista tanto en Centroamérica como en Sudamérica y en Europa. Nadie ignora que fue director y fundador de diarios, semanarios y revistas. Lo fue de El Imparcial, de Managua (1896); de El Correo de la Tarde, en Guatemala (1890-1891); de la Revista de América, en Buenos Aires, (1894), con Ricardo Jaimes Freyre; y de Mundial Magazine y de Elegancias, en París (1911-1914).
En el Nuevo Mundo hispánico sus escritos aparecieron en un sin fin de publicaciones periódicas. En verdad, nombrar las revistas en que colaboró o en las que reprodujeron sus composiciones, equivale casi a enumerar las principales publiciones periódicas hispanoamericanas durante su trayectoria de escritor. Con la sola excepción de la Revista de América, todas las publicaciones de que Rubén fue director y fundador se conocen y han sido estudiadas con bastante detalle. Por las razones que vamos a ver, el contenido dariano de esta revista no se halla en Escritos inéditos de Rubén Darío, recogidos de periódicos por el Dr. E. K. Mapes en Buenos Aires en 1932, y publicados por el Instituto de las Españas de Nueva York en 1938”. (extracto)

CARTER ENCUENTRA LA REVISTA AMÉRICA.
Esta es la parte final de la narración de Boyd donde cuenta la inverosímil circunstancia en que encontró la revista y el esfuerzo valioso de algunos amigos que le ayudaron a conseguirla y llevarla a Nicaragua al centenario dariano 1967:

Así, por fin, después de ocho años de pesquisas, de búsquedas, de averiguaciones y de rumores mal fundados, pude saber de la existencia del primer número de la Revista de América. En 1962, el doctor Alberto Guillermo Bork, director del instituto de Estudios Latinoamericanos, de Southem Illinois University (Carbondale) habló en Buenos Aires por teléfono con el doctor Eduardo Héctor-Duffau para pedirle permiso de ver, y si fuera posible, sacar copia fotográfica del primer número de la Revista de América, que poseía este distinguido coleccionista de materiales sobre Rubén Darío.
Por desgracia, dicho número en aquel momento, según dijo el doctor Bork, estaba en manos de un encuadernador. Durante su estancia en Buenos Aires, el doctor Bork pudo encontrarme copiosos datos referentes al nacimiento, trayectoria efímera, y extinción de la revista en 1894, en las colecciones de La Nación y de La Prensa que posee la Biblioteca Nacional de la Argentina.
Y así iban las cosas hasta el 29 de agosto de 1966, fecha en que me cayó la noticia, tan inesperada como un rayo en un cielo sin nubes, de que la colección completa de la Revista de América existía en Chile.
En carta con fecha 23 de agosto de 1966, don Juan P. Capel, codirector con don Antonio Monzón de la Librería del Plata, Buenos Aires, me escribió en estos términos: “Al fin hemos conseguido, en Chile, microfilmar los tres números de la Revista de América, de Darío y Jaimes Freyre. En la próxima semana saldrán por avión y esperamos le sean de utilidad para sus trabajos”.
Efectivamente, unos días más tarde (el 2 de septiembre de 1966) recibí en buen estado, todas las copias fotostáticas de los tres números que constituyen, al parecer, la colección completa de la Revista de América.
Hasta varias semanas después de publicado en la Revista Mexicana de Cultura el artículo de que se tomó la cita de arriba, no supe que el poseedor de la colección en cuestión era el doctor Alamiro de Ávila Martel, director de Bibliotecas de la Universidad de Chile. Al saberlo por los buenos oficios del Dr. Bork, que fue a visitarlo en Chile, escribí enseguida al afortunado propietario de la huidiza publicación para agradecerle su generosidad y pedirle permiso no sólo para reproducir las copias fotostáticas en mi posesión sino también para entregar una copia xerox de ellas al doctor José Sansón-Terán, ministro de Educación Pública de Nicaragua y presidente de la Comisión Nacional del Centenario Rubén Darío. Por desgracia, la carta de contestación (21) del profesor Ávila Martel no llegó a mis manos hasta después de terminada la “Semana Dariana” en Nicaragua.
En ella dice:
Leí con mucho agrado su carta y su artículo de apasionado bibliófilo, además de investigador de historia literaria y, desde luego, le digo que puede contar con toda mi entusiasta cooperación en su tarea relativa a la Revista de América. Le doy todas las autorizaciones que usted desea para utilizar la fotografía del ejemplar que tengo de esa publicación. Trataré de enviarle, en los próximos días, la fotografía de las cuatro páginas que faltaron en el ejemplar que permití que sacaran Capel y Monzón. Efectivamente, algunos días más tarde (22) me llegaron las fotografías de las páginas 36, 37, 56 y 57 de la Revista de América, que faltaban en la copia fotostática que me mandaron los señores Monzón y Cape.
En respuesta a mi pregunta de cómo entró en posesión de su colección de la revista, don Alamiro de Ávila Martel me proporcionó los datos siguientes:
La colección de los tres números de la Revista de América, en números impecables (incluso estaban sin cortar), la tengo en mi biblioteca desde hace alrededor de un cuarto de siglo y creo haberla adquirido en una librería de viejo de Santiago. Como bibliófilo y admirador del poeta, siempre me sentí inclinado a tener ediciones de Darío, especialmente las chilenas.

No se me antoja mejor manera de finalizar la historia de nuestra busca, coronada por fin por el éxito, de la Revista de América, que manifestarle, al doctor Alamiro de Ávila Martel, Director de las Bibliotecas de la Universidad de Chile, no sólo mi propia gratitud sino también la de los hispanistas en general por su valiosa aportación permitiendo que los señores Juan Capel y Antonio Monzón, directores de la Librería del Plata, de Buenos Aires, me hicieran una copia fotostática de su colección completa de la Revista de América para que figurara en el estudio de esta revista, como documento, entre las actas conmemorativas de la Semana del Centenario de Rubén Darío.
¿Quién era Boyd G. Carter?
El misterioso personaje-era casi desconocido por los darianos nicaragüenses- que llevó los tres números de la Revista América a Nicaragua con motivo del centenario darianos en enero de 1967 es, un reconocido profesor e investigador literario con estudios sobre Manuel Gutiérrez Nájera. Nacido en 1908 y muerto en 1980, el profesor Boyd George Carter dejó una abundante bibliografía sobre literatura latinoamericana.
Carter, era un eminente estudioso del modernismo y un reconocido escritor que viajaba a Latinoamérica constantemente en sus investigaciones literarias.
Nacido en el estado de Virginia, el profesor Carter se graduó en el College of William and Mary en 1929. Luego de recibir la maestría en 1933 y el doctorado en 1937 de la Universidad de Illinois, fue por corto tiempo profesor de lenguas y literatura en las Universidades de Idaho y de Wyoming. Durante la Segunda Guerra Mundial se incorporó al cuerpo docente de Coe College, y después de la guerra ocupa una de las cátedras de literatura francesa e hispanoamericana en la Universidad de Nebraska, donde llegó a ser jefe del Department of Romance Languages. En 1959 se trasladó a Southern Illinois University, y ocho años más tarde fue nombrado “Distinguished Scholar in Residence en la Universidad de Missouri.
En su nota necrológica escrita por el profesor George R. McMurray destaca que por su labor literaria a Carter varios gobiernos lo habían galardonado. Los gobiernos de Francia, México y Nicaragua honraron al profesor Carter por su labor erudita y de divulgación de las letras de sus respectivos países. En 1973, su libro titulado Manuel Gutiérrez Nájera. Escritos inéditos de sabor satírico: “Plato del día” le mereció el premio otorgado por la Association of American University Presses. Y, en 1980, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana. En el mundo académico, el profesor Carter es probablemente más conocido por su obra seminal, Historia de la literatura hispanoamericana a través de sus revistas; por sus solidas investigaciones sobre el Modernismo, y, más específicamente, por sus libros sobre el poeta mexicano Manuel Gutiérrez Nájera.
Boyd G. Carter era de los académicos que andaba tras las tres revistas América que había fundado Darío y Freire.
Entre los datos sueltos sobre la Revista América, hay uno del doctor Ramiro Sacasa Guerrero, Ministro de Hacienda del gobierno del presidente Rene Schick de Nicaragua donde se informa de una edición facsímil de los tres números, con un estudio y notas del catedrático estadounidense Boyd G. Carter que fue publicado con motivo del centenario del nacimiento de Rubén Darío. Edición impresa en Managua. Sacasa Guerrero era un admirador de Darío y un talentoso abogado liberal. Dice el texto sobre su conocimiento de la revista América: Sacasa Ramiro, Revista América de Jaimes Freyre y Rubén Darío, Edición Facsimilar, estudio y notas de Boyd G. Carter. Managua, publicaciones del centenario de Rubén Darío, 1987.
Después de la intensa búsqueda finalmente se pudo publicar en Managua una copia facsímil de los tres números de la revista para conmemorar el centenario del nacimiento de Rubén Darío.

Este texto de Omar Rocha Velasco ilustra el valor literario y las intenciones revolucionarias darianas al fundar con Freyre
La Revista América.

RUBÉN DARÍO Y RICARDO JAIME FREYRE Y LA REVISTA AMÉRICA

Omar Rocha Velasco

“Salieron apenas tres números que eran desconocidos por el mundo hasta que el investigador Boyd G. Carter los encontró y publicó después de una penosa pesquisa”.
Cafetín con gramófono
La Revista de América

Ricardo Jaimes Freyre y Rubén Darío coincidieron en Argentina hacia 1893. Seguramente se conocieron durante las tertulias del Ateneo de Buenos Aires y se hicieron muy amigos; no podía ser de otra manera, pues eran jóvenes, poetas que compartían una sensibilidad, bohemios y tenían el mundo por delante.
Aquí una hermosa anécdota que los involucra: una mañana fría de 1895, el doctor Plaza, amigo de los poetas, está a punto de partir a la Isla Martín García, un lugar al que se destinaba a las personas que tenían enfermedades peligrosas y contagiosas.
Darío acaba de salir de un café, no ha dormido toda la noche, ambos coinciden camino al puerto. Después de un breve intercambio de palabras, Darío decide acompañar al doctor en su viaje; pero hace frío y va desabrigado (no cabe mejor palabra), entonces, como por arte de magia, aparece Jaimes Freyre (¿sale unos minutos más tarde del mismo café?) y en un gesto de magnánima amistad se saca el abrigo y se lo pone a Darío para evitar que el viaje se frustre.
¿Habrá gesto más relacionado con lo que está detrás de la fundación de una revista literaria? Finalmente, este tipo de publicación es un acto colectivo, un acto de amistad, una complicidad de jauría.
La Revista de América fue fundada por Rubén Darío y Ricardo Jaimes Freyre en 1894. Salieron apenas tres números que eran desconocidos por el mundo hasta que el investigador Boyd G. Carter los encontró y publicó después de una penosa pesquisa que duró muchos años.
Finalmente se pudo publicar en Managua una copia facsimilar de los tres números de la revista en la celebración del centenario del nacimiento de Darío; la comisión encargada de la publicación estuvo presidida por Boyd G. Carter quien, además, publica dos textos introductorios, uno que cuenta las peripecias del hallazgo y otro que establece las relaciones de la Revista de América y el movimiento modernista en Argentina.
Darío cuenta en su autobiografía cómo fundó la Revisa de América junto Jaimes Freyre en 1894 (ese mismo año se publicaron Azul y El mundo en México, El Iris en Lima y El cojo ilustrado y Cosmópolis en Caracas, todas estas revistas fueron importantes vehículos del modernismo y confirman que 1894 fue fundamental para la difusión del movimiento en Latinoamérica); estos recuerdos mozos nos dan a conocer los senderos por los que transitaron:
“Con Ricardo nos entrábamos por simbolismos y decadencias francesas, por cosas d’annunzianas, por prerrafaelismos ingleses y otras novedades de entonces, sin olvidar nuestras ancestrales Hitas y Berceos, y demás castizos autores. Fundamos, pues, la Revista de América, órgano de nuestra naciente revolución intelectual y que tuvo, como era de esperarse, vida precaria, por la escasez de nuestros fondos, la falta de suscripciones y, sobre todo, porque a los pocos números, un administrador italiano, de cuerpo bajito, de redonda cabeza calva y maneras untuosas, se escapó llevándose los pocos dineros que habíamos podido recoger. Y así acabó nuestra entusiasta tentativa”.
En este fragmento, Darío habla de una “naciente revolución intelectual”, una actitud de renovación que se sustentaba en novedades venidas de Europa, donde predominaban el simbolismo y los decadentes franceses, además de su adscripción al poeta italiano D’ annunzio y la hermandad de los prerrafaelistas.
Todas estas “filiaciones” e inquietudes están plasmadas en el poema que abre la Revista de América y que hace de editorial marcando el camino que seguirá la publicación en su breve vida. El texto en cuestión se llama “Nuestros propósitos” y está firmado por “La dirección”, es decir Darío y Freyre; sin embargo, poco después (1896) se vuelve a publicar íntegro en el libro de Darío Los raros.
En este texto se tiene clara conciencia de que se trata de una generación nueva (se saben poseedores del ímpetu juvenil) que enfrenta un combate contra “fetichistas”, “iconoclastas” y tendencias “utilitaristas”, donde predomina también la idea de un movimiento irradiador que parte de la ciudad más “grande y práctica de América” (Buenos Aires, que ofrecía las condiciones para establecer nexos con otros ámbitos culturales).
El texto alude claramente una tendencia hacia el viaje, no sólo como desplazamiento y difusión de ideas, sino como “peregrinación estética”: un viaje apegado a la belleza (“arte puro”, “perfección”).
Estos aspectos ligados a una concepción de arte se plantean también como universales, pero de una clara raíz americana, que se desplaza hacia otros ámbitos y hacia otros territorios culturales.
Se trata de un gesto que fomenta el encuentro con Occidente (Europa) y “desconocidos orientes de sueño”, ésta sin duda es una postura universalista emparentada con los “santos lugares del arte”. Finalmente, el programa poético reivindica el trabajo de la lengua castellana, pero con el “brillo” que América Latina le dio a ésta.
En definitiva, los directores de esta publicación parten de la crítica y la poesía (creación artística). Pelean contra una sensibilidad burguesa y positivista que se estaba apropiando de la vida política y estética de los países latinoamericanos. Abogan por un “subjetivismo analítico” donde la perspectiva personal se impone al conocimiento objetivo, caro ideal del positivismo científico.
La Revista de América marcó el rumbo del modernismo en Latinoamérica, allí se concibió la idea del creador como “hombre raro”, casi un enfermo de la sociedad que se aparta de la salud burguesa, del bienestar como idea predominante, el creador como “enfermo nervioso” alejado de la sociedad y del american way of life como ideal la época.
Fue uno de los inicios (claro que hubo otros) del movimiento artístico nacido en América Latina, muy a pesar de los españoles, que más influencia y repercusión tuvo en el mundo entero; un gesto de amistad que se plasmó en tres números de la Revista de América tuvo mucho que ver.
Los orígenes de una publicación clave para la literatura latino- americana de fines del siglo XIX, en la que participó Jaimes Freyre.