LOS 7 PELOS DEL CABALLO

Por José Antonio Luna
“Este nuevo libro del poeta Alberto Cuadra
Mejía, cuyos poemas que lo conforman y
que yo he leído en originales mecanografiados,
considero asombrosos en novedad, de visión
y originalidad de conceptos”.

Carlos Martínez Rivas
(En carta a un Amigo, 1987)

Alberto Cuadra Mejía (Granada, Nicaragua, 1940-) poeta interiorista, metafísico, cristiano, sensorial, pertenece a la llamada generación de los sesenta; un grupo de poetas que fueron influenciados por el crecimiento demográfico de su entorno y la migración del campo a la ciudad, fenómeno que coincide también con la convulsión mundial del hippiesmo, la libertad sexual y generación Beat.
De la estirpe de los Cuadra de Granada de Nicaragua, Alberto es heredero del intimismo de Carlos Martínez Rivas, poeta laureado que lo alentó a escribir su poesía apocalíptica, visionaria.
Es Martínez Rivas quien también prologó su primer poemario: Lo que muy pocos escribirían, publicado en Managua, en los meses anteriores a la movilización revolucionaria de julio de 1979 y que culminaría con la toma del poder de los sandinistas.
En la década de 1960,- etapa de oro- tiempos del florecimiento literario en Nicaragua, Alberto Cuadra regresa a su tierra natal desde el Perú; ha abandonado la Escuela Militar de aviación de Las Palmas Barranco donde estudiaba, ya no tiene duda de su vocación de poeta. Decide volcar su caudal de impresiones y revoltillo mental en la poesía y el periodismo. Estudia periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN, a la vez que trabaja en radio noticieros. Por invitación del poeta Horacio Peña, catedrático de la UNAN, da su primer recital en la universidad.
En esos tiempos, Cuadra Mejía es de los poetas y bohemios asiduos de la Cafetería La India, célebre lugar de reunión de escritores, artistas plásticos, periodistas, políticos e intelectuales en la bucólica y moderna ciudad que destruyó el terremoto de diciembre de 1972. En la histórica cafetería-derrumbada por el sismo- Alberto Cuadra se nutre de poesía y realidad y se vincula estrechamente con la “poetada” que, a diario, entre diálogos, sorbos de café, jarras de cervezas y tragos de ron-maratónicas tertulias literarias- vuelcan en servilletas, cuadernos y libretas; versos de encendidos amores, desamores, planes literarios, proyectos y especialmente un deseo de libertad política. La India es el imán del arte en Nicaragua. Toda esa década, Cuadra Mejía lee: a los poetas malditos franceses, a los escritores de Estados Unidos de la generación Beat, a los Vanguardistas y especialmente a la delirante poesía de su mentor Carlos Martínez Rivas.
En 1978, con motivo de la publicación del libro “LOS QUE MUY POCOS ESCRIBIAN” de Cuadra Mejía, el laureado poeta Carlos Martínez Rivas, escribió a modo de prólogo: “Ahora aparezco, al frente del primer libro de poemas de Alberto Cuadra Mejía. Pero advierto, no porque yo accediera a una petición suya, sino porque yo le solicité este espacio en su libro para hacer algunas breves y pocas reflexiones, ¿sobre qué recepción espera en Nicaragua a un libro de poemas de un poeta joven o menos? La recepción es negativa, porque la proliferación de poetas no deja lugar al escrutinio, sino: a la aclamación incondicional compadrista, o al rechazo hostil y chocarrero, cuando el desconocido es un conocido no bienvenido.” La interesante nota de Carlos Martínez, sobre el primer libro de Alberto Cuadra resalta la coincidencia, o una profunda identificación de la poesía de este joven granadino y el sobrio y espiritual William Blake.
Hago referencia a la nota-prólogo de Martínez Rivas, porque como una repetición de la historia, críticos y ensayistas mendigan columnas en los medios impresos para expresar sus criterios sobre obras de los ya consagrados escritores y poetas y dejan en el olvido a las nuevas generaciones.
En 1988 meses antes de salir al exilio-no ha vuelto a Nicaragua desde hace más de 40 años-Alberto Cuadra, publicó en su ciudad natal Granada, su segundo poemario: “LOS SIETE PELOS DEL CABALLO”, editado en la imprenta Kenia.
Que el segundo libro de Alberto Cuadra, “Los siete pelos del caballo”, sirva de motivo para que los amantes de la poesía rompan barreras y estereotipos y comiencen a profundizar en las publicaciones de artistas que sin apadrinamientos no dan lo mejor de ellos. Este escrito sobre el poeta Alberto Cuadra, es la expresión de una profunda admiración y cariño para un entrañable amigo y colega.

Algunos poemas de Los siete pelos del caballo:
LOS SIETE PELOS DEL CABALLO

Cuando todo esté consumado
Cuando no alcances a ver los rostros
de los otros los rostros

Cuando en los hospitales
queden las imágenes gimiendo
y en las calles el grito aterrador
de las multitudes convertido en sal
el poder del mar
ya no será poder de noche
ni de muchas voces
ni siquiera del Universo
porque los hombres
serán obedientes de la nada
y en la nada descansarán
eternamente para abrazarse.

COSAS DE LA LOCURA

Me he rendido a la vida
sin cansarte ni comprometerte
Caminastes como el maíz
hecho masa, güirila y tiste
y sin percatarte de tu figura
desfigurastes la inmensa rueda
que trituró tu carne
en el envoltorio de la basura
Convertistes a los niños
en tinieblas y sin darte cuenta
las ciudades cárcel
El vacío fue tu propio cuerpo
y casi desfigurado
lanzaste grito de terror
llegando la locura
al extremo de la demencia.

EL MILENIO

Ya no podemos más
sostener el cuerpo
con el alma
La dulce agitación
que encarna
la membrana arboleda de tu cuerpo
en descomposición eterna
Mañana serás el fin
de lo que fue el principio
La radiación
será la verdad eterna
como una respuesta
de la verdad
Ya no serás
ni volverás hacer
de tu destino
lo que se ha hecho
de la roca
porque el mundo
será inmóvil
a toda luz viviente

ENTERRÁNDOLOS

La tarde cayó en la tarde
y en medio de uñas desgarradas
discaron el sueño de los niños
en salitre de enleprado marmóreo

La tatuada tarde
como contagioso junco
arco iris golpeó
librando sangre en viaducto abismo.

JUVENTUD

La tuve tan poco tiempo
que apenas succionó su aliento

Tras su mirada
vi caer la tarde
en el pecho canoa de la noche
disipando amor eterno.

José Antonio Luna
Tampa, Florida,
2025.