CRISTINA PERI ROSSI: “LA LITERATURA ES UN HECHO SOCIAL”

Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941), Premio Cervantes 2021., es una poeta y narradora que vive en un eterno exilio, en un desarraigo insondable. Su poesía cargada de una melancolía contagiosa es profunda, también hace del erotismo su eterno mundar. Me parece que este texto escrito por Ana Caballé, sintetiza esa gran escritora que es Peri Rossa merecedora del Cervantes y por qué no del Nobel de Literatura.

JALuna/Editor

 

CRISTINA PERI ROSSI:
AMOR, LITERATURA

Por Ana Caballé

“Pienso que se escribe porque se muere, porque todo transcurre rápidamente y experimentamos el deseo de retenerlo; la literatura es testimonio, precisamente porque todo está condenado a desaparecer, y eso nos conmueve y a veces nos pide a gritos resistencia. Escribo, por lo tanto, porque estoy momentáneamente viva, en tránsito, y no quiero olvidar”.

Es un fragmento de un artículo publicado por una joven Cristina Peri Rossi en el semanario montevideano Marcha, el 27 de diciembre de 1968. Tenía 27 años. Pero, aun teniendo en cuenta su juventud, era ya una autora conocida en Montevideo, gracias a un volumen de relatos, Viviendo, editado en 1963 por Alfa, en aquellos momentos la mejor editorial uruguaya, propiedad de un exiliado español, alicantino, Benito Milla. No hay duda de que la escritora, cuando sostenía escribir porque la muerte está presente en el horizonte, expresaba con gran aplomo una atractiva madurez vital al plantear la fugacidad de la experiencia como motor de su propia creación. Es precisamente el deseo de contenerla, de preservarla de algún modo, la dinamo de la mejor literatura.

Peri Rossi ha escrito a lo largo de los años en muchos géneros: poesía, ensayo, novelas, relatos, autobiografía… Y lo ha hecho con una notable maleabilidad estilística: frente a otros escritores contemporáneos de su generación, podría decirse que Peri Rossi experimenta con muchos registros ―” hablo con muchas voces” ha dicho en más de una ocasión, parafraseando a Alejandra Pizarnik―. A veces es una escritora maravillosamente romántica (el cuento Lovelys o su novela Solitario de amor, de rendida adoración por Aída y que fue un bombazo editorial); otras veces lo es muy poco (su cuento La gratitud es insaciable). A veces escribe con una voz lírica e irónica, casi cortazariana (Instrucciones para bajar de la cama) o bien emplea recursos del dirty realism en su poemario Playstation. Y es que en su poesía la escritora uruguaya es mucho más directa que en su prosa. Pero también el arraigo social y el compromiso político caben en su literatura: “No he escrito una sola línea en mi vida, ni un artículo periodístico, ni he dado una conferencia, ni he intervenido en ninguna tertulia, ni he publicado un solo poema que no tuviera siempre en cuenta que la literatura es un hecho social”, le oí decir hace unos años en una intervención pública. Pero yo siempre lo he interpretado, en su caso, en un sentido bajtiniano: el escritor como “sujeto social” cuyos textos son un espacio de cruce, de intersección entre los diferentes sistemas ideológicos, el sistema lingüístico y la respuesta del Otro. Tal vez por ello, un tema central de su imaginario literario ha sido la experiencia del desarraigo, del extrañamiento. Lo encontramos en muchos de sus libros, pero muy especialmente en su novela La nave de los locos (Seix Barral, 1984).

Peri Rossi se exilió en 1972 y llegó a Barcelona, con diez dólares en el bolsillo y el sentimiento de pérdida, “de incendio”, que conlleva toda partida cuando es forzada. En Montevideo quedó su madre. “Partir es partirse en dos”, escribe en un poema de Estado de exilio (2003). Este libro parte de una idea fundamental: el exilio es un estado de vida que se prolonga en el tiempo hasta constituir una capa más de la propia identidad. Mario Benedetti hablaría, al regresar a su Montevideo natal en 1993, del desexilio como de una operación del alma muy costosa porque, de algún modo, está forzada a desandar un camino que ya recorrió para volver atrás y recuperar espacios que se daban por perdidos. Mi idea es que Peri Rossi, quien ya no desanduvo el camino tomado, encontró en la experiencia amorosa, en la vivencia del amor, el único antídoto capaz de combatir el extrañamiento que cruza su obra. Amor y exilio. Love and Exile: así tituló Isaac Bashevis Singer su autobiografía en 1984.                                      Ahora bien, en la flamante merecedora del premio Cervantes el amor, su tema por excelencia, es la expresión de una proyección personal más que de una correspondencia: en muchos de sus cuentos y relatos el deseo amoroso es unívoco, mantiene una sola dirección, sin que sepamos, ni sepa el propio narrador (a menudo masculino), la respuesta que merece la inmensidad de la pasión sentida. Diría que la escritora ha dado en su obra muchas vueltas a una pregunta insondable, tan viva como la propia vida: ¿qué puede hacer una mujer enamorada? En el último de sus libros, La insumisa, encontramos algunas respuestas.                            Elpaís.com /noviembre 2021

 

Algunos poemas de

Cristina Peri Rossi

Montevideo

Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.

Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.

Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas

Una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.

Y sin embargo
la quise
con un amor desesperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire.

La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos

Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.

Erótica

Tu placer es lento y duro
viene de lejos
retumba en las entrañas
como las sordas
sacudidas de un volcán
dormido hace siglos bajo la tierra
y sonámbulo todavía

Como las lentas evoluciones de una esfera
en perpetuo e imperceptible movimiento
Ruge al despertar
despide espuma
arranca a los animales de sus cuevas
arrastra un lodo antiguo
y sacude las raíces

Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.
Tu placer, animal escaso.

Las palabras son espectros

Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.

Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.

Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas

Una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.

Y sin embargo
la quise
con un amor desesperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire.

La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos

Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.

Viaje

Mi primer viaje
fue el del exilio
quince días de mar
sin parar
la mar constante
la mar antigua
la mar continua
la mar, el mal
Quince días de agua
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
solo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía dónde iba
no conocía el puerto de destino
solo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles
para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga

Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares

Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
—cuánto pesa lo imprescindible—
A veces preferiría no ir a ninguna parte
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.