Desde su publicación, “Poeta en New York” (4) se convirtió en una de las obras fundamentales para descubrir a Federico García Lorca, rebelde, visionario, expectante de los cambios sociales del futuro, porque sus nueve meses en la ciudad de New York, fueron según el bardo “una de las más trascendentales experiencias” (2) de su vida.
Por: José Antonio Luna
El viaje a la ciudad de New York cambió a Federico García Lorca. Después de su regreso a España de su periplo por América; la vida y la producción literaria del poeta dio un giro hacia una poesía testimonial que quedó plasmada en su libro de poesía-Poet in New York- que vio la luz en 1940 años después de su prematura muerte.
La muerte de García Lorca, en los primeros días de terror nacionalista en Granada fue un “crimen de odio”, porque éste era homosexual. El poeta fue fusilado días después de su captura. Fue apresado sin pruebas concretas de su supuesta vinculación con los grupos radicales de izquierda y el bando republicano. Y su ejecución fue perpetrada sin previo juicio civil o militar.
Durante décadas al contrario de la realidad; se manejó la versión fantasiosa que aseguraba que la muerte del poeta había estado rodeada de circunstancias pasionales. Por muchos años se ha querido ocultar las injustas motivaciones que culminaron con la muerte de Lorca y la desaparición de su cuerpo.
¿Fueron los prejuicios homofóbicos de los militares y de los políticos la causa real de la muerte del poeta granadino? Los restos de Lorca fueron inhumados en una fosa común clandestina para evitar actos de protestas de intelectuales del mundo y admiradores del artista. Lorca en realidad fue víctima de la persecución fascista y la fobia homosexual de los reaccionarios que propiciaron la matanza de intelectuales en Granada.
?Por qué había que matar a Lorca? ¿Por qué tanto odio contra el poeta?
Algunos investigadores aseguran que Lorca fue fusilado el 19 de agosto de 1936, dos días después de haber sido detenido por guardias civiles y falangistas en la casa del poeta Luis Rosales (simpatizante de la falange) donde se había ocultado semanas antes al saber que su vida estaba en peligro si permanecía en la casa de sus padres. Lorca jamás imaginó que su vinculación con intelectuales revolucionarios, sindicalistas y algunos izquierdistas españoles, sería utilizada por los nacionalistas y fascistas para asesinarlo una mañana de verano en un camino rural en las afueras de Granada.
A Lorca lo acusaron de “rojo” y de espía de los republicanos, acusaciones falsas que nunca se comprobaron. ¿Pero que fueron suficientes para ordenar su ejecución sumaria y en secreto?
Según Ian Gibson, autor de “El asesinato de García Lorca”, sí.
El poeta era un defensor de la libertad del hombre y enemigo de las injusticias y su homosexualidad siempre incomodo a los retrógrados militares pro nazis y a los conservadores moralistas. Así que el asesinato del poeta fue un asesinato homofóbico con connotaciones políticas lógicamente. Lorca jamás militó en ningún partido ni de izquierda ni de derecha, aunque, sus vinculaciones sociales eran con los grupos de artistas antifascistas y republicanos. Quizás prefería a estos grupos porque las ideas de éstos eran congruentes con su innata tendencia anti burguesa. Para entender las raíces de esta preocupación de Lorca por los problemas sociales hay que analizar dos sucesos cruciales en la vida del poeta: Su estancia en New York en 1929 y su viaje a Argentina en 1933.
A finales de la primavera, junio de 1929, llegó Federico García Lorca a la ciudad de New York para estudiar en la Universidad de Columbia. La estadía en “La gran manzana” que se prolonga hasta marzo de 1930, fue el primer encuentro del poeta con las multiculturales expresiones de la ciudad más importante de Estados Unidos. Los meses en New York sirvieron al poeta de solaz y estudio de un mundo sorprendente muy diferente al de su España sometida, oprimida por la dictadura de Primo de Rivera. Los meses en New York fueron calificados por Lorca como de los más beneficiosos en su vida. Los días en la gran Manzana dejaron una profunda huella en la conciencia del joven Lorca, quien sería asesinado a los 28 años.
De sus vivencias en la ciudad de los rascacielos, García Lorca escribió una serie de poemas donde vislumbra al poeta rebelde y profundamente preocupado por las causas de los explotados y discriminados, quizás intrínsecamente consciente del escarnio que sufrió en carne propia durante su vida.
En 1940 cuatro años después de la muerte de García Lorca, los poemas escritos por el granadino en New York fueron publicados bajo el título: “Poeta en New York” en México y Estados Unidos y con el título “Poet in New York” edición bilingüe de Rolfe Humphries, publicado por W.W. Norton & Co de New York. Los originales del libro los había conservado el poeta José Bergamín Gutiérrez, quien se encargó de la edición mexicana. Lorca le entregó a Bergamín 96 páginas mecanografiadas 26 manuscritos poco antes de su muerte. Bergamín se había exiliado en 1937 en México huyendo del Franquismo. Del material en poder de Bergamín varios de los poemas ya habían aparecido en revistas y otros habían sido leídos por Lorca en diferentes conferencias.
El poema “El rey de Harlem” un verdadero canto a los miserables y marginados del mundo es quizás la más fehaciente prueba del giro político social de la temática del poeta mundialmente conocido por su Romancero Gitano. Los aspectos sociales y culturales son incorporados por Lorca junto a su gran enigma: la muerte y su gran pasión: el amor. He aquí una estrofa del extenso poema “el rey de Harlem” escrito por Lorca en 1929.
“! ¡Ah Harlem!! ¡AH Harlem!! Ah Harlem!
No hay angustia comparada a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse obscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje” (1)
Evidentemente que el Lorca que dejó New York meses después era muy diferente al frívolo y romántico cantor de pasiones que había llegado a la famosa ciudad como lo hicieron antes Martí, Darío. En “La gran manzana” Lorca tuvo su primer contacto con la cultura negra y seguramente que esta realidad deprimente de las minorías en New York influyo en su visión de la vida y que dejo plasmada en sus obras a su regreso a España. La tragedia de los negros, los judíos, los gitanos, las prostitutas, los homosexuales, en fin, de las minorías y marginados…
En el poema “La danza de la muerte” Lorca nos introduce por el laberinto del New York cosmopolita y la tragedia que conlleva para millones el expansionismo de Estados Unidos. También se refiere a la gran depresión de 1929 que sacudió los cimientos del país más poderoso del mundo y su capital comercial New York.
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo viene del África a New York!
Se fueron los árboles de la pimienta,
los pequeños botones de fósforo.
Se fueron los camellos de carne desgarrada
y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico.
Era el momento de las cosas secas,
de la espiga en el ojo y el gato laminado,
del óxido de hierro de los grandes puentes
y el definitivo silencio del corcho.
Era la gran reunión de los animales muertos,
traspasados por las espadas de la luz;
la alegría eterna del hipopótamo con las pezuñas de ceniza
y de la gacela con una siempreviva en la garganta.
En la marchita soledad sin honda
el abollado mascarón danzaba.
Medio lado del mundo era de arena,
mercurio y sol dormido el otro medio.
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Arena, caimán y miedo sobre Nueva York!
*
Desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vacío
donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano.
Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo,
con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles,
acabó con los más leves tallitos del canto
y se fue al diluvio empaquetado de la savia,
a través del descanso de los últimos desfiles,
levantando con el rabo pedazos de espejo.
Cuando el chino lloraba en el tejado
sin encontrar el desnudo de su mujer
y el director del banco observaba el manómetro
que mide el cruel silencio de la moneda,
el mascarón llegaba al Wall Street.
No es extraño para la danza
este columbario que pone los ojos amarillos.
De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso
que atraviesa el corazón de todos los niños pobres.
El ímpetu primitivo baila con el ímpetu mecánico,
ignorantes en su frenesí de la luz original.
Porque si la rueda olvida su fórmula,
ya puede cantar desnuda con las manadas de caballos;
y si una llama quema los helados proyectos,
el cielo tendrá que huir ante el tumulto de las ventanas.
No es extraño este sitio para la danza, yo lo digo.
El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números,
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces,
¡oh salvaje Norteamérica! ¡oh impúdica! ¡oh salvaje,
tendida en la frontera de la nieve!
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Qué ola de fango y luciérnaga sobre Nueva York!
*
Yo estaba en la terraza luchando con la luna.
Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche.
En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.
Y las brisas de largos remos
golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.
La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro
para fingir una muerta semilla de manzana.
El aire de la llanura, empujado por los pastores,
temblaba con un miedo de molusco sin concha.
Pero no son los muertos los que bailan,
estoy seguro.
Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco lágrimas de niña muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba.
¡Que no baile el Papa!
¡No, que no baile el Papa!
Ni el Rey,
ni el millonario de dientes azules,
ni las bailarinas secas de las catedrales,
ni construcciones, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas.
Sólo este mascarón,
este mascarón de vieja escarlatina,
¡sólo este mascarón!
Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!
diciembre 1929.
(Federico García Lorca, Poet in New York, copia del texto original del español de 1940. Traducción de Ben Belitt, 1955, Introducción de Ángel del Río, New York, Grove Press, 1955.)
Otro ejemplo de la preocupación de Lorca, por los acontecimientos en explosiva década del 30 en New York, quedaron plasmados otro poema titulado; “Panorama ciego de New York”, del que sacamos estos versos:
Todos comprenden el dolor que se relaciona con la muerte,
pero el verdadero dolor no está presente en el espíritu.
No está en el aire ni en nuestra vida,
ni en estas terrazas llenas de humo.
El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas
en una pequeña quemadura infinita
en los ojos inocentes de los otros sistemas (3)
Mientras estuvo en New York, Lorca mantuvo una intensa correspondencia con sus padres y familiares. Epístolas que tienen un enorme valor autobiográfico. En sus cartas Lorca habla de sus vinculaciones con los negros de Harlem, sus paseos por Coney Island, la pobreza y opulencia de la gran ciudad, la creciente presencia hispana, Broadway y sus luces, los ghettos, y la tolerancia sexual desconocida en España. Las cartas de Lorca a sus padres son también reveladoras de una profunda amistad libre de prejuicios entre el poeta y sus progenitores.
A su regreso de New York en 1930, Lorca, reinicio sus vínculos con sus amigos escritores, poetas y artistas con los que compartió sus inquietudes por los cambios políticos en España debido al militarismo y la inminente amenaza del Fascista en Europa.
Durante 1930-33 Lorca se expresó abiertamente en contra del fascismo y se solidarizó con poetas y escritores perseguidos en Alemania. También suscribió con otros intelectuales mensajes de solidaridad a favor de dirigentes obreros presos. En esos días, Lorca compartió con Rafael Alberti, María Teresa de León, Antonio Machado y otros escritores tildados de izquierdistas.
En 1932 Lorca viajó a Buenos Aires en una gira teatral por la capital argentina que fue todo un éxito. A su regreso de Argentina, Lorca era sin duda el poeta y dramaturgo español más famoso en América. En Buenos Aires, Lorca fortaleció sus convicciones sociales en contra de la injusticia y la desigualdad de oportunidades para los pobres.
En diciembre de 1934 el diario “El sol” publicó una entrevista con Lorca, donde éste habla de la necesidad de cambios sociales a favor de los pobres. La entrevista fue reproducida en el diario “El defensor de Granada” causó impacto entre los sectores políticos y sociales en pugna. Parece que las declaraciones de Lorca fueron interpretadas por algunos como una definición política del poeta al ideario republicano. En la entrevista con Alardo Prats Beltrán titulada: “Los artistas en el ambiente de nuestro tiempo” Lorca dijo entre otras cosas:
“Pero en este mundo yo siempre soy y seré partidario de los pobres. Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega. Nosotros-me refiero a los hombres de significación intelectual y educados en el ambiente medio de las clases que podemos llamar acomodadas- estamos llamados al sacrificio.
Aceptémoslo. En el mundo ya no luchan fuerzas humanas sino telúricas. A mí me ponen en la balanza el resultado de esta lucha; aquí tu dolor y tu sacrificio y aquí la justicia para todos, aun con la angustia del tránsito hacia un futuro que se presiente, pero se desconoce y descargo el puño con toda mi fuerza en este último platillo”.
Durante 1935 Lorca, alternó su producción literaria con sus actividades de solidaridad y sus amigos republicanos, aunque sabía que la debacle de la guerra se cernía sobre España. En junio de 1936 un mes antes de estallar la guerra, Lorca, logró terminar la tragedia “La casa de Bernarda Alba”, su última producción. A los días sería capturado y muerto.
De allí que la muerte de Federico García Lorca no fuera ni un accidente, ni un error de ofuscados militares, sino al contrario fue un asesinato homofóbico y político rodeado de misterios, no aclarados todavía.
Notas
(1) El extenso poema El rey de Harlem, fue publicado por primera vez en 1933 en la revista “Los cuatro vientos” de Madrid con el nombre “Oda al rey de Harlem”. En la primera publicación de Poeta en New York de la edición de la Editorial Seneca: ediciones Árbol, México, aparece con su nombre definitivo: El rey de Harlem.
(2) Federico García Lorca, “Poet in New York”. Edición bilingüe. Traducciones de Greg Simon y Steven F. White. Edición de Cristopher Mauren. The Noonday Press, 1997.
(3) De la sección III. Calle y Sueños, Poeta in New York, by Federico García Lorca, traslation by Ben Belit, Introducción by Ángel del Río, Grove Press, New York, 1955.
(4) La primera edición en castellano es el original “Poeta en Nueva York”, de Editorial Seneca, ediciones Árbol, México DF. 1940.
Tampa, Florida, enero 2010