LA QUIMERA DE LA PAZ…LAMENTACIONES DE UN POETA

“EL JINETE DE LA GUERRA”

Por Horacio Peña

Ciudad del Vaticano, 3 (AP) -El papa Paulo VI expreso hoy su angustia por lo que calificó como “síntomas de estremecimientos de la guerra que aún surgen hoy en el mundo y paralizan el progreso hacia la coexistencia pacífica”.

*LA PRENSA, abril 3, 1977.
El jinete de la guerra no cesa nunca de cabalgar. Hoy está aquí y mañana allá. Nadie detiene su paso. Se ha perdido la paz interior y ya no existe ninguna otra paz. “Es la tristeza de una civilización insegura de sí misma”, añadió el papa luego. Y una civilización que desconfía. El hombre desconfía del hombre y los pueblos y naciones desconfían de los otros pueblos y naciones. En medio de la oscuridad o en medio de una palabra que se dice sincera, cada uno se prepara para la guerra.
El hombre es el único animal que no aprende de la historia. Ni de la muerte. A cada instante no tan sólo el rumor, sino la realidad de la guerra. El odio y la codicia no nos han permitido la paz, una paz inestable, quebradiza y que huye de nosotros.
No se sabe dónde ni cuándo estallará el próximo conflicto: fronteras, un disparo que rompe el silencio, y luego, hombres en armas, naciones en armas. Regido por el engaño el hombre se engaña y engaña a todos los demás. Dominado por el odio, pone odio en el corazón de todos.
La nuestra es una civilización que no posee ya el sentido de hermandad entre los hombres, cada hombre y cada nación se aísla dentro de ella misma, egoísta. Y sin embargo, si no queremos perecer, la paz tiene que ser alcanzada antes que el mundo se destruya.
“Rogamos porque una humana y civilizada paz espiritual hermane a los hombres y porque el instinto de egoísmo y crimen sea reemplazado por el espíritu de respeto mutuo y colaboración”, señala el Papa.
El viejo hombre debe dar lugar al hombre nuevo. Renovado. Saliendo de ese círculo cerrado en donde dan vueltas y vueltas todos los días, se pondrá a respirar un mundo en donde no exista ya el temor, ni el odio, el miedo a despertarnos en medio de una inmensa locura.
Cada país se arma hasta los dientes. No se detienen en una carrera que sólo los llevará a la nada. A la destrucción total de los hombres y de las cosas. Olvidados de toda compasión, sólo el odio y el afán de poder los mueve y les da una fuerza que es su propia muerte.
Ciegos, elevan proyectiles, inventan bombas y armas secretas. Es la carrera suicida que a nada lleva sino a la extinción y a la barbarie.
Leemos con horror lo sucedido en el pasado. Se ven películas, se ven todavía testigos que sobrevivieron a una guerra u otra, los oímos hablas de estas cosas, pero no se aprende y se continua en la oscuridad, perdidos en el odio y el egoísmo. Se sale de una guerra y se entra a otra. El holocausto no termina. El hombre está sordo al gemido. Mudo, no pronuncia la palabra que los puede salvar. Ya sólo sabe cómo dar muerte, ya sólo sabe cómo perfeccionar sus armas.
La visión del cataclismo atenaza al hombre que todavía cree que algo se puede salvar y que la aurora seguirá apareciendo. Rubén Darío en su poema “Pax” ve y siente la angustia que oprime al creyente.

En sangre y llanto está la tierra antigua.
la Muerte, cautelosa, o abrasante, o ambigua,
pasa sobre las huellas
del Cristo de pies rosados
que regó las lágrimas y estrellas.

Del hombre depende la salvación o de la destrucción del hombre. La guerra que todo lo termina, o la paz que nos permite seguir viendo la aurora, el rostro de la muchacha enamorada, y contestar a la pregunta del niño.

*El diario LA PRENSA de Nicaragua, dejó de circular en su formato impreso el año pasado 2021 después de que fuera intervenido por el gobierno de Daniel Ortega y que su gerente general Juan Lorenzo Hollman fuera encarcelado: dejando a Nicaragua sin el único medio impreso que existía. La Prensa desde su fundación 1926 había dejado de circular por motivos de fuerza mayor como ocurrió con el terremoto de 1972 que destruyo sus instalaciones de la vieja managua, pero nunca había sido ni intervenido ni clausurado como ocurrió ahora con el gobierno orteguista.

HP/16 de abril 1977.