HORACIO PEÑA Y SU NARRATIVA INSTROSPECTIVA

EL FOTÓGRAFO DEL
INFINITO

-Después de muchas vidas y muchas muertes, me repite por tercera vez,
logré captar el milagroso rostro del infinito. –
Me lo muestra.
Sobre un reluciente papel, completamente blanco y completamente
negro, no aparece nada, no se ve nada.
-Aquí no hay nada, absolutamente nada, le comento.
-Precisamente me contesta. Usted no ve nada, porque el rostro del
Infinito es la nada.
La nada es el rostro del infinito. – Se sonríe.
Y ya apresta su cámara para tomarme una foto, mientras yo, lleno de
asombro, me pierdo, una vez más, para siempre, en el rostro
milagroso de la nada, que es el rostro milagroso del infinito.
Febrero 2021.

LA MUJER EN
EL BALCÓN

No podría decir que es la obra maestra de la exhibición, pero si, la más intrigante. El paisaje de colores violentos y amenazantes, cuando la luz entra
por la ventana, se vuelven placidos y serenos, y el rojo pierde su intensidad
de pesadilla, y el verde oscuro, es un verde límpido y claro.
Lo mismo podría decirse de la distancia, entre el que ve o la que ve, y lo visto.
De súbito la mujer parece desaparecer, realmente desaparece.
Es lejana, ausente, nunca existió. Y el que la ve, o la que la ve, se siente que está dentro del cuadro, junto a ella, en el balcón. Otra ilusión.
Es una mujer joven, dependiendo del ángulo en que se la mire, y a veces es una anciana que naufraga en el tiempo.
Es una mujer medieval, de la colonia renacentista, con sus joyas y su traje de gala, afelpado y sus encajes. Es una campesina, una india, una obrera en la
fabrica de nuestro desesperado mundo. Un desnudo que nada en el mar de la
noche. Mujer mística y mítica.
-Que le parece el cuadro? me pregunta con voz insinuante una de las visitantes.
Y yo miro de nuevo para hacer un comentario, pero todo desaparece de
pronto, y un eterno espacio vacío invade ahora toda la pintura “La mujer en el
balcón”.
Octubre 2022.

PÁJAROS

-En nuestra cultura que es tan antigua como el agua y como el fuego, me
explica una de las ancianas de la tribu, el pájaro es el símbolo del alma. Es el
alma.
Nuestra gente temblorosa y anhelante, lo dibuja y graba siempre en las paredes de las cuevas y en las piedras. Usted los puede ver y tocar, ahí están: solos, en parejas o en bandadas-. Caminamos a campo abierto.
Caminamos.
-Cuando alguien muere, me continúa diciendo, el alma sale del cuerpo en
forma de pájaro, y según el bien o el mal que haya hecho en su vida, el alma-pájaro, el pájaro-alma, vuela hacia el este, el reino de las luces, o al oeste, el
reino de las sombras-.
Se detiene, calla, mira al cielo, levanta los brazos y me señala: -Allá van
mírelos, allá van-.
Y yo veo una bandada de pájaros-almas que surcan el espacio en una interminable y profunda línea horizontal, pero luego rompen fila y se dividen: unos vuelan hacia el este, y con sus esplendidos plumajes blancos iluminan el cielo, y otros vuelan hacia el oeste, y oscurecen el cielo con sus densos y espesos plumajes negros.
Enero 2022.
EL PAYASO
-Yo soy el hombre más triste, me confiesa, cuando no hago reír al mundo.
Yo para eso nací, para hacer reír con mis chistes y mis piruetas. –
Se coloca una colosal nariz roja y una enorme peluca amarilla.
-Desde niño, esa es la misión de mi vida: hacer reír. Ellos vienen a verme
con su cruz a cuestas de cada día, para no sufrir esa angustia y miedo que
los envuelve. –
Se calza unas alanchadas babuchas y comienza a pintarse la cara. Su
sonrisa va de oreja a oreja como una inmensa media luna.
-Aquí los hombres, las mujeres y los ancianos, todos son iguales: tristes.
Todos ellos y los niños vienen a verme para olvidar la violencia
que reina en el mundo. Violencia, guerras, no tan sólo en las ciudades
lejanas que aparecen en la televisión, sino en las calles de sus propias
ciudades. Violencia sexual, racista, terrorismo de toda clase.
Ven a los inmigrantes que mueren en el mar, en el desierto.
Ven largas filas de gente pidiendo comida. Y yo me digo: aquí está el payaso
para hacerlos reír y salvarlos.
Se pone su lazo azul, ve viste con sus abombados pantalones de rayas
verticales a colores, y se sonríe en el espejo.
-A salvarlos con la risa-me dice y sale.
Y yo me quedo en el camerino y oigo los aplausos, y las risas y los gritos
que vienen de la pista.
– ¡Que viva el payaso, que viva! –
Y yo sé que es el hombre más feliz de la tierra: con sus chistes y sus piruetas
está haciendo reír y salvando, a un mundo inmensamente doloroso y
triste.
Mayo 2021.