DASH SNOW, ALGO MAS QUE REALISMO MÁGICO

Por: José Antonio Luna

Rodeado de envases vacíos de cerveza, una botella de ron, jeringas y sobres con heroína murió a los 27 años, Desh Snow (Julio 27, 1981- Julio 13,2009), uno de los más talentosos y controversiales artistas contemporáneos de Estados Unidos.

La muerte de Snow, prematura, ha conmovió artístico del “Village” de New York, donde el fotógrafo y escultor deambulaba diariamente entre bares y estudios fotográficos, galerías y los lugares clandestinos de venta y uso de drogas desde opio a la marihuana.

El llamado submundo de “La gran manzana” fue el gran teatro de Snow quien con una polaroid comenzó a divulgar “la vida cotidiana” del New York poco conocido.

Desh Snow a quien el The New York Time llamó “An Enfant Terrible” era la encarnación del artista insatisfecho. Del rebelde que no aceptaba normas ni cánones que atentaran contra su libertad, contra su soledad, contra su visión realística de un mundo adverso, cruel, hipócrita.

La muerte de Snow solo comparada con la de Kurt Cobain, Jimi Hendrix o Janis Joplin, ocurrió cuando el artista estaba en la cúspide. Tenía fama y fortuna. Ya superaba los estereotipos y los rechazos. Sus fotografías, sus collages, sus esculturas y graffiti eran demandadas –perseguidas- por los coleccionistas, y sus obras eran reclamadas para exposiciones en Berlín, Londres, Noruega, Portugal, pero especialmente en su ciudad: New York.

A Snow, no le faltaba nada, según sus amigos. Pero era un solitario que encontraba en “los paraísos artificiales” el aliciente para sobrevivir en una sociedad que no aceptaba.

El día de su muerte rentó un cuarto en Lafayette House del Village. Antes de caer en la inconciencia y al filo de la media noche del 13 de julio llamó a la modelo Jade Berreau, la madre de su única hija Secret y le dijo tartamudeado entre susurros “Adiós. Te amo. Nos veremos en el mas allá”.

Fue encontrado por Berreau y otros amigos, en el cuarto numero 11 de su hotel preferido; estaba en la bañera inconciente. Los intentos de los paramédicos para revivirlo fueron inútiles.

Prolífico e ingenioso artista, Snow había difundido su desconcertante manifestación creadora en 28 exposiciones alrededor del mundo cuatro de las cuales fueron individuales.

Junto con otros ‘ousiders” de New York había atraído a clientes de sus trabajos estrambóticos. Sus seguidores y admiradores compraban sus atrevidas fotos y retratos como pan caliente.

Snow pertenecía al grupo de individuos del Art Brut, tendencia artística que Jean Dubuffet considera: “expresiones artísticas creadas en soledad y por impulsos creadores puros y genuinos sin la preocupación de la competencia, la fama y el reconocimiento social”.

Pablo Picasso, se refirió alguna vez al Art Brut como la tendencia artística de los marginados. También a los ‘ousiders’ le han calificado como artistas visionarios (visionary Art) o artistas intituivos (Intituive Art).

Verdadero rebelde, Snow huyó de su casa a los 13 años para vivir en las calles de New York juntándose con otros vagabundos y artistas renegados. Hijo del músico Christopher Snow y Taya Thurman hija de la famosa coleccionista y filántropo Christophe de Menil, rechazó los privilegios del niño rico y siempre sobrevivió de su ingenio.

Se alimentaba de lo que conseguía pidiendo o robando a veces antes de la fama. En esos días de vagabundeo por su ciudad, Snow, pintaba de graffiti todo lo que podía. Vendía sus collages en unos pocos dólares a los caminantes del Village y SOHO.

Su talento y creatividad son sinónimo de excentricismo, locura, violencia, pornografía…temas para reflexionar. Las fotos y los collages de Snow; reflejaban la realidad cotidiana de una sociedad donde el más fuerte pisotea al débil y donde los dólares compran todo. Donde la opulencia se mezcla con la miseria y las drogas corren a granel.

Hasta el periódico de los millonarios se había ocupado de Snow en los últimos años. En 2006 un crítico de arte de The Wall Street Journal, lo calificó como uno de los “mejores 10 artistas emergentes de Estados Unidos”.

Snow entró en el panteón de los genios que sobrepasan el espacio y el tiempo, como Kafka y Antonin Artaud, el alienado que en busca de una cura para su mal utilizo el “peyote”, como lo hechiceros Tarahumara.

Quizás estas afirmaciones de Artaud, clarifiquen mejor el legado de un artista como Dash Snow. “No hay nadie que haya jamás escrito, pintado, esculpido, modelado, construido, inventado, a no ser para salir de su infierno”.

Tampa, Florida, 27 de Julio 2009.