JULIO CORTAZAR ICONOCLASTA Y SOLITARIO

Por: José Antonio Luna 
Del libro inédito: De la poesía a la novela
Julio Cortázar (26 de agosto 1914-12 de febrero1984) fue un iconoclasta solitario que hasta su muerte rechazó la pomposidad. Estando en su lecho de muerte al oír a dos supuestos amigos “repartirse sus despojos para venerarlos”, le dijo a Aurora: “sacá a esos dos tipos de acá y pone el concierto para clarinete de Mozart”. Murió oyendo  a Mozart   acompañado solamente de su primera esposa Aurora Bernárdez.
El escritor Argentino tuvo una vida marcada por el exilio. Desde 1950 se marchó a Paris  descontento con el Peronismo. De la a mano de Aurora quien sería su lazarillo en sus últimos años de vida, empezó su vida en Francia.
El profesor de provincia quien jovencito dio clases en Chivilcoy, comenzó su carrera literaria con la poesía.
En 1938 publicó su poemario Presencia y firmó el libro con el seudónimo de Julio Denis. La obra que lo catapultó a la fama fue su libro de cuentos Bestiario publicado en 1951, trece años después de su poemario.
Ya famoso y en la última década de su vida, Cortázar recordó esos días de anónimo profesor de provincia, cuando era “un hombre orquesta” que daba clases de: historia, lógica, ciencias, matemáticas, geografía en los colegios secundarios. Y la soledad irreparable que le dejó la ida de su padre para siempre cuando él tenía solamente la edad de 6 años. A los 2  años de haber regresado de Bruselas-donde nació-  su padre se fue “para siempre” dejando a su madre a él y a su hermana en Banfield, Buenos Aires. Niño enfermizo Cortázar se convirtió en un ávido lector en su lecho de enfermo. Cuando tenía unos 9 años un doctor le dijo a su madre que había que prohibirle los libros y sacarlo más al sol. “Recetó que había que prohibirme los libros” cosa que mi mamá no quería hacer. Situación que lo hizo dejar un poco la lectura en ese entonces para darle gusto al médico.
Indiscutiblemente Cortázar fue uno de los precursores de la narrativa fantástica que  aglutinó en el llamado “Boom” Latinoamericano a: Augusto Roa Bastos, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, y Mario Vargas Llosa. Pero a diferencia de sus compañeros Cortázar, fue un intelectual que apoyo incondicionalmente las Revoluciones Cubana y Nicaragüense a los gobiernos progresistas latinoamericanos (La presidencia de Salvador Allende, etc.); condición que le granjeo el   rechazo y la censura de las dictaduras militares de turno y la crítica de algunos ideólogos “revolucionarios” que lo acusaron de burgués y de protestar desde una buhardilla de Paris.
Algunos amigos de Cortázar consideran que en sus últimos años el escritor fue víctima de su buena voluntad, de su solidaridad con las izquierdas latinoamericanas. Los políticos inescrupulosos manipulaban su prestigio  y fama en favor de sus intereses partidarios.
Yo conocí a Cortázar a finales de la década del 60, cuando cayó en mis manos Rayuela su novela más popular y más conocida en la Nicaragua en ese entonces. Los estudiantes de periodismo del Recinto Universitario Rubén Darío de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN, alternábamos la lectura de los vanguardistas, post-vanguardistas y lógicamente a Rubén Darío con las obras de los escritores emergentes del boom. Después lo conocería en persona en septiembre-creo- de 1979 cuando llegó a solidarizarse en in situ  con la revolución. Mi impresión de Cortázar fue  la de un hombre triste y tímido de voz sonora, con enormes manos y pies gigantes. Me imaginé a un personaje de novela  que nunca terminaría de crecer. Se dijo ese entonces que padecía de una enfermedad  de los huesos.
Rayuela me impresionó por lo enigmático de las narraciones, poco convencionales. La narrativa de Cortázar que me atrapó – cuando todavía no cumplía 20 años- fue su magistral manejo de las descripciones de las calles de Paris y Buenos Aires. Las famosas ciudades con  sus parques, cafés, sus intelectuales y vagabundos. Los detalles de las  avenidas, los retratos los pintores  y las mujeres espigadas y las rubias como Brigitte Bardot. El desfile impresionante de personajes famosos. También Cortázar me permitió comparar sus descripciones  de La ciudad Luz  con las de Zolá del siglo 19 en  su ”Le  ventre de Paris”.
Sobre su experimento de escribir Rayuela dijo Cortázar que “había sido una tentativa de llegar mediante la negación a la negación de la realidad cotidiana de la vida”.
Antes ya había leído Pedro Paramo de Juan Rulfo. Después fueron llegando a la UNAN, La Ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, La Mala hora, La hojarasca y lógicamente Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez.
Es posible que  del grupo de escritores del Boom Latinoamericano, que más ha influenciado a los narradores nicaragüenses contemporáneos de entonces  sea Julio Cortázar. Su influencia es detectable fácilmente  en las obras  del novelista Sergio Ramírez Mercado.
La nueva narrativa latinoamericana (realismo mágico, cuento fantástico, cuento metafísico y crítica a la realidad social etc.) se enriqueció con Cortázar. El argentino dejó plasmado en sus cuentos toda una época de su entorno. Dominó las técnicas del cuento como un verdadero maestro. Este manejo del cuento corto se evidencia especialmente en su obra Todos los fuegos el fuego, que es poco famosa.
Sobre sus primeras pasos por la narrativa Cortázar afirmó en una entrevista que su obra fue hecha en la soledad, en la pobreza como sucedió con otros miembros del Boom-García Márquez, Vargas Llosa-que no contaron con el apoyo de las casas editoriales en sus primeras publicaciones. “Ellos no nos inventaron a nosotros, nos publicaron porque éramos excelentes escritores”.
Manuel Antin, prestigioso cineasta, actualmente director de la Universidad del cine de la Argentina, dijo en una oportunidad que las dos personas del mundo de la política que se “peleaban” los restos de Cortázar eran extranjeros, lo que significa que ni eran argentinos ni franceses. En esos días de la muerte de Cortázar, personajes de la revolución Sandinista andaban tras  el escritor día y noche. Delegados del sandinismo eran como su sombra y hasta le habían designado una casa de descanso en una playa del pacifico nicaragüense. Entre estos personajes que querían llevarse los restos de Cortázar de Francia, ¿no está un nicaragüense?
Afirma Antin que decían ante el moribundo: “yo me lo llevo acá” por seis meses tú te lo llevas…”
Manuel Antin trasladó a la pantalla grandes varias obras de Cortázar y fue quien lo defendió cuando fue juzgado “por mal argentino” por un grupo de intelectuales de su país. Cortázar quedó enterrado en Montparnasse y los deseos de esos políticos por fortuna jamás se cumplieron.
La muerte de Cortázar tuvo un final ilógico como para una historia de Rayuela.
 
Tampa, Florida, Agosto 2014.