CUATRO CUENTOS FANTÁSTICOS DE HORACIO PEÑA

EL FOTÓGRAFO DEL INFINITO

Después de una larga espera y mucha paciencia logra captar una imagen milagrosa del infinito.
Me la muestra. Sobre un luciente papel, todo blanco o todo negro, no existe nada, no aparece nada.
Aquí no hay nada, no veo absolutamente nada– le comento
Precisamente, me contesta, usted no ve nada, porque el infinito es la nada. La nada es el infinito-.
Y ya apresta su cámara para tomarme una foto, mientras yo, todo lleno de asombro, me asomo una vez más, al rostro infinito de la nada.
Mayo, 2017

PÁJAROS

En algunas religiones antiguas, como la mía, me explica una anciana de la tribu, el pájaro era el símbolo del alma. Era el alma. Mi gente, entre temerosa y anhelante, lo dibujaba y gravaba en las paredes de las cuevas.
-Usted los puede ver y tocar, ahí están, solos, en parejas o en bandadas. –
Caminamos a campo y cielo abierto. Caminamos.
-Cuando alguien moría, el alma salía del cuerpo en forma de pájaro, y se juntaba con todas las almas.
Después de cierto tiempo, se separaban, unas volaban hacia el este, el reino de la luz, y otras volaban al oeste, el reino de las sombras, según los actos de su vida. –
Se detiene, calla, mira al cielo, levanta los brazos y me señala:
-Alla van, mírelos, allá van. –
Y yo miro una bandada de pájaros-almas que surcan el cielo, en una profunda línea horizontal.
-Mírelos otra vez, mírelos otra vez.
Y yo veo que los pájaros-almas rompen la unidad del vuelo en el cielo, y se dividen, unos vuelan hacia el este y otros hacia el oeste.
Agosto 2017

EL PAYASO

-Yo soy el hombre más triste del mundo, cuando no hago reír a la gente. Yo para esto nací, para hacer reír con mis pantomimas y mis piruetas.
Se coloca una colosal nariz roja, su infaltable corbata de lazo y una enorme peluca amarilla.
-Desde niño. Esa fue mi misión: hacer reír. Ellos vienen a mí con su triste vida a cuestas, y desean reír, quieren que yo los salve de la injusticia y ansiedad en que viven.
Se calza unas alanchadas babuchas y empieza a pintarse todo el rostro. Su sonrisa va de oreja a oreja, como una inmensa media luna.
-Todos los niños que vienen a verme, aun los niños ricos, muestran un rostro triste. Ven la violencia, toda clase de violencia, no tan solo en la televisión, sino en las calles de sus propias ciudades: violencia sexual, violencia de la guerra, ven las oleadas de pueblos inmigrantes que cruzan el mar o el desierto, los ven morir, cruzando el mar y el desierto, ven las largas filas hambrientas que piden un poco de comida.
Los que vienen a verme:   mujeres, hombres, niños, ancianos. Son todos iguales: tristes. –
 Se viste sus abombados pantalones de rayas verticales, a colores, se mira en el espejo y se sonríe.
-A hacer reír-, me dice, y sale.
Yo me quedo en su camerino, y puedo oír los aplausos, las risas y la gritería de la gente bajo la carpa del circo Iluminado: ¡Viva el payaso! ¡Viva el payaso! ¡Que viva!
Y yo siento una inmensa alegría, porque sé que el payaso es el hombre más feliz sobre esta amarga tierra: está haciendo reír a un mundo triste.
Septiembre 2017

LA MUJER EN EL BALCÓN

No podría decir que “La mujer en el balcón”, es la obra maestra de la exhibición, pero si, la más intrigante.
El paisaje de colores vivos y amenazantes se vuelve de pronto placido y sereno. El rojo pierde por momentos su intensidad de pesadilla, y el verde oscuro se disipa a ratos en un verde claro y límpido.
Lo mismo puede decirse de la distancia, entre el que ve, o la que ve, y lo visto. Súbitamente la mujer
desaparece, nunca existió. Y de pronto reaparece arrastrando hacia el cuadro al visitante, que ahora está junto con ella en el balcón.
Es una mujer joven, depende del ángulo de la sala desde donde se la mira, o una mujer llena del tiempo, de tiempo.
Es una dama del renacimiento o de la colonia, o es una campesina de la pintura de los Países Bajos, alegre y despreocupada, al menos, así me parece a mí, o una de nuestras campesinas sudorosa, agachada, que trabaja de sol a sol.
Es una mujer que se despoja de sus ropas, encajes y bordados, y es ahora un desnudo que corre entre los árboles.
Es una mujer mística y mítica, y es al mismo tiempo, una mujer de nuestro desesperado mundo de hoy.
¿Qué le parece la pintura? – me pregunta una voz insinuante,
y yo vuelvo a mirar “La mujer en el balcón”, para dar una respuesta, pero ahora, una creciente oscuridad que me ciega invade todo el cuadro, y hace desaparecer a la mujer de voz insinuante, y a la mujer del balcón.
Diciembre, 2017.