Por Gustavo Adolfo Montalván Ramírez para www.escritoreslibres.org

Walt Whitman está considerado como el mejor poeta estadounidense por la crítica mundial. Darío así lo manifestó estando en Chile (1888), y se adelanta a reconocerlo ante su maestro Antonino Aragón, antes de escribir su poema de Whitman en “Medallones”, con lo cual creía el autor de Azul… (Guatemala, 1890), que esto era para el poeta norteamericano, el más alto reconocimiento

“Yo creo –escribe Darío en su carta privada y que la publica en el Diario La Época de Chile- que el culto de la sagrada naturaleza, de Dios grande y universal, de la ley misteriosa y potente que lo rige todo, de la piedad inmensa, debe de ser el culto de todo poeta. Y el Cosmos, el objetivo del sublime amor. ¡Ah, y he aquí que, por obra de un siglo de luchas como el presente, hay tantos Orestes perseguidos por las tremendas furias de la duda! Ante la erguida estatua de Schopenhauer colocaría yo, alta y radiante, la del luminoso Hegel; más aún, sobre todos los sombríos pensadores desfallecientes, en medio de las tinieblas filosóficas antiguas y modernas, miro augusta y sacerdotalmente profética la figura de un anciano que todavía vive, que ha aparecido en las regiones del porvenir y de la libertad y cuya voz empieza a resonar por todas partes porque es él hoy el primer poeta del mundo, y ama a la humanidad con amor inmenso, así como Hugo, más que Shelley y el pálido Dostoievski: me refiero a Whitman, el pontífice y yankee de la barba blanca.”1

¿Qué tipo de ave heráldica pasó sobre la cabeza del pensador poeta Rubén Darío, para escribir tan novedosamente en el Diario La Época, de Chile, en noviembre 16 de 1888? ¿No ha bastado Azul…, con todos sus encantos, de dulces cuentos y poemas en prosa? Pareciera que las alas del Pavo Real moderno, abre más su plumaje de colores…

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