(A Carlos Martínez Rivas)

Por: José Antonio Luna

Allí viene Carlos Martínez bajando del colegio
Centroamérica su refugio, su claustro.
Viene a paso rápido, a paso rítmico, agitado y silencioso.
Su cotidiana cita con la realidad incomprensible, ilógica. 

El sol saliendo entre la bruma del Cocibolca.

El poeta, a paso rápido en la calle de tierra
sudoroso, agitado, con los ojos tristes
religiosamente, con disciplina espartana,
su primera estación donde “Genoveva”
para  libar néctar puro en la mañana,
y recordar a la enigmática Esfinge.
Guaro lija del mejor y…conversaciones vespertinas.

 La brisa (rumor) del lago a lo lejos.

Los carretoneros, los albañiles, los obreros y el intelectual juntos,
unidos en el aullido de la vida, en el peregrinar diario.
Con el sol a sus espalda seguía su peregrinar entre el bullicio de los desposeídos.
Los burgueses durmiendo placidamente… a piernas sueltas en
sus casonas coloniales, en sus camas, dentro de sus mosquiteros.
Ya mas despierto, más animado, seguía
su camino; a paso rápido, silencioso hacia el mercado.
Compraba sus huevos duros envueltos en hojas de plátano,
huevos duros, su caviar, proteína pura.
Y su mini-de ron flor de caña.

Los cascos de los caballos de un coche…resuenan en La Atravesada

Café y ron flor de caña para animarse y revitalizarse.
Carlos, excéntrico, extrovertido, extraordinario, excelso,
dormitando  en la mecedora, su silla abuelita preferida
corredor de la casa 108 de la Calle Estrada.

Las campanas de La Merced avisando la misa de muerto

Un solitario interlocutor: Alberto Cuadra Mejía.
Y Carlos incansable, recordaba entre el sorbo de café
Y el ron a:
Mallarmé,
Baudelaire,
Rimbaud,
Vallejo,
Lord Byron,
Verlaine,
Whitman.
 
José Antonio Luna   
Tampa, Florida, Febrero 1, 2011

 

 

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