Por José Antonio Luna
Editor www.escritoreslibres.org

Después de la Biblia, una de las obras literarias tan conocida como el Quijote de Cervantes, es Cien Años de Soledad del colombiano Gabriel García Márquez, GABO, (1927-2014) el más famoso de los escritores del Boom Latinoamericano y padre del “Realismo Mágico”.
Con Cien años de Soledad hubo un auge de la literatura Latinoamérica, que invernaba desde los viejos tiempos de Darío, Martí, Gallegos. Y Así después de casi 50 años el Realismo Mágico y sus representantes más sobresalientes: Roa Bastos, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa-todavia vivo- y uno que otro poeta como Pablo Neruda, sacaron del silencio a las letras latinoamericanas. Todos estos escritores, aunque tímidamente consideraban a Rubén Darío, como uno de los precursores del Boom, que floreció en Europa, específicamente en Barcelona, la Ciudad Condal, desde donde se proyectaron al mundo.
“La década de 1960 marcó para América Latina una época de inmensa creatividad, unificación emotiva y difusión internacional en la música, la poesía, la pintura y, sobre todo, la literatura”. (El Boom de la novela y el latinoamericanismo de los sesenta -Enrique Yepes).
Pero lógicamente estos novelistas guardaron cierta distancia de Rubén Darío, porque era conveniente o porque el vanguardismo acaparaba su atención; pero cuando hablaban de poesía tenían que mencionar al padre del modernismo porque: “la poesía existirá mientras exista el problema de la vida y de la muerte” … y porque “no hay escuelas, hay poetas”.
El único novelista que ha hablado ampliamente de la influencia de Rubén Darío en sus cuentos y novelas fue Gabriel García Márquez. Gabo, voraz lector de buena y mala poesía en su juventud y lógicamente en sus años de estudiante leyó ávidamente al bardo nicaragüense. Hay “insinuaciones” ocultas en las novelas de Gabo, donde Darío está presente.
EL OLOR DE LA GUAYABA LIBRO CLAVE
PARA CONOCER LA VIDA Y OBRA DE GABO
Para develar esta influencia, poco conocida, de Rubén Darío en la obra de Gabo hay que escudriñar el libro El Olor de la Guayaba (Editorial Bruguera, abril 1982, Barcelona, España), conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza. Obra que es un parte agua en la vida de Gabo porque meses después de la publicación de estas conversaciones con Plinio Apuleyo, ya hace 40, ganó el premio Nobel de Literatura.
En El Olor de la Guayaba, Gabo y su amigo Plinio; hablan de sus vida privada y literaria franca y ampliamente y sin las presiones de la fama que le trajo el Nobel a García Márquez.
Después de ganar el Nobel, Gabo tuvo que acomodar sus historias a las exigencias de la avalancha de periodistas y escritores que lo buscaban para entrevistarlo, aunque desde hacía mucho tiempo tenía que enfrentar con resignación la demanda de sus versiones sobre su vida y obra…” el periodista se disgustó, pues no podía entender que yo explicara mi método de trabajo de un modo diferente para cada ocasión. Sin embargo, así era. Cuando se tiene que conceder un promedio de una entrevista mensual durante doce años, uno termina por desarrollar otra clase de imaginación especial para que todas no sean la misma entrevista repetida” … (NOTAS DE PRENSA,
Editorial Suramericana, Segunda edición.1993)
Veamos entonces hasta donde Rubén Darío es una referencia en la novelística de García Márquez:
– ¿En cuál de tus libros crees que se observa más tu formación poética?
-Quizás en El Otoño del patriarca.
-Que tu has definido como un poema en prosa-
-Que yo trabajé como si fuese un poema en prosa.
¿Te has dado cuanta que allí hay versos enteros de Rubén Darío?
El Otoño del Patriarca está lleno de guiños a los conocedores de Rubén Darío. Inclusive él es un personaje del libro. Y hay un verso suyo, citado al descuido; un poema suyo, en prosa, que dice:
“Había una cifra en tu blanco pañuelo, roja cifra
de un nombre que no era el tuyo, mi dueño”.
(El Olor de la guayaba, página 71. abril 1982).

Gabriel García Márquez, nunca pudo liberarse de la influencia de la poesía en su vida y obra. Era un asiduo lector de poesía clásica, moderna y contemporánea de todas las regiones y de todas las culturas. Por eso en un texto titulado: la poesía al alcance de los niños hace referencia a sus primeros contactos con la poesía. Rememorando a su maestra que le enseñó a leer a los cinco años dice: “Fue ella quien nos leía en clase los primeros poemas, que me pudrieron el seso para siempre”,
Dice García Márquez que su experiencia con la poesía fue la causante de haber decidido convertirse en escritor en los años que vivió en soledad en Bogotá, la capital fría donde “su único consuelo fue la lectura”.
“Felizmente tuve por aquella época una revelación literaria: los jóvenes poetas colombianos que, bajo la influencia de Rubén Darío, de Juan Ramón Jiménez y la más inmediata y evidente de Pablo Neruda, habían formado un grupo llamado de “Piedra y Cielo”. Literariamente subversivo, aquel grupo acabó con los románticos, los parnasianos, y los neoclásicos. Se permitían con las metáforas fulgurantes audacias. “Eran terroristas de la época, -dice García Márquez-, Si no hubiera sido por de Piedra y Cielo no estoy seguro de haberme convertido en escritor”. (Olor de la guayaba, página 57.)

UN CORONEL, UN HÉROE DE GUERRA Y EL HIELO
Una coincidencia con Rubén Darío, que García Márquez, nunca explicó, quizás porque no estaba consciente de la misma, es, que el comienzo de Cien Años de Soledad, su obra cumbre, está relacionado con detalles de la niñez de Darío. Comienza Cien años de Soledad:
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Rubén Darío en el capítulo II de su autobiografía narrando algunos recuerdos de su infancia. Rubén habla con ternura de su tío abuelo el coronel Félix Ramírez quien lo fue a buscar hasta Honduras para acogerlo en su casa de León. Dice Darío: “Le recuerdo como un hombre alto, buen jinete, algo moreno, de barba muy negras. Lo llamaban “el bocón”, seguramente por su gran boca. Por él aprendí pocos años más tarde a andar a caballo, conocí el hielo, los cuentos pintados para niños, las manzanas de california y el champaña de Francia”.
Leer poesía sublimiza. Y Gabo no perdió la oportunidad de hacer un Brindis por la poesía en la ceremonia cuando recibió el premio Nobel de literatura 1982 en Suecia.

BRINDIS POR LA POESÍA
Después de las palabras protocolarias y los agradecimientos ante los nobles y la audiencia escribió Gabo:
…Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana que cuece los garbanzos en la cocina y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por esas virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora evidencia de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras América, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: La poesía.
(fragmentos del discurso: Brindo por la poesía)

DARÍO Y MÁS DARÍO
En la biografía autorizada GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ UNA VIDA, Gerald Martin, hace alusión a un Gabo obsesionado con la poesía en sus años juveniles cuando utilizó el seudónimo de Javier Garcés en sus encendidos versos de amor y desesperación.
Bajo la tutela del poeta Carlos Martín uno de los entusiastas del grupo literario “Piedra y Cielo”, el joven Gabriel “ya estaba escribiendo poesía bajo el seudónimo de “Javier Garcés. Martín se centraba en especialmente en las obras de Rubén Darío, el gran nicaragüense que había revolucionado, prácticamente sin ayuda de nadie, el lenguaje poético tanto en España como de América Latina entre 1888, cuando apareció azul y 1916, fecha de su muerte. Darío cuya infancia guardaba inquietantes paralelismos con la de García Márquez, se convertiría en uno de los principales dioses del Olimpo poético de los jóvenes colombianos”. (GGM una vida, cap. 4 página 112.)
Aclara Martin que García Márquez, empezó a componer poemas “al estilo de…” pastiches, de las técnicas de grandes figuras españolas como Garcilaso de la Vega, Quevedo y Lorca, y de latinoamericanos como Darío y Neruda”. “Escribía sonetos por encargo de otros chicos, con los cuales obsequiaban a sus novias, y en una ocasión una de las destinatarias, desavisada, le recitó uno de ellos”.
En 1945 ya rondando los 18 años García Márquez, siempre con su seudónimo de Javier Garcés hizo un poema que dice Gerald Martin fue para una niña llamada Mercedes Barcha de apenas 11 años en ese entonces y que Gabo había conocido varios años antes cuando ella tenía solamente nueve añitos, pero desde esa fecha supo que sería su esposa.
El poema, un soneto, fue titulado: “Soneto matinal a una colegiada ingrávida”. “y existen motivos de peso para suponer que la colegiala en cuestión no era otra que Mercedes Barcha” quien estaba terminando los cursos de primaria.
El poema que circuló por los pueblos de la costa de Zipaquirá y Magangué, volvió muy conocido al poeta Garcés.
La versión que se conserva del mismo se titula simplemente “Niña”, y va firmado por Javier Garcés.

Niña

Al pasar me saluda, y tras el viento
que da el aliento de su voz temprana,
en la cuadrada luz de mi ventana
no se empaña el cristal, sino el aliento

Es tempranera como la mañana,
cabe en lo inverosímil como un cuento,
y mientras cruza el hijo del momento,
vierte su sangre blanca de mañana.

Si se viste de azul y va a la escuela,
nadie adivina si camina o vuela,
porque es como la brisa, tan liviana

que en la mañana azul nadie precisa
cuál de las tres que pasa es la brisa,
cual es la niña y cuál es la mañana. (59)

Sentencia Martin: Si el soneto está realmente dedicado a Mercedes, es una de las pocas cosas que García Márquez, ha dicho nunca sobre ella sin un deje de humor e ironía.

JALuna
Tampa, Florida. Agosto 2022