MEMORIAS DE LA REVOLUCIÓN TRUNCADA

Gary Lee O’Neal, revela la misteriosa muerte de Allegrett, el ataque al Bunker y otros secretos…y la huida del general Anastasio Somoza Debayle

Por José Antonio Luna

El Ranger, Gary Lee O’Neal, retirado de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos, especialista en contra insurgencia, en su libro American Warrior The true story of a leyendary Ranger-Gary O’Neal with David Fisher, Thomas Dunne Books, St. Martin’s Press, 2013 New York, NY. abunda en detalles de la “guerra sucia” de soldados de fortuna del Ejército de Estados Unidos contra los sandinistas en la Insurrección de 1979. Cuenta como se salvó de milagro del atentando donde murieron sus colegas Michael Echanis, Chuck Sanders, Nguyen Van Nuyen -Bobby- y el General de Brigada José Iván Alegrett, porque andaba en una misión contra los sandinistas en la zona fronteriza con El Salvador.

GARY LEE O’NEAL MANTUVO EL SECRETO POR MAS DE 30 AÑOS
El único sobreviviente de los “Soldados de Fortuna” que asesoraron al general de División Anastasio Somoza Debayle en la lucha contra los guerrilleros Sandinistas, entrenó a los “boinas negras” de la EEBI, y fue el instructor militar del coronel Anastasio Somoza Portocarrero-El Chigüin- en Fort Bragg, Estados Unidos. También fue instructor de las Fuerzas Especiales del ejército de Honduras y de las Fuerzas Especiales Venezolanas en Carabobo.
El veterano soldado quien había luchado en Vietnam se quedó con Somoza hasta las últimas horas del 17 de julio de 1979, cuando el general de División graduado de West Point abandonó la Presidencia de la república y se fue al exilio. Afirma Gary Lee O’Neal que él se infiltraba en Nicaragua en los primeros meses del gobierno Sandinista para llevar hasta Paraguay información y documentos a Somoza Debayle muerto de un bazucazo en Asunción en septiembre de 1980.
En su libro revela Lee O’Neal, que participó en varios combates contra los insurgentes y en la captura de un guerrillero que entregó a la guardia nacional, G.N. de quien no supo más. También describe con detalles cuando su mujer María fue secuestrada y él capturado cuando intentaba rescatarla a ella y sus hijos. Herido y torturado fue dejado por muerto en un chiquero por sus captores. Después de meses de rehabilitación O’Neal comenzó su venganza ejecutando uno a uno a los implicados en su secuestro. Como un verdadero sicario el Ranger fue matando metódicamente a los “supuestos” responsables de su cautiverio.
El soldado de fortuna dedica dos capítulos de su libro para narrar sus hazañas en Nicaragua. Desde su llegada a Managua contratado por Somoza Debayle hasta la muerte del dictador en 1980. O’ Neal da abundantes detalles de su estadía en nicaragua desde 1977 entrenando a los soldados de la Escuela de Entrenamiento Básica de Infantería, EEBI. Habla vehementemente de su estrecha amistad con Echanis, Sanders y el vietnamita, y su relación sentimental con María-mujer nicaragüense-ex esposa de un alto oficial de la guardia nacional. Y su venganza matando uno a uno a sus enemigos.
Por intermedio del coronel Juan Montes-alto oficial del Ejército de Estados Unidos-, llegó Lee O’Neal a Nicaragua. Ya había conocido a Anastasio Somoza Portocarrero en Fort Bragg, el cual le caía bien, pero era “un chavalo rico y consentido” con quien tuvo que dejar claro que su papel de entrenador especial de los soldados élite de la EEBI era por órdenes del general Anastasio Somoza Debayle su jefe directo.
LLEGARON COMO HOMBRES DE NEGOCIOS A NICARAGUA
Después de ser reclutados por Lee O’Neal, los otros tres veteranos de Vietnam llegaron a nicaragua bajo el disfraz de hombres de negocios “businessmen”. Sanders ingresó a Nicaragua bajo el camuflaje de ser un trabajador de la salud, Echanis se identificó como contratista y el vietnamita Van Nguyen como experto cocinero. Antes de venir a Nicaragua el vietnamita estaba de cocinero en el hotel Sheraton de Fayetteville. Según O’Neal, era un excelente soldado que había matado al primer Vietcong a la edad de 12 años después que sus padres fueron muertos por los guerrilleros.
Echanis, Sanders y Nguyen llegaron primero a nicaragua, O’Neal llegó meses después. Sanders lo llamó de urgencia porque Echanis estaba insoportable y se exhibía mucho como un experto en artes marciales y hablaba hasta por los codos. Echanis, soñaba en convertirse en el próximo Chuck Norris o Bruce Lee y hacia todo lo posible por llamar la atención de los medios y se hacía publicidad olvidándose de su misión secreta en Nicaragua. Ante la emergencia O’Neal, viajó rápidamente a Managua. Ingresó al país como un ingeniero de la empresa Worldwide Steel.
Los meses anteriores los había dedicado al perfeccionamiento de su español en Fort Myers, Florida mientras trabajaba para la Worldwide Steel propiedad de un militar que fue vinculado a la Central de Inteligencia, CIA.
Después de su arribo a Nicaragua, O’Neal narra que fue a pedirle una audiencia al General Somoza. Este lo recibió de inmediato y a puertas cerradas. Somoza le explicó que era urgente que le entrenara una fuerza elite para misiones de rescate de rehenes, prevenir sabotajes y contraatacar a los sandinistas que se habían vuelto un verdadero problema para su gobierno.
Le asigno como contacto inmediato al general Reynaldo Pérez Vega, Jefe de Operaciones de la guardia Nacional GN-1, y al mayor Anastasio Somoza Portocarrero, el Chigüin. Los mercenarios tendrían todo el apoyo en el suministro de municiones, armas, instalaciones para entrenamiento. La selección de los soldados que se convertirían en las boinas negras de la EEBI, la haría Lee O’Neal, quien se sentía contento porque pronto entraría en acción contra los “comunistas” usando sus métodos como lo había hecho en Vietnam.
Para no despertar sospechas el jefe de los asesores de Somoza salía todas las mañanas a “inspeccionar” puentes en diferentes partes del país para irse familiarizándose con el terreno donde podrían desarrollarse acciones militares. No era raro ver a ingenieros vestidos en trajes de fatiga porque muchas de las obras en carreteras y puentes eran ejecutadas por el ejército, lo que se conocía como “la Acción Cívica” de la guardia nacional.
LOS ENTRENAMIENTOS E INFILTRACION A UN CAMPAMENTO SANDINISTA
Lee O’Neal, tenía el seudónimo de “Black Tiger” el tigre negro entre los soldados que eran escogidos para convertirse en boinas negras y miembros de los Brigadas Especiales contra ataques Terroristas, BECATS. El curso intensivo para convertirse en la máquina de matar que eran los miembros de los becats duraba 6 meses. Los entrenamientos eran violentos y comenzaban desde la 5 de la mañana con una carrera de 8 millas sin importar las condiciones del terreno, incluía tácticas en guerra convencional, sobrevivencia, lucha cuerpo a cuerpo, camuflaje, emboscadas, y especialmente todas las técnicas de la guerra de guerrilla usadas en Vietnam. Parte importante de este fogueo era la parte sicológica. En uno de esos entrenamientos O’Neal hizo que un camión le pasara encima para demostrar que la fuerza mental podría controlar el dolor. En otra oportunidad lanzó al agua a un estudiante encerrado en una caja de metal como castigo porque se había dormido en la clase. Otro estudiante rescató al compañero que casi se ahoga. Después dice O’Neal ningún estudiante se dormía en su clase.
Echanis entrenaba a los soldados en tácticas de lucha cuerpo a cuerpo y camuflaje técnicas de las cuales era un experto.
La prueba de fuego para los futuros Boinas negras, cuenta O’Neal lo propició un ataque del frente Sandinista a un puesto militar en el norte del país cerca de la frontera con Honduras. Le pidió a Somoza permiso para ir a contraatacar a los guerrilleros. Cuando llegó al lugar todavía los guardias nacionales resistían el ataque al comando. Con sus hombres rodeo el edificio y atrapó entre las casas y sus disparos al enemigo. En el lugar quedaron algunos cuerpos de sandinistas muertos. Con esta acción exitosa, O’Neal le demostró a Somoza que su grupo elite iba en camino de ser un verdadero ejército antiguerrillero.
Otra misión que puso a prueba a sus hombres fue la de infiltrarse en un campamento sandinista en la zona selvática de la frontera sur. En su relato dice O’Neal que mediante su radio Intel, logró la información de la zona donde estaba el sitio y se dirigió al lugar en vehículos militares y después a pie hasta las inmediaciones del campamento donde los guerrilleros se creían seguros. Afirma que a la guardia nacional no le gustaba la jungla y los guerrilleros conocedores de esta situación no tenían perímetro de seguridad. Estuvo con varios de sus hombres observando el campamento hasta que cayó la noche. Llovía copiosamente y los guerrilleros estaban en sus carpas instaladas bajo árboles. Algunos vestían ropa de camuflaje. Ya tarde de la noche todos se fueron a dormir. Solamente el centinela se quedó en su sitio de observación bajo lo lluvia. Él y sus hombres se infiltraban lentamente al campamento. Su objetivo primero era inmovilizar al vigilante. La oportunidad de acercarse a este la tuvo cuando el guerrillero distraídamente miraba hacia la oscuridad de la jungla. O’Neal y su sargento fue acercándose al vigilante. Este se dirigió hacia una de las barracas para orinar. Desprevenido el guerrillero fue inmovilizado. Dice O’ Neal que no sabe si cuando le apretó el cuello con una mano y con la otra la boca y la nariz, asfixio al enemigo, pero lo dejó inmóvil en el suelo. Entonces tomo el lugar del posta y siguió fumando como lo hacía este. Los demás guerrilleros dormían en sus champas. Llego hasta la carpa donde estaba un hombre al que inmovilizó y sacó del lugar ayudado por su sargento. Durante su observación este hombre parecía ser un jefe del lugar. Semiinconsciente y atado de pies y manos sacaron al prisionero de la zona del campamento. Después apoyados por los jeeps llevaron al rehén a un lugar seguro donde lo recogió un helicóptero. Afirma que después de la captura no volvió a ver al prisionero. ¿Quién era este guerrillero secuestrado? ¿Qué le pasó?
MARIA LA VIUDA DE UN GUARDIA NACIONAL PROXENETA Y ESPIA
Por recomendación del general Reynaldo Pérez Vega, el GN-1, Lee O’Neal comenzó a relacionarse con mujeres para hacer una vida “normal” y no despertar sospechas del enemigo. Los otros mercenarios Echanis y Sanders tenían sus mujeres en sus casas. Y el como jefe de la demás tenía que guardar cierta distancia de estos especialmente de Echanis que con su obsesión de ser famoso daba declaraciones a la prensa y se dejaba fotografiar sin importarle el principal objetivo que lo había llevado a Nicaragua: luchar contra los comunistas.
En una fiesta en la casa de un alto oficial del ejército O’Neal conoció a María una viuda con tres hijos, dos varones y una hembra. María hablaba inglés fluidamente era una furibunda anticomunista y viuda de un oficial de la GN que había muerto combatiendo a la guerrilla. Después de varios meses de amistad con María, decidieron contraer matrimonio de conveniencia. Se casaron en una ceremonia pública y se fueron a vivir a una casa en las afueras de la ciudad. Una casa con acceso restringido. María no conocía exactamente el trabajo de O’Neal, aunque sabía que este estaba relacionado con actividades militares. Dormían en cuartos separados. Pero María cuidaba de su ropa y comida. Y salían a la calle como una pareja. María también tenía una doble vida que con el tiempo confeso a O’Neal. Era la administradora de una red de prostitutas de alto nivel que atendían a extranjeros y diplomáticos. Las prostitutas trabajaban en un conocido y lujoso prostíbulo –dance club-donde bailaban mujeres desnudas Después de horas agotadoras de trabajo los diplomáticos y extranjeros buscaban en la noche diversión y sexo con mujeres jóvenes y bellas, en ese famoso lugar.
O’Neal aprovechó el negocio de su esposa para espiar a extranjeros, especialmente los que venían de países del bloque soviético y Cuba. Toda información que se consideraba importante era reportada inmediatamente al general Pérez Vega.
Con el paso del tiempo la relación entre O’Neal y María se fue convirtiendo en una relación sólida. Un verdadero matrimonio. Pasaban los meses y “Black Tiger” continuaba su trabajo de preparar las tropas elites de la EEBI.
La rutina fue alterada por el ataque de guerrilleros sandinistas puestos militares de la ciudad de León” hometown del general Somoza”. Alertado de la situación en León, O’Neal dirigió un operativo relámpago, pero intenso que logró reducir el avance de los insurgentes quienes rodeados optaron por refugiarse en la catedral de León. Según “tigre negro” eran más de cien las personas que se refugiaron en la iglesia. Afirma que un sacerdote era aliado de los guerrilleros y con la ayuda de la prensa negó el acceso a los soldados afirmando que el templo era un santuario. El general Pérez Vega le pregunto a O’Neal cual era la mejor decisión para solucionar la situación y este tajantemente le respondió: hay que sacarlos de la iglesia y matarlos a todos. Esta gente es nuestro enemigo.
Cuando el gobierno envío emisarios para intervenir y evitar una masacre, O’Neal se retiró del lugar. El gobierno de Somoza no quería entrar en confrontación con la iglesia católica y finalmente dejó salir a los refugiados y les pidió a los guerrilleros entregar las armas. Solamente fueron detenidos algunos jefes, afirma O’Neal. “Vamos ganando la pelea militar, pero vamos perdiendo la lucha política” caviló O’Neal después de los sucesos de León. El asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro director del diario La Prensa, calentó más la situación política y militar del país. Hubo disturbios en las calles y la gente expreso su descontento contra el gobierno de Somoza. Después del 10 de enero de 1978, los ataques contra cuarteles y patrullas de la guardia nacional eran constantes y en diversos poblados. Los rebeldes se fortalecían. Recuerda O’Neal que a finales de febrero de 1978 la guardia nacional dio muerte a Camilo Ortega Saavedra, líder guerrillero hermano Daniel Ortega otros de los dirigentes de una de las facciones guerrilleras del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN. Días después vendría el golpe audaz que demostró que nadie estaba seguro. El general Reynaldo Pérez Vega fue muerto en una casa de Managua por un comando guerrillero. El señuelo para llevar a Pérez Vega a una casa de Altamira D’Este fue la doctora Nora Astorga de Jenkins. El general estaba obsesionado con la doctora Astorga y creyó que esta estaba decidida a tener sexo con él. El GN-1 fue muerto cuando opuso resistencia. El comando sandinista tenía como objetivo secuestrarlo para después canjearlo con presos políticos. Fue a partir de la muerte de Pérez Vega que altos oficiales del ejército y funcionarios del gobierno empezaron a ser menos visibles y a alejarse de Anastasio Somoza según O’Neal. Todos tomaron precauciones. El único que no le dio importancia a la muerte del general Pérez Vega y no cambio su rutina fue Mike Echanis.
EL ATAQUE AL BUNKER DE SOMOZA EN LA LOMA DE TISCAPA
El cambio radical a la situación militar en Nicaragua fue el ataque con cohetes al Bunker de Somoza desde una habitación del Hotel Intercontinental. Ese ataque demostró que el general de división comenzaba a perder el control y que los guerrilleros iban en serio.
O’Neal relata el ataque al bunker de la siguiente manera: En Julio de 1978 ocurrió el ataque más serio. Los Sandinistas trataron de matar al general Somoza con un ataque de cohetes de 3.5 pulgadas desde el séptimo piso del Hotel intercontinental. Los proyectiles fueron lanzados desde unos 150 pies, los que impactaron en el edificio militar-oficina-del general Somoza en las instalaciones de la loma de Tiscapa donde funcionaba también la Oficina de Seguridad, Leyes y Relaciones de la GN, El batallón blindado y las famosas mazmorras subterráneas donde estaban recluidos algunos prisioneros sandinistas.
El primer disparo fue certero. Impacto en el salón principal donde minutos antes había estado el general Somoza Debayle y otros altos oficiales. Somoza se salvó de milagro.
Afirma O’Neal que cuando sucedió el ataque él estaba en las instalaciones del Bunker con Echanis y Sanders también estaba en “la Loma” el General José Iván Alegrett, uno de los oficiales más allegados a Somoza además de Pérez Vega. Los guardias nacionales que cuidaban el Bunker respondieron al fuego destruyendo ventanas y provocando daño a las paredes del hotel especialmente en la zona del séptimo piso de donde habían provenido los disparos de los cohetes. Inmediatamente Alegrett ordenó un operativo para cercar el hotel y entrar al mismo para revisarlo piso por piso. Se prohibió la entrada y salida del hotel. El jefe del operativo limpieza estuvo a cargo de Lee O’Neal y Echanis quienes con sus “boinas negras” armados hasta los dientes iban de piso en piso sacando a los turistas de sus habitaciones. O’Neal portaba su MP-5 subametralladora y una Browning de alto poder y una pistola calibre 45. Después de ser registrados e identificados los huéspedes de las habitaciones eran llevados al lobby. Cuando salía de las escaleras de sexto piso se abrió una puerta y fue empujado por un desconocido que portaba un fusil AK. Tomó el fusil del cañón y jaló con fuerza. Después golpeo con fuerza en la cabeza a su enemigo y lo hizo caer al suelo y se la aplasto seguidamente le puso su rodilla en la espalda para partirle la columna vertebral. Cuando siguió por el pasillo del hotel vio a dos personas vestidas de civil que corrían en busca de una salida. Los desconocidos portaban fusiles AK. De Inmediato disparo una ráfaga con su MP5 y ellos cayeron muertos. Solamente iba con Echanis y después de eliminar a los 3 guerrilleros alcanzaron el séptimo piso de donde se había disparo los rockers. Dice O’Neal que el cuarto desde donde se atacó el bunker estaba bastante dañado por las explosiones de los cohetes. La puerta del cuarto había sido arrancada por la detonación. El eco de los disparos había dañado los oídos y los ojos de tres hombres que estaban tendidos en el suelo. Dos de ellos estaban muertos un tercero mal herido parecía desorientado. Los tres sangraban de los ojos y oídos. El herido fue capturado y llevado escaleras abajo. Fue la última vez que vio a este guerrillero desconocido. Otra posibilidad es que los guerrilleros hayan sido heridos por los disparos de los guardias nacionales que contraatacaron después del disparo de los tres rockets.
LA TOMA DEL PALACIO NACIONAL POR UN COMANDO SANDINISTA
En agosto de 1978 O’Neal se encontraba con sus hombres en la zona fronteriza con honduras entrenando cuando recibió un mensaje urgente para que regresara a Managua. Un comando sandinista liderado por el comandante “Cero” Edén Pastora había asaltado el Palacio Nacional donde funcionaba el Congreso y tomado de rehenes a los congresistas, funcionarios del gobierno periodistas y visitantes entre ellos algunos miembros de la familia Somoza. Dice O’Neal que él había advertido al gobierno para que los funcionarios y altos oficiales tomaran mayores medidas de seguridad para evitar sucesos como ese; pero que los responsables de aumentar la vigilancia habían ignorado Como tenían sus advertencias. Las medidas no se habían implementado. “el poder creía que no eran vulnerables”.
Bajo el mando del general Alegrett, discutieron algunos planes para asaltar el Palacio Nacional y rescatan a los rehenes a sangre y fuego. Se planeo dinamitar las paredes y entrar con los comandos boinas negras. El Palacio nacional estaba rodeado de tanques que también dispararían antes del asalto final. El costo de muertos se calculó en unos 300. Ante la posibilidad de un saldo tan alto de muertos le aconsejo a Alegrett que le dijera al general Somoza que negociara con los guerrilleros. Los guerrilleros amenazaron con comenzar a ejecutar rehenes si en ocho horas no se cumplían sus demandas. Después extendieron la tregua un día más. Alegrett y O’Neal pensaban que los sandinistas habían instalado explosivos en algunos lugares del edificio y no tenían duda que los insurgentes estaban dispuestos a morir si se asaltaban el edificio. Se negocio y con 500 mil dólares y los presos sandinista de las cárceles el comando sandinista dejó el país triunfante. Los guerrilleros habían humillado al dictador y se había logrado la liberación de Tomas Borge, único fundador vivo del FSLN.
Echanis se enfureció cuando el gobierno de Somoza se decidió por la negociación y la liberación de los prisioneros sandinistas. Furioso le dio declaraciones a la Associated Press, AP afirmando que él nunca hubiera dejado salir vivos a los sandinistas de palacio y que él era el responsable de contrainteligencia de la guardia nacional y que esa negociación había desmoralizado a sus tropas. Después del asalto al palacio Echanis se hizo más visible y con su bigote estilo Fu Manchú a bordo de un jeep recorría las calles de Managua. La gente empezó a llamarlo: Mike de Merc” Mike el mercenario. El creía que esa publicidad lo lanzaría al estrellato y terminaría en el cine en Holywood. Los actos de Mike ponían en peligro la misión de todos los soldados de fortuna dice O’Neal; pero era imposible meterlo en cintura.
Ellos, perplejos y confundidos miraban como el presidente Jimmy Carter presionaba y condicionaba su apoyo al gobierno del General Somoza Debayle, mientras los guerrilleros se iban tranquilamente para Cuba. Era incomprensible como “el presidente de Estados Unidos se ponía del lado de los comunistas”. Como consecuencia del embargo económico del gobierno Carter comenzaron a escasear las municiones. La situación se puso más peligrosa y parecía que el gobierno iba como un carro sin frenos en una ladera, mientras sus ocupantes se lanzaban del vehículo.
O’NEAL ES ALCANZADO POR FUEGO SANDINISTA
Según Lee O’Neal el gobierno de Somoza tenía una pequeña Fuerza Aérea con uno cuantos helicópteros y unos Cessna acondicionados para el combate y algunos CD-3 que utilizaban para suplir a las tropas de tierra en las zonas militares en el interior del país. Algunas veces los aviones eran utilizados para lanzar desde bombas de 500 libras hasta granadas a los guerrilleros.
A las pocas semanas del asalto al Palacio Nacional, Lee O’Neal a bordo de un DC-3 se trasladó a la jungla para dejar víveres y municiones a sus tropas. Cuando el avión alzo vuelo y comenzaba a tomar altura comenzó a ser atacados por los guerrilleros. Algunas balas alcanzaron el fuselaje de la nave y el asesor militar del general Somoza fue herido en la pierna y el brazo derecho. Algunas de las balas también impactaron el motor del avión y O’Neal temió que la nave se desplomara. Cuenta que sus heridas no eran graves, aunque sangraba abundantemente. Se bloqueo el sangrado con unas vendas y cuando el avión aterrizó en Managua fue inmediatamente atendido por los médicos. En la narración no identifica al piloto del avión ni el lugar donde dejo las municiones y víveres. Después de ese episodio se fue a la casa de María para recuperarse de las heridas. El optimismo por una vida tranquila y feliz en nicaragua desaparecía. El incremento de las acciones contra el gobierno del general Somoza avizoraba un fin imprevisto muy pronto.
LA MISTERIOSA MUERTE DE ECHANIS, SANDERS, EL VIETNAMITA Y EL GENERAL ALEGRETT
El aero Commander 114-A del general José Iván Alegrett uno de los hombres de confianza del general Somoza junto con tres de sus compañeros explotó cuando volaba sobre el lago de Nicaragua, narra Gary O’Neal. Eran los primeros días de septiembre de 1978 y la noticia de la muerte Echanis, Sanders, el vietnamita y Alegrett lo paralizó. Pensó que quizás Echanis que era un excepcional soldado podría haber sobrevivido. Recordó los sueños del vietnamita-Bobby- de hacerse ciudadanos de los Estados Unidos después de esa última aventura en nicaragua. El vietnamita salido triunfante a combates fieros en Vietnam, pero ahora le había llegado su día. Definitivamente que la explosión del avión no fue un accidente, fue un acto premeditado. Versiones oficiales de la GN ubicaron al “accidente” del avión de Alegrett, en las inmediaciones de Sapoá, en la frontera sur de Nicaragua.
Furioso O’Neal recordó las tantas veces que le dijo a Echanis que fuera más prudente que dejara de exhibirse. También las recomendaciones al vietnamita y a Sanders de revisar minuciosamente todo avión antes de abordarlo. Él tenía información que se habían encontrado explosivos en algunos aviones y en los hangares, pero ni Alegrett ni sus hombres tomaban las más mínimas precauciones antes de volar.
Según O’Neal se manejaron tres teorías sobre la explosión del avión. La más comentada era que los guerrilleros los habían alcanzado con fuego antiaéreo. La otra que el general Anastasio Somoza había ordenado a un alto oficial de la guardia nacional colocar una bomba en el avión para deshacerse de Alegrett que estaba planeando darle un golpe de estado. La revista Belt Black publico años después del suceso; la historia de que Alegrett y la CIA le iban a dar el golpe de estado a Somoza y lo reemplazarían por un gobierno de coalición incluyendo a los sandinistas. Y la última poco conocida es que Echanis iba lanzando granadas desde el avión a sospechosos sandinista y que una granada le explotó accidentalmente antes de tiempo.
Cuando el atentado O’Neal se encontraba en una la zona fronteriza con el Salvador atacando a sandinistas que disparaban morteros desde el otro lado de la frontera. Inmediatamente llegó a recogerlo un helicóptero que lo traslado a la zona del lago donde se ubicó la nave y se suponía estaban los cadáveres. El personalmente superviso la recuperación de los cuerpos de sus tres compañeros y del general Alegrett. O’Neal cree que los cuatro ocupantes del Aero Commander murieron instantáneamente. Recuerda que Mike Echanis tenía en su pecho su medalla religiosa. El cuerpo de Mike estaba intacto excepto por sus ojos que no estaban, se le habían salido. El cuerpo del vietnamita estaba destrozado. Sanders tenía la mano izquierda cercenada. Parecía que algo muy poderoso les había explotado desde abajo porque tenían las piernas fracturadas.
Durante todo el operativo de recuperación de los cuerpos O’Neal se mantuvo alejado de las cámaras y trato de pasar desapercibido no quería que lo vincularan con los muertos. Del lugar de los cuerpos en el avión se estableció que Sanders iba en el asiento detrás de Echanis y Bobby iba en el asiento detrás del general Alegrett que piloteaba la nave. Los cuerpos además de las heridas grandes estaban charneleados. Los cuerpos fueron puestos en ataúdes de metal que fueron sellados.
El gobierno de Somoza quería enterrar a los 3 soldados de fortuna en Nicaragua; mientras pasaba el alboroto de la explosión, para después trasladar los ataúdes a Estados Unidos. O’Neal se opuso a esta decisión y le dijo al general Somoza que sus compañeros debían tratarse con el respeto que merecían y reconocer sus méritos militares como veteranos de Vietnam. Presionó al gobierno y a la embajada de Estados Unidos para que le permitieran llevarse los cuerpos para USA. Ni Somoza ni el personal diplomático de la embajada en Managua querían ayudarlo. Pero él no iba a ceder porque como Ranger no violaría el juramento de nunca dejar a un compañero sin ser enterrado con méritos, menos en esas circunstancias. Se fue donde Somoza y en persona le dijo que le ayudaran a llevarse los cuerpos porque esa misión era muy importante para él. Antes su terquedad Somoza cedió y ordenó a sus ayudantes que hicieran los arreglos para enviar los cuerpos a Estados Unidos.
En un vuelo militar con los 3 ataúdes llego O’Neal a Tampa en Florida. De allí fueron traslados los féretros a un avión privado que voló a Boise, Idaho y de esa ciudad a Oregón. Los tres veteranos de Vietnam habían muerto luchando contra el comunismo y eso era lo más importante dice O’Neal.
Con el permiso de la familia de Michael Echanis, este fue enterrado junto con su compañero de aventuras el vietnamita que ellos llamaban Bobby cuyo nombre era Nguyen Van Nuyen, en el cementerio St. John’s en Ontario, Oregón. O’Neal y otros veteranos querían que Echanis y Bobby fueran enterrados con todos los honores militares. Pero algunas personas dijeron que no era conveniente permitir que el vietnamita fuera enterrado envuelto en la bandera de Estados Unidos porque no era oficialmente ciudadano de ese país. Esta actitud enfureció a O’Neal quien se fue a una tienda a comprar una bandera para su compañero. Abrió el ataúd y después de doblar la bandera en la forma correcta la puso sobre el pecho del cadáver, y fue hasta entonces que se procedió a los funerales.
Sanders, fue enterrado en una tumba familiar en un oficio privado.
Para O’Neal regresar a Estados Unidos en esas circunstancias lo deprimieron. Se dio cuenta que muchos de sus compatriotas no entendían por qué ellos peleaban en nicaragua. Había poca preocupación por lo que pasaba en el país centroamericano. Porque como esa guerra no repercutía en el bolsillo de los ciudadanos, el tema no era de importancia, aunque el comunismo se apodera del pequeño país centroamericano.
LA DESAPARICION DE MARIA
Semanas después de enterrar a sus compañeros y tomarse unos días de descanso regreso O’Neal a Nicaragua. No quería dejar a María y sus hijos mucho tiempo solo en su residencia en las afueras de Managua, porque la situación se deterioraba cada día y los sandinistas aumentaban sus hostigamientos a blancos militares. Según O” Neal Somoza podría controlar la situación mientras recibiera suministros de Carter e Israel. Pero si el gobierno de Carter suspendía la ayuda militar y económica al régimen, la situación empeoraría y difícilmente el ejército podría mantener a raya a los guerrilleros. Debido a esta situación de incertidumbre política y militar por primera vez O’Neal contempló la posibilidad de dejar su trabajo y regresar con María y sus hijos a Estados Unidos.
Llegó a Managua sin avisar e inmediatamente se dirigió a su casa. Tenía el presentimiento que algo malo podría haber pasado en su ausencia. Cuando llegó a las inmediaciones de su vivienda sus sospechas se hicieron realidad. Los guardias nacionales que cuidaban su propiedad no estaban. Y el silencio de los alrededores presagiaba una desgracia. ¿No se explica cómo? pero los sandinistas habían descubierto que el asesoraba a Somoza militarmente y que no era un simple contratista de obras civiles. Pensó que quizás algún fotógrafo había hecho tomas suyas cuando estaba en el entierro de sus amigos.
La casa había sido destruida. Las personas que trabajaban para él o estaban muertos o desaparecidos. De María y los tres niños ni rastros y los cuerpos de dos de sus guardaespaldas estaban evidentes señales de torturas. Uno de los cadáveres estaba en la sala el otro cuerpo los encontró en el patio trasero de la casa. Cuando vio todo el daño que le habían hecho los intrusos a la propiedad pensó que era un mensaje: “mira lo que podemos hacer”.
Las personas que asaltaron su casa le habían dejado un mensaje en inglés y español donde le decían dónde ir para salvar a su familia. Cuanto se recuperó del impacto de la terrible noticia O’Neal decidió tomar los toros por los cuernos y jugársele yendo a buscar a María y sus hijos donde le indicaron los secuestradores. Le aviso a sus hombres de la situación y en su Land Rover partió hacia el lugar ubicado a unas dos horas de Managua. Antes de llegar al lugar convenido dejó su jeep y se internó a pie en la maleza. Iba solo en su misión de rescate como le habían indicado en la nota. Estuvo observando el lugar-un rancho con pocas vacas- vio a unos campesinos trabajando y una barraca. Parecía que todo estaba en calma en el lugar y pensó que quizás había llegado a un rancho equivocado. Antes de que cayera la noche se acercó más a la barraca. Cuando tenía una buena posición de observación vio a un hombre vestido de camuflaje salir de la barraca. Abrió fuego y comenzó un tiroteo intenso. Sus adversarios le disparaban desde diferentes lugares. Un disparo lo alcanzó en el hombro izquierdo. El siguió disparando hasta que se quedó sin municiones. Cuando ellos venían en su búsqueda se preparó para una pelea cuerpo a cuerpo. La lucha fue rápida y de pronto se sintió golpeado por varios hombres a la vez. Casi inconsciente fue amarrado y montado en la parte trasera de una camioneta y después introducido a la barraca. Allí vio a María y a sus hijos bien maltratados. Estaban bien heridos y después murieron.
Sus captores lo torturaron y lo tuvieron en el lugar por varios días, hasta que creyeron que había muerto por los golpes su herida de bala y la falta de agua y comida. Lo dejaron por muerto en un potrero junto a unos puercos que por suerte no le hicieron nada. En ese lugar fue donde un campesino lo encontró y al verlo moverse lo socorrió. Estaba irreconocible con los ojos hinchados y lleno de lodo y sangre. Los campesinos lo llevaron donde un doctor de la localidad y de ese lugar fue trasladado al hospital de Managua. Después de los primeros auxilios fue trasladado al bunker del general Somoza donde fue atendido durante varias semanas por los doctores militares.
LA VENGANZA: LOS CUATRO COLABORADORES DE SANDINISTAS EJECUTADOS
La recuperación de Lee O’Neal fue lenta y dolorosa. Según describe el, fue prácticamente armado nuevamente por los doctores. Pero su fuerza mental y su voluntad de hierro y la sed de venganza fueron el acicate para su mejoría. De ser un hombre que tenía la presión y capacidad de cargar 350 libras, había llegado a no poder cargas ni 10 libras. Pero los ejercicios especialmente los de su tribu Sioux, hicieron el milagro. A las semanas podía caminar y correr. Lo demás fue cuestión de tiempo y perseverancia.
Dice O’Neal que su cuerpo sano, pero no su mente. Deseaba venganza y no estaría en paz hasta que supiera quienes habían secuestrado a María y sus hijos y quienes eran los sujetos que se habían ensañado tanto con él durante sus días de cautiverio. Quería nombres, quería rostros.
La situación político militar empeoraba en Nicaragua. Cuando estuvo sano fue a la embajada estadounidense en Managua en busca de ayuda, pero los funcionarios le dijeron que no había mucho que hacer, que se las arreglara solo. Entonces fue donde el general Somoza para exigirle ayuda y este en respuesta le dijo: “What do you think I pay for you? Take care of the situation, that’s why I pay you.”
Los agentes de inteligencia del gobierno le dieron cinco nombres y le dijeron que estas cinco personas eran las involucradas en su caso. Cinco nombres, cinco personas que eran simpatizantes sandinistas y que controlaban la situación. No conocía a ninguno y tampoco lo pudo reconocer como alguno de sus captores. Pero le creyó a la inteligencia del gobierno. No le importaba mucho si en realidad eran los intelectuales de su ataque. Estos cinco individuos eran enemigos del gobierno y debían desaparecer. El ambiente en las ciudades se volvía mas caótico y los soldados patrullaban las calles en lugar de la policía. Y nadie se preocupaba por chequear a nadie si portaba arma o no. Su secuestro fue por los militares y algunos contactos suyos en otros países que le ofrecieron la ayuda para llegar a nicaragua a cobrarle la cuenta a sus enemigos. El decidió hacerlo solo con la ayuda de algunos militares de confianza que le ayudarían a moverse y vigilar los lugares donde ejecutaría a los cinco enemigos. Los sistemas de inteligencia le suministraron toda la información de donde vivían, donde trabajaban y todos los hábitos de los hombres. Lo único que quería él era matarlos personalmente y como The Lakota Sioux tradición mirarlos a los ojos segundos antes de darle muerte.
El objetivo número uno visitaba diariamente el mismo restaurante. Casi nunca andaba guardaespaldas. El restaurante era un lugar popular de Managua donde la comida no era muy cara. Pero el lugar se caracterizaba por tener una vela en cada mesa. En la noche las luces principales eran bajadas al mínimo y las luces de las velas era la luz con que se alumbraban los comensales. El hombre acostumbraba a sentarse de una puerta lateral, una puerta de metal que daba a un pasillo. Esto le ocurría a él pensó mucho años antes de que en la película the Goodfather II hubiera una escena parecida a la que el protagonizó en Managua. Era una noche de primavera, la genta se movía por las calles disfrutando la brisa del lago. O’Neal parqueo su jeep enfrente del restaurante, su chofer era un sargento mayor que él había sacado de la cárcel. El sargento había matado a un teniente en una riña, pero O’Neal lo sacó de la prisión lo entrenó y convirtió en su guardaespaldas. Confiaba plenamente en el sargento. Al final de la calle un jeep con varios soldados vigilaba y estaba listo para entrar en acción si era necesario.
Entró al restaurante en penumbra, pero lleno de parroquianos. En la mesa de su objetivo había dos hombres más. Entro al local y se dirigió hacia el hombre que tenía que matar. Portaba su Browning Hi Power. No sentía ningún sentimiento había vivido con su odio y deseo de venganza por meses. Ahora cumpliría su misión como siempre lo había hecho antes. Cuando estaba a unos 10 pies del objetivo una mujer se cruzó en su camino momento que aprovecho para llegar a la orilla de la mesa. Cuando el desconocido levantó la cabeza para verlo, le disparó a la cara, después le hizo otro disparo a la cabeza para rematarlo. Los otros hombres de la mesa estupefactos no hicieron nada para defenderse o huir. O’Neal los miró y les dio a entender que la cosa no era con ellos y a paso firme salió del local y abordó en su jeep. Dentro del local se armó un alboroto al percatarse la gente del muerto tendido en la mesa. En esos días en Nicaragua nadie se involucraba en asuntos que no le concernían. Los periódicos no informaron nada del ajusticiamiento estilo sicario.
La segunda víctima era un hombre vinculado al negocio del petróleo o las gasolineras. Tenía buena seguridad en su casa y oficina. Como muchas personas en Managua vivía en una mansión de grandes muros. Este hombre tenía conexiones con el gobierno de Somoza, pero O’Neal pensó que este personaje trabajaba con ambos bandos: el de Somoza y los sandinistas.
El único momento en que este alto ejecutivo de una empresa petrolera estaba vulnerable era cuando salía de su carro para entrar a su oficina y cuando regresaba por la tarde para abordar vehículo. Una tarde lo esperó al otro lado de la calle y como un relámpago cuando el personaje se aproximaba a su carro lo alcanzó de un puntapié en la espalda que lo hizo estrellarse contra la puerta del auto. Cuando intento levantarse se llevó la mano a la boca de donde manaba sangre. O’Neal se paró a su lado, lo miro a los ojos y le hizo dos disparos a quemarropa que le perforaron la cabeza. El guardaespaldas que no había podido actuar fue golpeado por O’Neal para no matarlo de un balazo. Después huyo del lugar mientras la gente empezaba a gritar y a alejarse de la escena del crimen.
El tercer Objetivo del Ranger vivía en la ciudad de León. Tenía una pequeña cantina mejor dicho un “coffee bar” en una calle principal de la ciudad universitaria. El negocio tenía unas cuantas mesas en la calle y otras adentro. Era de los locales con mucha afluencia de clientes y cerraba mas tarde en la noche que lo normal. Según O’Neal el negocio podría ser un lugar de expendio de drogas porque alguna gente salía con paquetes. También creía que este personaje estaba bien conectado con la policía o el gobierno o algunos militares. Estuvo observando al local por tres días antes de entrar en acción. En este caso tenía una limitante muy especial que podría echar a perder su venganza. O’Neal era un hombre alto de pelo largo y musculoso pocos de los parroquianos del lugar tenían sus características. Cuando vio por primera vez a su objetivo no lo reconoció como alguno de sujetos que lo habían golpeado, pero de todas maneras lo ejecutaría. El hombre tenía un carro Mercedes Benz lo que hablaba de su buena condición social y económica. A la tercera noche cuando el desconocido estaba cerrando el local O’Neal se le acercó y le dijo “Hey amigo” inmediatamente cuando el hombre sorprendido lo volvió a ver le descargo dos disparos. Solamente le quedaban dos hombres de la lista de cinco a para completar su venganza.
Después de regresar de León a Managua empezó a planear como acceder a su cuarta víctima quien era abogado de profesión, viejo más que los otros tres y muy cuidadoso. Se cuidaba y observaba los lugares antes de moverse de un lado a otro. Siempre utilizaba vehículos para ir de un lugar además de tener guardaespaldas. Según las informaciones que tenia del personaje, este trabajaba para el gobierno, pero eso no lo haría desistir de sus planes de sacarlo del mundo de los vivos. Entre los descubrimientos que hizo de su objetivo fue que este señor tenía una amante que visitaba los medios días. Lo curioso es que algunas veces se ponía la ropa interior de la mujer, los Grass-y pantis-mientras estaba en la casa de esta. O” Neal podía haber tomado fotos y arruinar la reputación del sujeto, pero su objetivo era matarlo.
Para ejecutar su venganza O’Neal se hizo pasar por taxista. Con dos de sus ayudantes planeo utilizar taxis porque el abogado acostumbrado tomar uno cuando salía a almorzar al medio día. Se parqueo a la orilla de la oficina del desconocido y cuando este salió abordo el taxi y le dio una dirección. O’Neal lo observó cuando el sujeto se sentó en el asiento trasero. Vestía con un lujoso traje, era calvo, pero parecía que se acaba de cortar el poco pelo que le quedaba porque olía a loción. O’Neal. Se preguntó: ¿Por qué este tipo de personas viejas y ricas se vinculaban con comunistas? Después de unas pocas cuadras paró de pronto el taxi a la orilla de la acera y apuntó a su víctima con su arma de alto poder. El abogado asustado y sorprendido logró tirarle una parte del periódico que empezaba a leer quizás para ganar unos segundos. Sin piedad O’Neal le descargó dos disparos: uno en la cabeza y otro en el cuello. Después se salió del taxi y abordo el de sus amigos que lo seguía de cerca. En minutos abandonaron el área de la ejecución.
Dice O’Neal que la tenía la identificación del quinto hombre. No era funcionario del gobierno ni hombre de negocios, pero le dijeron que lo dejara en paz. Que no lo matara. Pese a sus deseos de venganza obedeció la orden porque no quería perder el apoyo de Somoza. Asegura O’Neal que el personaje que se le escapó está vivo todavía y sigue sirviendo al sandinismo. ¿Quién es este personaje?

COLOFÓN Gary Lee O’Neal se crio con las costumbres de los Indios Americanos Oglala Sioux.
Después de la muerte de Somoza en Paraguay, se desligó de Nicaragua. Actualmente vive retirado en North Carolina, USA.