DARIO COMO PRECURSOR DE LA UNIDAD LATINOAMERICANA: UTOPIA Y REALIDAD: RUBEN TRAICIONADO

Por HORACIO PEÑA

Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
ruega a  Dios por el mundo que descubriste!

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Inclitas razas ubérrimas, sangre de  Hispania fecunda,
espiritus fraternos,  luminosas almas,  ¡salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte;
se anuncia un reino nuevo
 
Un lector o lectora no familiarizado con la poesía dariana, podria pensar que estos versos fueron escritos por diferentes poetas, en diferentes épocas, en diferents mundos. Sabemos que Rubén Darío escribe el poema
“A Colón”  y que el mismo Rubén nos da “Salutación del optimista”.
En sus   “Poesías completas”, edición Aguilar,  leemos:  “A Colón”, leído en  España por Rubén Darío, en 1892, denuncia con toda valentía los males de América después de la independencia política.”
En “Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas”, introducción, edición y comentarios de Nydia Palacios, encontramos una nota a “Salutación del optimista”, escribe Nydia: “El   propósito del poema era exaltar la identidad de los pueblos hispánicos, constituyendo un himno de fe y optimismo para las futuras generaciones, a las que llama ubérrimas, ilustres y muy fértiles.”
”A Colón” es de 1892, y “Salutación  del optimista” se publica en 1905. Pocos son los años   entre la escritura  de  los dos poemas, y sin embargo, el tono, la emoción:  una terrible angustia en el primero, y una increíble esperanza en el segundo, nos hablan de un Rubén Darío inmensamente preocupado por la historia y el porvenir de los países de América Latina.
En  “A Colón”, Darío sufre la realidad de la  historia latinoamericana, la siente en un presente que anuncia un permanente futuro de duelos, espantos, guerras, y divisiones.
Se había conseguido una libertad, pero era una libertad de palabra. A una antigua situación de coloniaje, los países recientemente liberados se verán lanzados a las manos de nuevos conquistadores. 
Los países que nacen de la furia de la espada y del sueño de sus héroes, se verán siempre ensombrecidos por dictaduras y tiranías.
Entonces Darío anuncia y lanza un plan de acción para la unidad de estos pueblos, lanza su “Salutación del optimista”  en que se convoca a las nacientes naciones, a formar “todos un solo haz de energía ecuménica.” 
No es tan sólo el enemigo fuera, sino también el enemigo dentro, más peligroso porque se disfraza con el rostro del pueblo, el que amenaza destruir el porvenir : “las ambiciones pérfidas no tienen diques, soñadas libertades yacen deshechas”, escribe Darío. 
Es la traición a las guerras de independencia, la traición a la revolución y a los hombres y mujeres  que murieron por la libertad, lo que amenaza a “tantos vigores dispersos.”

Para fortalecer a estos países, para escribir una historia diferente, para ser dueños de un futuro donde  cada mujer, cada hombre, anciano, niño, tenga un mundo donde pueda vivir en paz y libertad, con pan y justicia, es necesaria la unidad, y esa unidad Rubén la aconseja con una vehemencia llena de esperanza, con un casi delirante optimismo. Sin la unidad estaremos arando en el mar, según la triste expresión de Bolívar.
Desunidos, nada o casi nada podemos hacer.  Unidos, todo o casi todo, podemos hacer.
Pero para realizar esa unidad, es necesario tener  una identidad, saber quiénes somos y quiénes son los otros. La conquista y la colonia nos había dejado huérfanos de una identidad.  Lo indígena había sido destruido o casi destruido, una nueva lengua se había impuesto. Rubén va a la búsqueda de esa cultura indígena, o lo que quedaba de ella, ruinas, o esos palacios, pirámides que todavía nos  asombran y que habían resistido la destrucción .  Y están los libros que no fueron quemados y que nos deslumbran con sus leyendas y con sus ritos.
 
Pero lo más deslumbrante  es  que esa lengua que se había impuesto, va a encontrar en Rubén Darío, sus más hermosos y sorprendentes milagros, con esa lengua, y desde esa lengua,  Rubén comienza la revolución de la palabra, y usa esa lengua para convocarnos a realizar la otra revolución de la unidad en  “espíritu unidos, en espiritu y ansias y lengua.”
Para recobrar el espacio, el tiempo y el ser indígena, escribe: “Caupolicán”, “Tutecotzimí”,”El sueño del inca”, “Palenque”  y  nos recobra para siempre a Netzahalcoyotl, Cuauhtemoc, Atahualpa,  y con esos poemas y esos nombres nos advierte que la unidad debe  ser con todos y de todos: lo indígena, lo africano, el hombre y la mujer que nace de la conquista y con los inmigrantes que vendrán después y que serán luego parte de la tierra nueva. Todo eso es la identidad latinoamericana, pero no es toda la identidad.
Y están los poemas de  Darío a las nuevas naciones: “Canto a la Argentina”, “A Colombia”, “A Bolivia”, “A la República Dominicana”, “Canto épico a las glorias de Chile”,  su “Unión Centro-Americana”.  Darío quiere que construyamos un tiempo nuevo, con todos los tiempos de nuestra historia: tiempo precolombino, tiempo de la conquista, de la colonia, de la independencia y  los tiempos después de la independencia.
Para llevar a  cabo esa unidad, Darío no vuelve la espalda al pasado, Darío está consciente del pasado, lo bueno y lo malo: los libertadores y  los dictadores.
Y Darío va en búsqueda del lugar, del  locus. El paisaje y la mujer y el hombre que vive en el paisaje. Cantar la pampa, los ríos, montañas, la provincia y las cosmópolis que ya comienzan a nacer, era una manera de encontrar nuestra identidad.   Ya los románticos habían cantado el paisaje, pero en la palabra de Rubén el paisaje encuentra y respira una vida nueva.
A esa angustia metafísica, espiritual que recorre la obra de Darío, “Lo fatal”. Los Nocturnos,  se viene a   sumar la angustia histórica  por el ser y el porvenir de Hispanoamérica o Latinoamérica. Darío ha sido testigo de los males que afligen a su tiempo: revoluciones, golpes de estado, “la comedia de las urnas”.
Y  como un náufrago Darío se aferra no a una tabla de salvación, sino a todo aquello  que puede transformar la anti-historia, en una visión nueva, en una visión salvadora y de salvación.

Si “A Colón” es una denuncia que todavía es un presente:

Un desastroso espíritu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas
 
la “Salutación del optimista” es un credo, un manifiesto que se presenta  para la redención, una visión del porvenir. Y están también los otros poemas donde se afirma la unidad y la salvación: “Al Rey Oscar”, “Letanías de Nuestro Señor Don Quijote”, “A Roosvelt”, “Unión Centro-Americana.”.
En este último poema, leemos:

¡Los pueblos tienen fe!    ¿Quien no desea
la Unión de estas naciones,
obra que las elevea  y endiosea?
Que se acaben los odios y ambiciones,
pues sobre todo está la gran idea

Y pasan los héroes en una cabalgata que llega hasta nuestros días: Morazán, Valle y Barrundia, Cabañas, Gerardo Barrios, Jerez.
Y agrega Rubén exaltando a los que aspiran y sueñan con la Unión:

Así piensan, practican y desean
los que aguardan la Unión. ¡Que ellos no vean
seguir reinando desunion impia!

Notemos la pregunta de Rubén, ¿Quién no desea la Unión de estas naciones?, y  ustedes y yo podemos contestar: el enemigo fuera y el enemigo dentro. Ustedes y yo sabemos quién y quiénes son. Impía es la desunión, impíos son los que no la quieren.
Esa poesía de Darío clasificada y calificada por algunos como poesía cívica o poesía política, es un verdadero manual, una guía completa para formar ciudadanos honestos que se interesan por la justicia, el bien, y la res publica, la cosa pública. Y para formar gobernantes que olvidando sus  intereses y ambiciones personales se entreguen  al buen gobierno y respeten la libertad y la voluntad del ciudadano.
En   “Escritos inéditos de Rubén Darío”, página 24, leemos lo que podría aplicarse a todos los países latinoamericanos, escribe Dario que  nuestros problemas,   es porque los dirigentes politicos,los gobernantes “no se han guiado por principios sanos de justicia y de bien.”
En un poema Darío nos habla de “la mísera  existencia de nuestra Patria aún tan dividida”, y  todos los nicaragüenses  con la mano en el pecho y el corazón,   en este enero del   año 2014, que comienza, podemos decir lo mismo, y ustedes, con la mano en el pecho y el corazón pueden decir las mismas palabra de Rubén:  “ la mísera existencia de nuestra Patria aún  tan dividida.”: la patria colombiana, la patria   venezolana, la patria mexicana, la patria salvadoreña, la patria hondureña. Todas las patrias latinoamericanas. La desunión nacional, no favorece  la unión de  las “ínclitas razas ubérrimas.”  A Rubén siempre le dolió Nicaragua,
le ha dolido siempre. Le sigue doliendo, como le duele México,Colombia, Chile, España. Todo el mundo le duelo a Rubén, de ahí su poema “Pax.”

Si hay gritos de dolor y  amargura en la poesía dariana por la desunión y guerras entre hermanos, también hay gritos de esperanza. Si hay una visión de cuervos manchando el azul celeste del   cielo latinoamericano, también existe una visión de esos países como países circundados  de luz, los países de la aurora.
Aunque se han hecho algunos intentos para realizar la unión de los países latinoamericanos, yo recuerdo dos ensayos para llevar a cabo una especie de unión, o más bien, un intento de conocernos mejor en el orden cultural: EDUCA, editorial  a nivel centroamericano, y la publicación de algunos números  de LA PRENSA LITERARIA CENTROAMERICANA, dirigida por el poeta Pablo Antonio Cuadra. Por diferentes motivos, económicos, principalmente, dejaron de continuarse.
Hoy en la América del Sur  se proponen nuevas formas de unión, incluso se ha hablado más de una vez, de una  moneda de circulación común.
De los males que acosan y afligen esa unión latinoamericana habría que mencionar las dictaduras y las guerras civiles con su interminable secuela de pérdidas humanas, odios. Siempre hablamos de una historia común y de una lengua que podría ser un puente de comunicación y entendimiento, la lengua de Cervantes  y de Darío,  pero los países latinoamericanos son diferentes en sus niveles de pobreza, o de riqueza, de cultura y alfabetismo,  de respeto y seguridad  ciudadana, aunque en los últimos años  todo  parece haberse empeorado a lo largo y a lo ancho de todo el cuerpo de la geografía latinoamericana, a juzgar  por lo que se lee en la prensa nacional  y en la prensa internacional. Basta citar dos titulares   de  “El País”, Madrid, España. Cómo nos  vemos y cómo nos ven.
 
En su edición del 18 de  noviembre del 2013, el periódico publicaba: “ América Latina: la inseguridad en países sin estado”, y el 3 de diciembre del mismo 2013 : “América latina ocupa los últimos puestos del informe PISA  sobre educacion.”
No son predicciones de desgracias eternas, ni zodíacos funestos, es la realidad o realidades del poema “A Colón”, es la realidad de los países de la América Latina que “han visto engalanadas a las panteras”, es la traición a esa visión de unidad de la América Latina que cantó y soñó Rubén Darío, la que estamos viendo traicionada día a día. Traición a esa visión dariana de la unidad de los pueblos hispanos, unidad traicionada una y otra vez, “las ambiciones pérfidas no tienen diques, y soñadas libertades yacen deshechas”. Si podemos hablar de una traición de los intelectuales al pueblo, también podemos denunciar una traición de los políticos al ideario de Rubén.
Hay que aplaudir,  especialmente a la poeta María Manuela, y   a los organizadores y las organizadoras de este simposio, a todas y a todos los que han tenido parte  en la convocatoria y convocación de este simposio que tiene  como tema y lema: “Darío como precursor de la unidad latinoamericana”, porque se nos ha dado la oportunidad de hacer un examen de conciencia y un mea culpa por el mal que hemos hecho y  por el bien que  hemos dejado de hacer ,   para que se realice la unidad de los pueblos de la América Latina, porque se  nos  ha dado  la oportunidad de lanzar desde este León de Nicaragua, desde este León de Rubén Darío,  donde nos acompaña  más vivo que nunca,  su grito de pax, paz,  su grito de humanidad y hermandad: 

Unanse, brillen, secúndense, tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecundad, sólidas, ínclitas razas.

(Palabras pronunciadas en el Paraninfo de la Universidad Nacional, León, Nicaragua,
el martes 21 de enero, 2014, durante el XII Simposio Dariano)