NIETZSCHE, EN UN TEXTO RARO DE GAMR SOBRE “LOS RAROS”

Por Gustavo Adolfo Montalván Ramírez, GAMR

PRIMERA PARTE

Federico Nietzsche fue considerado por Rubén Darío un escritor raro, caracterizado por su pensamiento filosófico Anticristiano, ateo puro, genio y loco, pero tal vez la verdadera causa de su rechazo para no incorporarlo en el libro Los Raros, sea el punto neurálgico que este filosofo no era poeta.
El profesor de la Universidad de Sevilla, Noel Rivas Bravo, afirma que Los Raros, de Rubén Darío, es un famoso breviario de la crítica modernista. Agrega que Darío posiblemente se abstuvo de incluir a Nietzsche entre los escritores raros, porque su artículo “Nietzsche: un raro excluido en Los raros”, era meramente informativo y sin el valor crítico de su obra, aunque no la desconocía.
La primera edición de Los Raros fue impresa en Buenos Aires, en Talleres La Vasconia, un 12 de octubre 1896, y se componía de 19 ensayos
La segunda edición de Los Raros, corregida y aumentada, fue impresa en Barcelona, Casa Editorial Maucci, 1905, y agrega dos ensayos más, para un total de 21 textos sobre escritores raros. En su mayoría eran autores franceses contemporáneos, parnasianos y simbolistas. Eran poco conocidos en América y España, y aún en sus propios países.
Pero el primer raro de la serie que escribió, lo publicó el 2 de abril de 1894, dedicado a Federico Nietzsche. Dice Noel Rivas Bravo: “Considero más razonable afirmar que fue la discrepancia con su pensamiento, lo que llevó a Darío a excluirlo en Los raros”, discrepando con el crítico Sobejano, quien asegura que no lo conocía lo suficiente en su obra. Rivas Bravo, dice que habían pasado dos años antes de publicar Los Raros, de la fecha de aquel artículo sobre Nietzsche, y por lo tanto ya lo conocía lo suficiente, para rechazarlo por sus ideas proclamadas en las obras.

¿POR QUÉ ADVERSA DARÍO A NIETZSCHE Y OTRAS VECES LO ELOGIA?
Nietzsche fue preciso y directo en su mundo filosófico en la construcción de una muralla de contención del cristianismo, que había batallado bravamente durante siglos, en toda Europa, pero era más radical que el anticristianismo expuesto en el poema “El cuervo”, de Leconte de Lisle. Nietzsche pedía aniquilar el cristianismo en su totalidad.
Las obras de Nietzsche: Así hablaba Zaratustra, y, El Anticristo, se perfilan ambas como parte de esa contención al cristianismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. Para Rubén Darío su campaña intelectual contra la Iglesia Católica no era tan confrontativa, sino que mantenía una posición igual al protestantismo luterano y calvinista, pero con perfil a sottovoce.
Por ejemplo, véase o léase la obra de Opiniones (1906), de Rubén Darío, despliega todas sus energías, en visualizar el panorama del mundo contemporáneo en materia de la religión católica, e inclinando el fiel de la balanza, como crítico protestante frente a los dogmas del catolicismo.
En esta obra no calza nada el pensamiento filosófico del Anticristo, de Nietzsche, pero si, su nombre y algunas citas breves a veces imperceptibles, las hace Darío en Opiniones.
Otros temas de enorme importancia, como lo son los medios de la prensa francesa, y la difusión de las ideas, son abordados por Darío.
El tema “El cisma en Francia” lo aprovecha Darío para sus efectos de campaña intelectual a su modo de protestante de entre siglos XIX y XX.
Pero Darío resguarda la fe, y se protege de “las tinieblas enemigas” y en este sentido, se suman los ensayos “El eclipse” y “En Asturias”.
Pero, al fin y al cabo, Darío se abstiene de Nietzsche en Los Raros, porque a pesar de considerarlo un hombre ilustre, desgraciadamente se volvió loco, más la falla de no ser considerado gran poeta.

SEGUNDA PARTE
Para la segunda edición de 1905, de Los Raros, el autor podría haber sustituido unos tres o cuatro poetas y escritores franceses contemporáneos, por otros tres o cuatro autores raros, estadounidenses o Hispanoamericanos.
Por ejemplo: cambiar Georges D’Esparbés, Eduard Dubus, el Conde Lautréamont y Theodore Hannon por Walt Whitman, Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón y Leopoldo Lugones, todos estos muy superiores a los anteriores aquí mencionados, y de esa forma era un claro reconocimiento de Rubén Darío a las letras Hispanoamericanas.
Rubén Darío lo que hizo fue un agregado certero de Paul Adam y Camilo Mauclair ambos franceses, pero hacer los cambios de los que dijimos anteriormente.
A medida que pasa el tiempo, la obra crítica de los ensayos Los raros, no fue tan afortunada. Y el mismo Darío lo sabía y lo comprendía. Para los años de 1911 y 1912 sumó obras parecidas a Los Raros, como fueron Letras, o Cabezas, pero no con tanta pompa como sucedió en 1896, con la primera edición de 19 raros, y en 1905, sumó dos más, pero de origen francés.
Creemos que en la primera edición no incluyó a Leopoldo Lugones, porque era muy joven y no había aportado tantas enseñanzas de sus obras, sin embargo, para 1905, ya superaba en grande a Lautreamont, cuya mayor rareza es lanzar bocanadas de fuego diabólico…
Y en cuanto a Whitman y Díaz Mirón, estos dos gozaron de sendos Medallones, en Azul…, como hizo con Leconte de Lisle, que si lo incluyó en Los raros…
Rubén Darío se jacto algunas veces, de considerarse un especialista en leer y escribir de hombres de letras con naturaleza rara. Y de los hombres de América del Norte, escogió a Edgar Allan Poe, genio y raro. Pero no seleccionó al más grande genio francés Charles Baudelaire, traductor de Poe del inglés al francés, y de ser un creador del simbolismo, y tampoco al más grande romántico francés Víctor Hugo, el maestro sabio que fue admirado por Rubén Darío, en toda su juventud.
Pero si, escogió a Leconte de Lisle, que sucedió a Víctor Hugo en la Academia Francesa, en 1887 dos años después de haber desaparecido el autor de La legenda de los siglos, y lo suplantara el autor de La nueva leyenda de los siglos, por las obras de una Trilogía: Poemas antiguos; Poemas bárbaros y Poemas trágicos…
Y si me preguntaran por Manuel Gutiérrez Nájera, este fue el gran maestro mexicano que ocultó siempre Rubén Darío, cuando comenzó a escribir los cuentos de Azul… Y siguió escalando con la varita mágica del fundador de Revista Azul…