Por: José Antonio Luna
A Francisco Ruiz-Udiel y a Ulises Juárez Polanco le cae como anillo al dedo esta sentencia griega: Los elegidos de los dioses mueren jóvenes. Y así ha sido históricamente. La muerte prematura reivindica el futuro. Francisco con nombre de santo y Ulises con nombre de héroe mitológico fueron amigos y compañeros de andanzas literarias, los dos potencialmente grandes escritores. Ruiz Udiel murió a los 33 años un comienzo de enero en 2011 y Juárez Polanco murió dormido seis años-2017- después. Y los dos estaban vinculados estrechamente al escritor Sergio Ramírez Mercado.
Estas dos promesas no necesitaron muchos años para darse a conocer como poeta, cuentista y editores. A los 33 años, dicen que a esa edad murió cristo, dejaron de existir entre el estupor y pesar de sus admiradores.
Dos jóvenes que ingresan al panteón literario nicaragüense y que me recuerdan los miembros de la poesía trunca: Roque Dalton, Erwin Silva, Fernando Gordillo, Leonel Rugama.
¿Como murieron Francisco y Ulises? No importa. Lo importante es el legado que dejan y principalmente la prueba de que Nicaragua todavia hay poeta ahora que los poetas buenos escasean lo mismo que los buenos cuentistas, ahora que un buen número de escritores quieren ser novelistas.
Pero, si el número 27 es famoso por ser la edad escogida de grandes músicos para despedirse de este mundo. Ruiz-Udiel y Juárez Polanco han reivindicado el número 33 para morir con fama y gloria.
Varios grandes de la música popular integran el famoso “Club de los 27”, denominación que se refiere al grupo de músicos célebres que comparten una fúnebre singularidad: haber muerto trágica y prematuramente a la edad de 27 años, en casos relacionados mayormente con el abuso de drogas y alcohol, accidentes inexplicables e incluso el suicidio. Los grandes músicos del hipismo y la contracultura: Robert Jonhson Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison-el rey lagarto- Kurt Cobain, Amy Winehouse estaban en el pináculo de la fama cuando dejaron este mundo.
El “Club de los 33” de Ruiz-Udiel y Juárez Polanco, será el futuro una referencia para los escritores nicaragüenses escogidos de los dioses.
Ahora un poema de Francisco-premonitorio- y un texto de Ulises sobre su amigo Francisco.
CADA CUATRO AÑOS NACE
UN POETA SUICIDA
 
A Sexton, Plath y Pizarnik
Nacidas en 1928, 1932 y 1936
Cada cuatro años la muerte
abre la llave del gas de una cocina,
se fuma un cigarrillo en el sofá y espera.
Otras veces enciende el motor de un automóvil
dentro del garaje
y canta Chair in the Sky,
un poco de jazz no despertará
a las muñecas recién maquilladas, piensa.
Cada cuatro años la muerte toma
anfetaminas para adelgazar,
pero se le pasa un poco la mano
y ya no despierta.
No se pone triste, ni alegre, ni neurótica, no.
Pero cada cuatro años
la muerte amanece lúgubre
y observa la tarde roja
desde una ventana.
Alguien trata de invocarme, dice,
y cierra amargamente los ojos.
A mí me da pesar, no sé,
A mí me da pesar, no sé,
es como si ella quisiera decirnos
o contarnos algo desde su delgado rostro blanco,
como si estuviera cansada de estrangular mujeres.
Yo la conozco muy poco,
pero me consta aborrece su funéreo oficio.
Últimamente la han visto respirar cierto
aire suicida.
Cada cuatro años a la muerte
se le irritan los ojos,
sabemos que ha llorado, lo sabemos,
pero callamos,
sabemos también que busca algún vientre
y como ella no tiene el privilegio de la carne materna
aferra entonces sus fríos y delgados dedos
en el primer ombligo que encuentra.
Por eso cada cuatro años algunas niñas
ya vienen muertas.
FRACISCO RUIZ-UDIEL
 
Mesa redonda “Vida, producción y análisis de la poética de Francisco Ruiz Udiel”. VI Simposio sobre el habla y la literatura nicaragüense. UNAN-Managua, 19 de agosto de 2011. 2 p.m.
 Quiero iniciar comentando que lo normal en este tipo de mesas redondas es comentar exclusivamente sobre la obra y legado de autores y artistas. Que esta mesa que nos reúne a estos amigos no sea sólo para comentar la poesía de Francisco Ruiz Udiel, poesía que el crítico peruano Julio Ortega calificó como heredera de la poética latinoamericana, sino también para hablar de su vida, es para mí muestra clara de la dimensión de Francisco, de su integralidad como poeta y creador.
Digo esto porque cuando Víctor me invitó a comentar sobre el rol de Francisco como promotor cultural y editor me puse a reflexionar si realmente un creador, en este caso un poeta, debe también darse a la tarea de promover a otros creadores. Sobre esto ya he comentado en anteriores ocasiones, recordando cómo surgió Leteo ediciones en 2005, y sobre lo que, con el permiso de ustedes, voy a comentar más adelante. Antes, quiero retroceder un poco más en el tiempo. Siempre me han parecido fascinantes, y cada vez más misteriosas, las razones por las cuales un grupo de jóvenes se reúne alrededor de un proyecto específico como la literatura, y en esa comunión, tallerear sus creaciones y publicar una revista, que, si es impresa, conlleva gastos y sacrificios económicos que usualmente terminan en pérdidas.
Literatosis fue un grupo de escritores y poetas que entre 1999 y 2003 editó la revista homónima. Como comentario al margen, no deja de sorprenderme cómo muchos los integrantes de Literatosis son referencia en la literatura joven de Nicaragua, por mencionar algunos nombres, Rodrigo Peñalba, Eunice Shade, José Adiak Montoya, Missael Duarte, el propio Francisco, es decir, nombres ineludibles en esta generación del 2000, llamada Generación del Desasosiego por Gioconda Belli o Generación de la Noluntad por Helena Ramos. Cuando en 2002, cuando Francisco asumió la dirección de la revista, ya sin el patrocinio que hasta entonces se tenía Foro Nicaragüense de Cultura y se preparó el último número de la revista, Francisco fue uno de los integrantes que financió esta publicación. ¿Por qué un joven, entonces de 25 años, pondría algo tan concreto y material como es dinero propio, y dinero del que no se tenía en cantidad, para apoyar algo tan utópico y en cierta forma poco práctico como una revista de literatura?
Posterior a la disolución del grupo, Francisco comenzó en 2004 otro proyecto, ahora personal, llamado Retrato de poeta con joven errante. Consistía en un sitio web (www.retratodepoeta.com que también tenía su contraparte en el Semanario 7 Días, gracias al apoyo de Helena Ramos, su editora. Este nuevo proyecto se anunciaba como “una publicación que da a conocer la poesía joven de Nicaragua”, especificando “una periodicidad quincenal y (que) no representa a ninguna banda literaria.” Ya desde entonces era notorio en Francisco su pasión no sólo por su propia literatura, por esa búsqueda personal que jamás termina, sino también su lucha por dar a conocer a otros autores, lo que hacía a través de las secciones del sitio web: “Retrato de poeta joven”, que era la semblanza y publicación de una selección poética de un autor joven nicaragüense; “Poetas Extranjeros”, similar a la anterior pero para autores extranjeros, generalmente también jóvenes (y hago la anotación que también mucho de estos autores son ahora referencias en sus países); “Poeta Recomendado para Reclinar La Cabeza”, o poetas consagrados que según Francisco merecían ser leídos, como José Emilio Pacheco, Raúl Zurita, entre otros; y “Noticias”, donde se publican notas culturales en primicia que los medios tradicionales no recogían.
Quienes conocieron a Francisco sabían muy bien de su disciplina metódica y previsora, como guerrero oriental. Es así como de la misma manera en que Francisco se había reunido con Helena para plantearle que las semblanzas de Retrato de poeta se publicaran en 7 Días, así me planteó en 2005 la posibilidad que publicáramos un libro recopilatorio, y así inicia otra faceta de él, la de editor. Para entonces mi amistad con Francisco, que había iniciado cuando formábamos parte de Literatosis, había trascendido la literatura. Así, sin mayor experiencia, decidimos darnos a la tarea de publicar el libro, que se convertiría en la primera antología de la Generación del 2000. En el prólogo de este libro, Gioconda Belli escribió que “esta muestra está llamada a ser una referencia obligatoria para el estudio de la nueva poesía nicaragüense”.
Ahora bien, editar un libro en nuestro país no es fácil, creo que nunca lo ha sido, y menos iniciar con una antología que implicó trabajar con once poetas, cada uno con carácter diferente, pero creo que ese primer libro editado, Francisco con 28 años y yo con 21,  sirvió para confirmar lo que ambos creíamos (en ese entonces quizás él más que yo), de que el deber de un creador no es únicamente crear la obra propia, sino también crear los espacios para que otros puedan crear sus obras. Esto no tiene nada que ver con la imagen del creador comprometido, o tal vez sí, pero no comprometido en temas políticos (creador y ciudadano son dos conceptos diferentes que perfectamente pueden convivir en el mismo individuo), sino comprometido con el colega, con el prójimo. Hace un par de semanas presentábamos el décimo título en Leteo, Historia vertical, el libro de cuentos de Javier González Blandino (La Paz Centro, León, 1984), un libro en el que Francisco estuvo muy involucrado desde que invitamos a Javier a publicarlo en agosto del año pasado, y a propósito en dicha presentación yo comentaba que los proyectos de Leteo “no han sido con la intención de crear una escuela, o canon de cómo debe escribir el joven, por el contrario, lo que hemos querido es abrir los espacios y que cada quien, con su libertad creadora y su técnica literaria, pueda darse a conocer. La poesía de Missael Duarte es muy diferente a la de Víctor Ruiz, como la de Víctor es muy diferente a la que propone la antología Poesía ante la incertidumbre, que, a la vez, guarda distancia de la obra de Arquímedes o de Hanzel Lacayo (…). Es decir, es una iniciativa editorial que ha procurado ser una ventana de lo que esta generación tan heterogénea está escribiendo.”
Con todo lo anterior, no tengo dudas que Francisco aprovechaba los espacios (que él había logrado por cuenta propia) para apoyar a los demás. Dos ejemplos rápidos: desde su puesta Caratula, revista cultural centroamericana  y de jefe de redacción de El hilo azul, Francisco siempre procuró dar espacio a los jóvenes, misma lucha que libró en el Centro nicaragüense de escritores, donde como relacionista público promovió eventos y perfiles de autores jóvenes,  y fue el creador, precisamente, de los proyectos de una revista literaria (que terminaría siendo El hilo azul), y de los talleres de literatura para jóvenes, tanto de poesía como narrativa, y que ya van por cuatro ediciones, con maestros de lujo como Anastasio Lovo, Julio Valle Castillo, Erick Aguirre e Iván Uriarte. En este breve recorrido no he mencionado las celebraciones del Día Mundial de la Poesía, de las que Francisco tomó iniciativa y que junto a otros poetas, escritores e instituciones se celebraron desde 2004. Es decir, Francisco, con todas las críticas que como persona pudo haber tenido, y con todas las faltas que cualquiera de nosotros comete, siempre pensó en los demás, en sus colegas. Esto es, creo yo, la mayor generosidad que alguien puede tener. De todo esto podríamos hablar horas. Quienes de una u otra forma estuvieron vinculados con estas facetas de Francisco pueden dar fe de estas palabras.
Vicente Aleixandre escribió:
“no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.”
Creo que Francisco ha quedado en todos nosotros, sus amigos.
REQUIEN PARA ESTOS DOS POETAS
TAMPA, FLORIDA, OCTUBRE 2017.

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