“Los poetas no escribimos más de cinco poemas que valgan la pena”

GONZALO ROJAS

EL ULTIMO POETA DARIANO


Por: José Antonio Luna

 Nota de Nicaraguanicaraguita.com: El Periodista y escritor nicaragüense José Antonio Luna Centeno, es quizás el mejor cronista de nuestro país que reside en el exterior, Tampa, Florida, USA, de hace más de veinticinco años, y con este artículo iniciamos una serie de colaboraciones, tal como lo realiza en otras revistas y periódicos extranjeros.

El poeta Chileno Gonzalo Rojas (1917-2011), admirador profundo de Rubén Darío, quien escribió la presentación de la reedición conmemorativa de los 110 años del libro de poemas Azul, que la Universidad de Valparaíso patrocinó, falleció en Santiago a los 93 años tras una extraordinaria existencia y una producción poética por la que fue galardonado con el premio Cervantes de Literatura 2003.

Rojas, uno de los grandes poetas de Chile y América junto con Pablo Neruda y Gabriela Mistral, declaró con un humor característico cuando le otorgaron el premio Nacional de Literatura de Chile que “los premios no me interesan mucho, aunque debo admitir que algunos ayudan a vivir”.

Gonzalo Rojas, quien vivió las últimas décadas en Chillán, siempre recordaba sus años de juventud en Valparaíso, que lo habían vinculado irremediablemente con Rubén Darío. En una entrevista concedida a DPA, declaro que “los poetas no escribimos más de cinco poemas que valgan la pena” en un arranque de autocrítica.

Irreverente, polémico, pero de una sinceridad pura, Rojas tenía un gran poder de convocatoria. En 1962 reunió en la Universidad de Concepción a los más importantes intelectuales del mundo. Allí estuvieron entre otros:

Ernesto Sábato, Alejo Carpentier. Pablo Neruda, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, José Mariah Arguedas, Enrique Anderson Imbert, Jesús Lara, Jaime García Terres, Mario Benedetti, Carlos Martínez Moreno, Jorge Zalamea, José Antonio Portuondo, José Bianco, Peregrino Junior, Sebastián Salazar Bondy, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, John D. Bernal, Gianpetro Puppi, Francesco Flora, Julián María entre otros. Los grandes ausentes al cónclave fueron Dámaso Alonso, André Bretón y Octavio, quienes tuvieron motivos de fuerza mayor.

Gonzalo Rojas prolífero, deja más de 50 libros de poesía. Entre sus obras más importantes y conocidas están: La miseria del hombre -su primer libro 1948- Metamorfosis de los mismos, Esquizo, Del Agua, Poesía esencial y Con ánimo y sin ánimo, 2010.

“No hay Dios ni hijo de Dios sin desarrollo”, dijo una vez Vallejo, el más grande poeta del Perú, genio del mestizaje como nuestra Mistral o nuestro Rulfo, nuestro Darío o el mismísimo Neruda, cuyo centenario está ardiendo estos días en la Patria Grande de Cervantes que es la lengua. Esa Patria Grande que nos une a todos por sangre y por oxígeno, se entiende, desde el Cid al Quijote y más acá.

Cuando hablo de la amarra entre la Edad de Oro y los Cronistas de Indias, estoy pensando necesariamente en los progenitores de la gran narrativa iberoamericana, los Carpentier, los Rulfo, los Arguedas, los Cortázar por ejemplo, y aún en nuestros poetas visionarios: un Huidobro, una Mistral, un Pablo de Rokha, un Vallejo, un Neruda o un Octavio Paz.

Más claro: no es que seamos únicamente libro, somos también imaginación abierta a las grandes mudanzas, y amor, y libertad al mismo tiempo. Todo eso hablando de niñez y reniñez incesante, de riesgo y de coraje.

Ahí vamos en la apuesta. ¿Qué será el 3004 de nosotros, por ejemplo?, ¿el 4004 qué será? Ahí estará otra vez intacto Cervantes leyendo el parpadeo de la historia en el de las estrellas. Leyendo el mundo y releyéndonos. ¿Qué será de él mismo y por añadidura, si se quiere arbitraria, qué será de nuestro Borges y su Aleph, Neruda y su Residencia, Vallejo y su Trilce, Carpentier y sus Pasos perdidos, Huidobro y su Altazor, Darío y más Darío?

De niño aprendí solo, yo solo, que hay que mirar hacia adelante y también hacia atrás al mismo tiempo y no tenerle miedo al miedo. Porque no se me da la sentencia preciosa del gran Eliot: “Te mostraré el miedo en un puñado de polvo.”  No es para tanto, nunca es para tanto. (Extracto del discurso de Gonzalo Rojas al recibir el premio Cervantes 2003, de manos del rey Juan Carlos de España)