HOMELESS

 Por: José Antonio Luna                            

              ¡Los pobres, los humildes, los

               vagabundos heredaran el paraíso y

              verán a Dios!

              JAL

Como hormigas, en fila india y en silencio llegan puntualmente

con las mochilas al hombro

con el periódico en la mano.

Ojerosos, desnutridos, blancos, negros, hispanos

mujeres y hombres; jóvenes y viejos.

Con disciplina y estoicismo se acomodan en la acera

unidos por las ganas de ir al baño

por la urgencia de lavarse la cara.

por el hambre que les come las entrañas.

Cansancio crónico, tuberculosis, sida pulula en sus rostros.             

Apretujados abajo del portal: esperan

unidos por la pobreza, la soledad, el abandono.

Cada mañana un nuevo reto.

Largos noches de insomnio y frío y días cortos.

Si está lloviendo se agrupan bajo el alero de la entrada.

Si está soleado fuman para entretenerse.

Y empieza el conteo regresivo. 5 minutos para que abran.

4… 3… 2… 1…

Comienza el rápido acceso.

El refugio de los homeless: las bibliotecas.

Acomodándose las harapientas ropas entran sigilosamente.

La mirada inquisitiva del security.

Unos van directos al baño.

Otros buscan la computadora más  alejada.

Las mujeres prefieren los lugares iluminados.

Los negros con los negros en las mesas. Los hispanos solitarios.

Los blancos y negros en los sillones.

Leen deporte… política… ciencia ficción, literatura, tecnología.

En susurros comentan… de su juventud, de la familia.

del hogar perdido.

Los días en el Army (ejercito). Viet-nam, Corea, Irak, Panamá.

A las 12 del medio día salen de uno en uno de dos en dos…

como hormigas…

Van Salvación Army… a la Iglesia Presbiteriana… a Caritas

comida caliente… una sopa… un café.

“Barriga llena corazón contento”.

Quizás el único alimento del día.

Son los olvidados del capitalismo. Los parias… los sin casa que

un día fueron hombres de “bien”.

Los visitantes de la biblioteca los miran con desdén… pero no dicen

nada… Ellos buscan sus libros… los videos y se van.

Los únicos visitantes asiduos, puntúales, disciplinados son los

homeless.

El homeless es el mejor cliente de las bibliotecas.

¡Y los más educados!

 

Tampa, Florida noviembre 2008.