YO VÍ PERDER A BOBBY FISCHER

MEMORIAS DE UN AJEDRECISTA EN CUBA COMUNISTA  

Por Gustavo A. Montalván Ramírez
Para Escritoreslibres.org 

Yo formaba parte del Equipo de Ajedrez de Nicaragua, en octubre de 1966, en la Décima Séptima Olimpiada Mundial de Ajedrez, que se desarrollaba a lo largo de un mes en la ciudad de la Habana, Cuba. La delegación del equipo de Ajedrez estuvo integrada por: el ingeniero Emilio Morales Cruz, ingeniero Arnoldo Tenorio, doctor Alberto Baca Navas, doctor Julio Aguilar Bustamante, doctor Francisco Herdocia y Gustavo A. Montalván Ramírez. Allí fue donde conocí a los grandiosos cerebros, entre ellos, el genial norteamericano Robert (Bobby) Fischer, Robert Byrne, Donald Byrne y Larry Evans del equipo norteamericano.
Por los rusos Tigran Petrosián “El genio de Ucrania” (Campeón del mundo en esos momentos); Boris Spasski “El atormentado de Fischer”; Miguel Thal “El genio de Riga”; Lev Polugayevsky, Víctor Korchnoi, y otros ídolos ajedrecísticos de la época conocida como “Guerra Fría” o “Bloqueo contra Cuba”.
Dentro del programa de cultura turística, conocimos el balneario de Varadero, que antes de la Revolución Cubana, era centro de atracción de ricos visitantes norteamericanos, como la zona del Vedado, a orillas del mar, en la playa de La Habana vieja.
Recuerdo muy bien la tarde cuando el Campeón norteamericano Robert (Bobby) Fischer perdió frente al húngaro Florin Georgiou, la única derrota sorpresiva sufrida en esa ocasión por el ajedrecista gringo. El pronóstico era que vencería Fischer al joven Georgiou.
Bueno, la cosa es que yo la presencié en minutos antes que el norteamericano se rindiera, y se levantara intempestivamente frente al tablero, y ni siquiera diese la mano al húngaro.

EN UN ASCENSOR CON BOBY FISCHER
Bajando por el ascensor, no sé por qué razones de mi habitación del Hotel Habana, se introdujo entonces al descenso por el mismo ascensor el señor Fischer. Yo, que bajaba solitario le saludé, y le dije que en Nicaragua yo escribía para un periódico sobre Ajedrez Mundial, y que muchas ocasiones le mencionaba de sus juegos.  Me extendió la mano el gran Bobby Fischer, felicitándome, sin más comentario. Se le miraba en el rostro la sufrida huella de la reciente derrota, y por lo tanto se le escapaba la medalla de Oro.

FIDEL CASTRO Y YO INTERCAMBIAMOS FOTOS
Recuerdo también que a tres días de empezar la XVII Olimpíada Mundial de Ajedrez, el incipiente dictador Fidel Castro Ruz, era la atracción en el lobby del Hotel, mientras jugaba una partida de ajedrez, en un tablero minúsculo imantado y móvil, con el maestro mexicano Filiberto Terrazas.
Yo presenciaba al lado un momento la partida a pesar de la gran seguridad de su persona por parte de los milicianos que le rodeaban. Aparecí junto a ellos en el Periódico Gramma, en una foto grande, un día después…
También circularon fotos mías con Fidel Castro, saludándome cuando le fui presentado el día de la recepción de Bienvenida a las delegaciones para el evento. “Usted es muy jovencito, y nicaragüense, qué bueno” –me dijo Castro.
En esa ocasión el mismo Castro me solicitó mi cámara Kodak, y me dijo: “Cuando salgo de pesca, llevo cámara, pero es una cámara checa”, mientras decía a los fotógrafos: “¡Alúmbrennos!” Y acto seguido me sentí yo en las nubes del mundo, todos los fotógrafos nos lamparearon, y el mismo Fidel me lampareaba con la Kodak.
Hacía unos instantes se había retirado de la mesa de honor Bobby Fischer, con quien conversó unos quince minutos rodeado de muchas cabezas…  Yo miré sobre la mesa de honor, la portada de un libro con un tucán a colores con el título “Kukulcán”.

Para los amantes del ajedrez esta es la partida entre Castro y Terrazas:
Blancas: Filiberto Terrazas 
Negras: Fidel Castro Ruz
Gambito de Rey Aceptado

1.e4 e5 2.f4 exf4 3.Cf3 Ad6 4.d4 h6 5.e5 Ab4+ 6.c3 Aa5 7.Axf4 g5 8.Ag3 De7 9.Ae2 d6 10.exd6 cxd6 11.Da4+ Cc6 12.d5 Ad8 13.dxc6 b5 14.Dxb5 a6 15.Da4 g4 16.c7+ Ad7 17.cxd8:D+ Txd8 18.Dd4 gxf3 19.Dxh8 Dxe2 ++ (Jaque mate)

OTRA COINCIDENCIA EN LA CUBA COMUNISTA
En enero de 1967, mientras en Nicaragua se celebraba el Centenario del nacimiento de Rubén Darío(1867-1916),  en la Cuba Socialista se realizaba, precisamente en el escenario de Varadero, bajo el patrocinio de Casa de las Américas, dirigida por Roberto Fernández Retamar, un Congreso de Escritores Políticos que participaron de un “Encuentro con Darío”, donde desdichadamente se lanzó una crítica encubierta contra Rubén Darío por el poeta izquierdista, simpatizante y activista socialista, el uruguayo Mario Benedetti, miembro del Consejo de Dirección de Casa de las Américas (1975), y dos veces distinguido por universidades españolas con el reconocimiento de Doctor Honoris Causa.
En el ejercicio de la democracia se respetan esas decisiones, y, por lo tanto, nosotros las respetamos. Pero aquel acontecimiento, supuesto a ensalzar la obra de Rubén Darío, sirvió para terminar de retorcerle el cuello al cisne aristocrático como se hizo mucho tiempo atrás.
Lastimosamente Benedetti dictó la lección iconoclasta, muy distinta de la Lección de Rubén Darío, dictada por el español, Ramón de Garcíasol, en 1955, “Premio Pedro Henríquez Ureña”, en concurso Iberoamericano en España. Desgraciadamente once años más tarde, nos daríamos cuenta de que los Brutus decapitan los mejores bustos.
A los 135 años del nacimiento del poeta bienquerido por millones de hombres y mujeres, que, al traspasar un nuevo milenio, al filo del mes de diciembre del año 1999, fue declarado don Rubén Darío, como “El Personaje del Milenio, de América Latina”, por la Radio BBC de Londres, al lado de los más distinguidos próceres del mundo.
Sin embargo, a Darío aún le lanzan lodo, infamia, falsedades, calumnias, epítetos, petardos, y otros pitos y silbidos. En la historia cultural universal, la crítica viene de todas partes, así es la democracia.

PREGUNTAS NECIAS DE MARIO BENEDETTI
A la pregunta necia, llena de osadía y escarnio: “¿Sabemos acaso de qué indigencia o de qué hambre proviene el casi inocente desquite de sus candelabros y manjares?”
Mario Benedetti, demuestra con esta interrogante que es enemigo del poema en prosa, la “Canción del oro” o de la imitación o plagio de Pellatin. En sus malas palabras o malos pensamientos, tenemos la sospecha de que él había leído días antes La vida del buscón llamado don Pablos, de Francisco de Quevedo.
Veamos: Pablos va narrando episodios divertidos, al provenir de familia muy pobre, amigos pobres como su maestro el Licenciado Cabra o su amo Diego Coronel, y pobres situaciones en Segovia, que dan lugar a resultados de enorme pobreza y de hambre, hasta el extremo del flaco Jurre, el vizcaíno “tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía”, para luego caer en sueños para no sentir la necesidad de las tripas que pedían justicia.
Pobre esta mala experiencia, narra Pablos: “Levánteme con grande dolor de mi alma, viendo que estaba en casa donde se brindaba a las tripas y no hacían la razón.”
-Déjeme decirle señor Benedetti-, que el hambre es patrimonio de la humanidad, donde no se escapan los ricos o acaudalados, y que esa historia es de protagonistas analfabetas, no de la historia de un niño genio que nació poeta, y que se auto educó con las historias universales del mundo; a pesar de provenir de una familia pobre donde penetró la fatalidad, según palabras del mismo Darío, pues su antepasado tuvo raíces en el Cid Campeador, del mero corazón de España, de acuerdo al Profesor Edelberto Torres Espinoza y don Luis Cuadra Cea, de allá en León y Zamora, por Alicante o Valencia, donde usted ha sido laureado.

Asombró indiscutiblemente a su audiencia en Varadero, con la pregunta siguiente: “¿De qué imborrable cicatriz, (proviene) el implícito cinismo que le dicta la salutación a ese buitre, que él, metafóricamente, denomina águila?” Este lenguaje empleado por Benedetti se identifica con el lenguaje revolucionario del comunismo cubano de la “Guerra Fría”.
Con ello atraía votos y atención que nadie antes había osado contra las metáforas diplomáticas de Darío, en “Salutación al Águila”, al referirse a Calibán.
Aquí va otra pedrada lapidaria: Benedetti se pregunta sin contestarse: “¿Sabemos, podemos siquiera conjeturar, ¿cómo se habrá sentido después de cada abdicación, después de cada verso frívolo que él pegara como un parche poroso sobre su acalambrada, contenida desesperación?”.

Benedetti es de los críticos que ponchan neumáticos en las tinieblas y después ofrece servicios de reparación de llantas a la vuelta de una esquina rota en primavera.
Pero como decimos de veras, Benedetti parece que leyó a Quevedo, momentos antes de ensayar o improvisar deliberadamente sobre Darío, cuando Quevedo dice en boca de Pablos: “Yo todavía me estaba debajo de la cama, quejándome como perro cogido entre puertas, tan encogido que parecía galgo con calambre.”

RUBÉN DARÍO FUE INDIGENTE Y VORAZ EN BELLAS LETRAS
No hace falta decir que Rubén Darío fue un indigente y un voraz del conocimiento y del embellecimiento de las letras, que tuvo padecimientos artríticos, de espasmos y calambres al atravesar océanos como del Pacífico, de Corinto a Valparaíso, pasando del Trópico a la Antártica hacia un invierno crudo.
Después en el Atlántico, imitando a Colón, una y otra vez, con cambios bruscos de climas sin el atuendo necesario que le cobijara el cuerpo durante la noche fría, después del encendido sol. No hace falta contar los calambres de este cuerpo humano que fue normal, en mente y cuerpo sano, amante de la vida y de las mujeres. Pero no fue galgo atrapado entre puertas, tal como curiosamente nos incita a esos malos pensamientos, las malas intenciones que subestimaron a Darío de parte de Benedetti.
A la sarta de preguntas ociosas y vergonzantes deben agregarse: “¿Sabemos acaso qué impulso entrañable pudo haber llevado a Darío a fabricarse su zoo de cristal, su corte de ensueños imposibles? ¿Qué esotérico resentimiento, a mirarse sus manos de indio chorotega o nagrandano, y decretar que eran de marqués?… ¿Sabemos cuántas oscuras borracheras de vino ordinario y pegajoso habrán mediado entre su “champaña del fino baccarat” y su “miel celeste”?

Qué fastidioso habrá sido, escuchar preguntas que rayan en la mediocridad, conteniendo necedades infantiles como resabios de envidias escolares del Kindergarten? -en ese Encuentro con Darío-, donde se suponía un selecto público convocado por la prestigiosa Casa de las Américas.
Sobre estos puntos recordemos una anécdota del poeta niño, cuando se ofrecía una fiestecita entre los amigos infantes en casa de su tía Rita, y comentó, después del aplauso que recibió el pequeño hijo de don Pedro Alvarado: “A mi primo Pedro, hoy lo aplaude la chiquillería, en cambio, a mí me aplaudirá el mundo”
Eso pasaba en la Habana, cuando en Managua, el 18 de enero de 1967, intelectuales de todo el mundo celebraban el centenario Dariano en honor al padre del modernismo.  En Nicaragua los mejores escritores del globo batieron palmas los aplausos, los pañuelos perfumados de todas las procedencias secaron sudores del trópico que no nos son ajenos en honor al poeta Rei.
Lo más selecto de la intelectualidad representativa de las lenguas, realzaron la figura renovadora y enriquecedora de Cervantes y del Siglo de Oro. Aquí nadie escuchó la voz quejosa del ferviente uruguayo que necesitaba aplausos, ante la negación del mar que arrojaba perlas al cantor de sus aguas y misterios. Si Rodó hubiese estado vivo, habríase empalidecido.

Nota
Gustavo Adolfo Montalván Ramírez, GAMR,
es uno de los dariistas más prestigiosos de Nicaragua.
Este eminente conferencista de la Vida y Obra de Rubén Darío
es también un ajedrecista talentoso que jugo a nivel internacional.
ALuna