UNA LECTURA A CANTOS DE CIFAR Y DEL MAR DULCE

Poetas Guillermo Menocal y Pablo Antonio Cuadra Miami 1989

Por Guillermo Menocal G.

“En el rencor del Lago
me parece oír
la voz de un pueblo”.
(El maestro de tarca VII).
Leyendo el poemario “CANTOS DE CIFAR Y DEL MAR DULCE”, del poeta Pablo Antonio Cuadra, PAC, (1912-2002), (Ediciones Libro Libre, IV tomo, San José Costa Rica, 1985), he penetrado en un pequeño mundo mágico habitado por una comunidad lacustre de campesinos isleños. Las páginas de ese entorno han conseguido no sólo atraparme, sino interesarme y saborear los encantos melodiosos de los poemas; aprender a valorar las costumbres, creencias, cultura y condición humana de esos lugareños; asimilar más nuestra idiosincrasia nicaragüense. Creo que estos “Cantos” que ahora leo, resuenan en mi oído como algo que no me es indiferente ni ajeno. Un coro de voces ancestrales “desde lo más recóndito de mi alma” me piden apreciar la historia de mis mayores; casta que debe ser escuchada, rescatada y reivindicada. Esto PAC, lo anuncia, lo evidencia y lo testimonia con éxito porque lo ha experimentado y vivido.
Tal vez este libro sea recordado como un acercamiento a una breve epopeya de la Literatura Nicaragüense. Obra que incluye géneros literarios: novela testimonial, histórica y sicológica (aunque sin el argumento novelístico); la narración, lo anecdótico, descripción y estampa, la tragedia, la aventura y misterio, la poesía lírico-epopéyica, la ficción unida a un elemento mítico muy nicaragüense y de un espíritu nacionalista y mestizo que caracterizan a este consistente trabajo de sobrio y humano; sin obviar lo irónico, el doble sentido, lo sorpresivo y lo híbrido. Libro que me trae a la memoria el “Spoon River Anthology” de Edgar Lee Masters.
La obra del poeta Pablo Antonio Cuadra es una de las más importantes de nuestra literatura. Un hombre estudioso y culto, ensayista, investigador y conocedor del FOLKLORE nicaragüense y lo nativo propiamente dicho, fue capaz de redactar estos CANTOS, ofreciéndonos una poesía auténticamente nicaragüense, de belleza lacustre: el lago y su gente isleña. Nicaragua como los lakistas románticos ingleses: William Wordsworth (1770-1850), Samuel Taylor Coleridge (1770-1834), Robert Southey (1774-1834), entre otros, que escribieron sus poemas en la zona conocida como Lake District, en la región de los lagos Cumbria; así Nicaragua posee sus lakistas como José Coronel Urtecho, Julio Centeno Gómez, Fernando Silva Espinosa y otros. PAC, nos entrega en este poemario, una labor vernácula, una variedad de sus formas poéticas, a veces escritas en metros sencillos y populares; otras, en una gran economía de las palabras mediantes un dominio lógico y coherente de ritmos cortos o extensos, sin caer en el prosaísmo.
Me he aproximado a estos CANTOS con entusiasmo y con la finalidad de tratar de resaltar los siguientes aspectos:
ASPECTO AMOROSO:
En el mundo del corazón y del sentimiento, el amor es expresado por nuestro poeta de dos formas:
I, a) AMOR IDEAL. La amada vive en el pensamiento del enamorado y éste se forma un mundo imaginario sobre ella, idealismo que vive en la realidad de su mente como algo verídico, es la ilusión de su vida y de su felicidad. Leamos este bello, musical y hermosísimo poema titulado:
MANUSCRITO EN UNA BOTELLA
“Yo había mirado los cocoteros y los tamarindos/y los mangos/las velas blancas secándose al sol/ el humo del desayuno sobre el cielo/del amanecer/y los peces saltando en la atarraya/y una muchacha vestida de rojo/que baja a la playa y subía con el cántaro/y pasaba detrás de la arboleda/y aparecía y desaparecía/y durante mucho tiempo/yo no podía navegar sin esa imagen/de la muchacha vestida de rojo/y los cocoteros y los tamarindos y los mangos/me parecía que sólo existían/porque ella existía/y las velas blancas sólo eran blancas/cuando ella se reclinaba/con su vestido rojo y el humo era celeste/y felices los peces y los reflejos de los peces/y durante mucho tiempo quise escribir un poema/sobre esa muchacha vestida de rojo/y no encontraba el modo de describir/aquella extraña cosa que me fascinaba/y cuando se lo contaba a mis amigos se reían/pero cuando navegaba y volvía/siempre pasaba por la isla de la muchacha de vestido rojo/hasta que un día entré en la bahía de su isla/y eché el ancla y salté a tierra/y ahora escribo estas líneas y las lanzo a las olas en una botella/porque esta es mi historia porque estoy mirando los cocoteros y los tamarindos/y los mangos/las velas blancas secándose al sol/y el humo del desayuno sobre el cielo/y pasa el tiempo/y esperamos y esperamos/y gruñimos/y no llega con las mazorcas/la muchacha vestido de rojo”.
I, b) AMOR IDEAL, surge unido a una leyenda. Cifar cree encontrar a su amada cuando éste va en busca de “La isla desconocida”, pero al Maestro de Tarca le confiesa que, “Crucé el lago/buscando la isla desconocida/fue con viento benévolo/a la más lejana, virgen y perdida/ pero/que yo conocí esa isla/¡juraría!/que su sonoro acantilado/devolvió mi canto un día/ ¡juraría!/ que era la misma mujer/la que allí me esperaba/casi lo juraría!/Sonrió el maestro y dijo:/lo conocido/es lo desconocido”. (El maestro de Tarca III).
Lo mismo ocurre en el poema “La Estrella Vespertina”, donde los marinos creen encontrar la isla de Inés: “¡Ya era tarde! como una Y griega /escarlata escrita sobre mi sueño /la vi desnuda correr /y hundirse entre las olas/Hablo de Inés. /Siempre hablo de Inés”.
En el poema “La noche”, esa misma mujer misteriosa vuelve aparecer en un “puerto desvencijado”, mientras el pobre y atribulado CIFAR soporta “la soledad, la lluvia” y su espejismo: “Y vi cruzar el muelle /a una bella mujer desconocida/de quien nadie me da razón en este puerto”.
Veamos lo que sucede cuando la pasión surge en la mujer, pero no idealizada, sino real, arrebatada y de diversos modos:
II) AMOR CONCRETO:
II, a) Amor feroz e infiel. Leamos el poema “Despedida” que por sí solo se explica: “Que las aguas te devuelvan/a la orilla/y llegues vomitando algas/y castañeteando los dientes/por el frío/que te encuentre/con la cara en la arena/tendido como un perro azotado por las olas/gritaba el corazón de la muchacha/mientras sus labios besaban al marinero”.
Y en “El vaquero de Apompoa”: “Cuando Telón/cantó su serenata/ella dormía/con Víctor/el de Tisma. /Todo era secreto/y música/ cuando/el caballo de Víctor/relinchó/en la milpa”.
Otras veces el amor prorrumpe a través de la violencia y la bella es domada y poseída. “Angelina en el acantilado” es una muestra de un:
II, b) AMOR FORZADO: “…vino a buscarme/y quiso/hacerme suya/Me luchó sobre la arena/Le clavé/los dientes, le arañé/la cara y furioso/zarpó sobre el oleaje/a mitad de la borrasca/- ¡Ojalá no se pierda/en la tormenta! / ¡Le estoy agradecida!”.
II, c) AMOR COMPARTIDO.
En “Rapto,” el amor triunfa a través del peligro, la osadía y la astucia. Los enamorados en busca de la libertad logran la fuga: “Sobre los cerros/en un cielo pálido/brilla el lucero/Suelto el ancla y al ruido/chillan los pájaros. /Vuelan garzas/los ganados balan/en el arenal lejano/De la chopa/sale Fidelia peinándose/al fresco del alba/Se vino anoche/Conmigo. Me dispararon/tiros, me echaron/lanchas veleras. Pero/ La Sirena corre. /Tengo una isla para ella”.
El poema LAS BODAS DE CIFAR, se refiere al amor nupcial, pacífico y ceremonioso. Era costumbre, en aquellos días, que los isleños, después de casarse, transportaran a la novia con música en una pequeña lancha a su nuevo hogar. Lo más humilde lo hacían remando su propio bote y sin música:
“¡Deja de llorar! –gritaron las mujeres/y se oyeron sus risas/entre el reflejo/de las antorchas/y el golpe de los remos/Llevaban a Ubaldina, con guitarras/Con su velo de novia/y un ramo de azucenas. /Eladio, el carpintero de ribera/y Pascasio, el marinero manco/construyeron la barca”.
Finalmente, en el aspecto amoroso:
II, d) AMOR COQUETO.
La solterona se prepara para conquistar; pues debido a que al correr de sus años, su juventud empieza a fugársele, sin que nadie la haya pretendido; ahora ella está dispuesta a poner coto y solución a su soltería, aunque sea con cualquier desconocido:
“La soltera”: “Corrió a mirarse/en el espejito/Apresurada/se echó una gota/de perfume/ Arribaba/ a la isla/un comerciante”.
He aquí dos cantos que se refieren a las lascivas preferencias y gustos de los corpóreos hombres isleños hacia las jóvenes vírgenes y núbiles doncellas.
“La doncella”: “En la Isla del Güis/Lucía/la matutina/es virgen/Como una estrella/ madruga. / Cuando se baña/mariposas blancas/la circundan. /Los sembradores/la buscan/para escoger/la semilla. /Es mano pura. /Lucía es doncella/y su mirada/puede cambiar el viento/de tu vela”.
Leamos el otro:
“Las muchachas”: “Las muchachas del archipiélago/vuelven de misa remando. /Como flores flotantes/ como guirnaldas/de colores alegres. /Diles adiós/desde tu isla/y levantarás un vuelo/de voces frescas como pájaros”.
ASPECTO AVENTURERO
Para Cifar el Lago es la aventura, el interés por lo desconocido, es el símbolo de la libertad y el misterio, de la expansión del pensamiento, es la búsqueda de un espíritu escudriñador y valiente, de arrojo; (pero también el Lago simboliza el sosiego, lo apacible y produce en el hombre cierta paz interna que lo alimenta de sabiduría, pureza y misticismo): “Pero conocí la tempestad/la furia de los vientos/la ceñuda impasividad/de las aguas homicidas/Cantaré-me dije entonces-/a los hombres que trabajan/en el lago./A los humildes/ navegantes. A los pescadores”. (“Dijo Cifar”).
En el poema “La partida”, observamos ese mundo de la condición humana. Mientras la madre ruega al hijo quedarse en tierra, veamos lo que ocurre:
“Dijo la madre a Cifar;/- ¡Deja las aguas! /Sonó Cifar el caracol/y riéndose exclamo:/- ¡El lago es aventura”!
Pero Cifar, que rechaza lo conocido porque su pensamiento va más allá de su corazón, agrega: “La nave tiene/la vela a pájaros/y la quilla a peces”. (“El maestro de Tarca XI”).
Leamos su respuesta en el siguiente diálogo:
“Prefieres, dijo ella /lo temerario a lo seguro. /-Prefiero/lo extraño a lo conocido “. (“La partida”);
y entonces:
“Izó Cifar los foques/y el sólo ruido loco de palomas/de la vela/lo llenó de alegría”. (“La partida”).
Los diálogos anteriores aluden al amor de la madre. La madre que busca la seguridad para el hijo, y, por otro lado, la desobediencia y la rebeldía del hijo, tentado por la aventura, por alguna conquista, o por ese misterio que encierra la vida, o porque prefiere “lo extraño a lo conocido”.
Cifar sabe que el Hombre -a diferencia de la mujer- no puede ser pasivo ante la vida y debe de desafiarla, aun exponiendo su propia vida. Precisamente por eso, con osadía exclama:
“El hombre es nave. / ¡Es riesgo!, grito ella. /Cifar sonrió; puso el arpa en la proa/y doblando el torso tiro de la cadena/y levó el ancla”. (“La partida”).
ASPECTO MÍTICO
Confieso que, en la escuela elemental, la Historia Antigua Universal despertó en mí cierto gusto por la literatura; pero no fue sino cuando comencé a conocer el extraordinario mundo de la mitología grecolatina, con la cual he convivido poética y entusiasmadamente, que me apasioné por ella. Más tarde, autores como Homero, Esquilo, Eurípides, Sófocles, Ovidio, Dante, Virgilio, fueron entre otros tantos maestros, los que me conmovieron, enternecieron y estremecieron profundamente, hasta el grado de verme frente a sus Obras, “obligado a repeler/las lágrimas de mis ojos, /y apretarme el corazón/que se me atorozonaba” (“Último discurso en la Corte. B. Vanzetti”).
El aspecto mítico es un tema esencial en los CANTOS DE CIFAR. En nuestra literatura lo mítico lo encontramos en los cuentos orales, en nuestro folklore, en las leyendas, es decir, en nuestra literatura oral nicaragüense. Vale señalar que esta mitología indígena es parte intrínseca de la personalidad de la mayoría del pueblo nicaragüense. Son creencias populares que tratan la forma de vida de un pueblo y cómo éste reacciona frente a los fenómenos imaginarios, naturales, y a las condiciones de su existencia. El mito nicaragüense va unido a un misterio, a lo sobrenatural, a un sincretismo. Hay algo vital siempre oculto en el encantamiento. En todos esos elementos mágicos indígenas de los Cantos de Cifar, pareciera que hay ciertos rasgos de ese maravilloso y extraordinario mundo Homérico. La poesía es universal y abierta al hombre. No tiene patrimonio porque irremediablemente todos venimos o vamos hacia ella con menor o mayor intensidad, es algo intrínseco.
Jorge Luis Borges (1899-1986), nos refiere en su ensayo, “La flor de Coleridge”, que Percy B. Shelley (1792-1822), redactó en su famoso ensayo, “Defensa de la poesía” lo siguiente: “Veinte años antes, Shelley dictaminó que todos los poemas del pasado, del presente y del porvenir, son episodios o fragmentos de un solo poema infinito, erigido por todos los poetas del orbe”. No recuerdo ahora si fue el mismo Borges quien modificando lo expresado anteriormente por Shelley, o alguien, expresó que, pareciera que todos los buenos poemas del mundo hayan sido escritos por un solo autor.
El poeta Pablo Antonio Cuadra, retoma estos temas míticos de la literatura oral (contados en forma verbal por los campesinos de la comunidad) y los convierte en gratos poemas lacustres. Al reunir PAC estos temas en su1ibro CANTOS DE CIFAR Y DEL MAR DULCE, histórica y culturalmente está dándole a nuestra literatura un estupendo aporte muy original, autóctono, vernáculo y de gran importancia para un futuro estudio o análisis social, lingüístico y etnográfico de nuestra Literatura Nicaragüense.
En el poema LA VIEJA SIRENA, el poeta nos describe a una vieja sirena (de trenzas entrecana que saca del agua “sus pechos lacios/y olisca/a pez canta/con voz cascada”) que es objeto de burla por parte del marinero que le grita “riendo desde la proa” –¡Suegraaá! y ella ofendida resbala de la piedra “y sólo queda/ espuma/y nada”
En BELARMINO, el mito va unido a un misterio. Aquí se combina la leyenda con la realidad. Lo mítico, misterioso y lo absurdo (tan kafkiano o camusiano) se produce cuando Belarmino bajó al puerto para ir a comprar plátanos y al regresar éste, han transcurridos cien años. No se sabe cómo ha pasado esto, pero recordemos que: el “Arte sucede” (“Art happens”, dijo James Whistler, 1834-1903). La realidad es que Belarmino: “vive arriba/solitario/con un perro/y una vez/que Juan le dijo de la leyenda/me pareció/escucharle/algo/sobre la pobreza”.
“La isla del encanto”, refiere la leyenda de CARMEN, la “Cegua” (Zegua en náhuatl significa “mujer”). Esta mujer o hechicera embruja con sus encantos a los hombres que se acercan a su isla, reteniéndolos bajo su dominio seductor: “A la isla de Carmen/van y vienen los botes y las barcas…/De lejos, sus hombres-los jugados/de cegua- ven arder la Isla del Encanto por sus cuatro costados”.
“El barco negro”, está inspirado en nuestra leyenda de los Tres Barcos negros. El barco negro navega perpetuamente en el lago. Va dirigido por hombres “cenizos y barbudos” que desean llegar a puerto sin poder hacerlo: “Hace tiempo zarparon/Hace siglos navegan en el sueño”.
Ahora leamos el siguiente bello, hermosísimo y grato poema, “La isla de la mendiga”. En él está presente toda una leyenda mágica indígena, escrito con sencillez y claridad que por sí solo se explica:
LA ISLA DE LA MENDIGA:
“Nechoca-tename-la isla de los gritos-llamaron /los indios a la pequeña isla de La Zanata/donde/ moraba, hace años, una mendiga solitaria. /Semejaba una vieja de una edad remota/aunque todos ignorábamos su origen. /Sólo una vez supimos que las hijas de Celso/bajaron a la isla y acercándose a ella le preguntaron:/ ¿Quién y de dónde eres, abuela? Por qué todos los tuyos te abandonaron?/¿Por qué permaneces lejos de los hombres/y no cruzas las aguas ni te acercas a nuestras islas?/Y las hijas de Celso regresaron contando /que volvió su rostro a ellas/y era una bella mujer de tersa faz y larga cabellera/una hermosa muchacha de ojos dorados nublados por el llanto./Ninguno creyó la historia de las hijas de Celso./Nadie se hizo eco de sus palabras/porque los que navegábamos en el comercio de las islas/muchas veces escuchamos los gritos de la mendiga/o vimos a la vieja agitar sus harapos/para pedir, a los que se acercaban, una limosna./En las noches impenetrables veíamos la fogata sobre el acantilado/iluminando su figura desgreñada y trémula/y los timoneles sabían que la mendiga aullaba de hambre/y apretaban su corazón de pavor desviándose de la ruta/mientras otros, más osados, se acercaban temerosos/y arrojaban con lástima alimentos a la playa./Una noche de borrascas en que la fogata ardía/Cristóbal rompió su lancha contra las piedras de la isla/y salió a tierra desnudo y mal herido./No volvimos nunca a saber de Cristóbal/No volvió la mendiga a agitar sus harapos./Sólo una vez supimos que las hijas de Celso,/bajaron a la isla y acercándose a ella le preguntaron:/-Muchacha, ¿qué ha sido de Cristóbal? / ¿Es que acaso no sabes que Cristóbal es nuestro hermano? /Y las hijas de Celso regresaron contando/que volvió su rostro a ellas/y era una anciana de faz hundida y desdentada con los ojos secos fijos y sin tiempo”.
MIRNA UNA MUSA PROSTITUIDA
A lo largo del poemario nos encontramos con cuatro poemas que se refieren al mundo de la prostitución. Es necesario señalar que a este colectivo no se lo presenta como algo escandaloso y pendenciero, pues no se vislumbran escenas desagradables. Por allí no transitan comúnmente lo perverso ni la zampoña; por el contrario, las prostitutas son mujeres sencillas, llamativas, populares y conocidas por todo el pueblo.
Mirna, bella, popular, apetecible y encantadora prostituta. Mirna es buena, solidaria, amorosa y de corazón sensible. Cuando Cifar se enredó en un pleito de cantina y lo echaron preso, cuenta que: “Eufemia/no quiere ni saber cómo me llamo/Fidelia está muy lejos/y mi madre muerta/Sólo Mirna/se escapa del burdel/y me trae comida”. (“La desgracia”).
En el poema, La lancha de “el pirata”, se desarrolla la siguiente escena campesina durante una noche alegre, llena de cantos, guitarras, bailes y bebidas alcohólicas: “¡Sólo un trago/y nos vamos!/Dijo con honda convicción Cifar/Pero oyó entonces/una voz que lo llamaba/y vio la loca cabellera/suelta/de Mirna/bailando/¡entre el enjambre de estrellas!/Menos mal que el lago/estaba quieto/Menos mal que las estrellas/son/lentas/para contar el tiempo”.
Ese amor prostituido que Cifar siente hacia Mirna, lo perseguirá en todas partes, aun arriesgando su vida:
“Mirna”: “Llamando perras/a las violentas olas/insultando al negro/viento del poniente/rompió dos veces la vela/y atravesó el temible/playón de Enero/porque Mirna, la prostituta/le esperaba en el Puerto”.
“La rufiana”, es una pieza muy humana. Se trata del entierro de una prostituta, La Cadejo. Poema que refleja el móvil de un ambiente donde las meretrices se desenvuelven en medio de sus limitaciones y pobrezas en las que viven. Asimismo, esta composición destaca, como era costumbre en casi todos los pueblos de Nicaragua hace muchos años, el contubernio que mantenía la guardia nacional de Nicaragua con la dueña del burdel, quien ésta, además, pagaba impuestos por tener “un putal”. Fíjense en el detalle de que quienes cargaban a la muerta eran presos. Todos esos sobrenombres: La Cadejo, La Tamborilera, La Burbujita, La Despierta Dormida, La Bacinica, La Bote con Hoyo, etc., son apodos de las prostitutas. Leamos:
“La rufiana”: “Hoy enterraron/desnuda a la Cadejo/en el barranco/La sacaron del burdel/ya seca/en su petate/ Las putas le abrieron el ropero/le robaron los zapatos/las sábanas/las naguas/los polvos/la peineta/(Los presos que la cargaron/iban pidiendo tragos) /Escondidas/salieron las herederas/ por/el patio:/la Tamborilera/y la burbujita/La Despierta-dormida/y la bacinica/la bote con hoyo/y la Mal-zurcida./la Salamanquesa ¡y la pobre Mirna”!
CANTOS DE CIFAR Y DEL MAR DULCE, se podría considerar como un solo poema extenso que contiene principio, desenlaces y unidad. El protagonista principal es CIFAR, conocido en la región como “el pueta del Lago”, quien existió en la vida real, con el nombre de Cifar Guevara. Vivió y compartió su existencia y experiencias con una comunidad de marineros isleños, en un entorno de gente sencilla, pobre, fraternal y supersticiosa, porque lo supersticioso es una característica heredada por los antiguos al campesinado nicaragüense, especialmente.
En este libro se confluyen una variedad de temas que enuncian las diferentes formas de vida del quehacer del lacustre isleño autóctono nicaragüense desde una perspectiva de la condición humana. El aspecto social, cultural y existencial, es presentado objetivamente con un gusto por lo artesanal y artístico (muy folklórico). Este poemario posee un carácter sobrio, encantador, narrativo, exteriorista, claro, sencillo, vernáculo, mítico, emocionante, tanto en su creacionismo como en su estructura poética; con visos de cierto heroísmo debido a la admiración y valentía que los isleños sienten por el protagonista de estos poemas-contados. El narrador, nuestro laureado poeta Pablo Antonio Cuadra, capta y testimonia con sensibilidad, el sentimiento, el comportamiento y la idiosincrasia de esa humilde comunidad, desde su propia experiencia, estro y perspectiva.
Professor: GUILLERMO MENOCAL G.
Defense Language Institute
Foreign Language Center.
California. USA.